Stefano Gennarini informa sobre el emotivo discurso de un popular senador filipino que intenta detener un proyecto de ley respaldado por el Fondo de Población que impondrá una educación sexual perversa a los niños y el aborto en ese país provida.

El senador Vicente C. Sotto III, uno de los políticos más populares y queridos de Filipinas, está usando toda su influencia para combatir el último intento del lobby abortista mundial de modificar las leyes de su país para abrir las puertas al aborto libre. Ha hecho de esto su «misión».

Un proyecto, conocido como Proyecto de ley sobre Derechos Reproductivos, está siendo sometido a un proceso de enmiendas en la legislatura filipina. El mismo proyecto fue rechazado cinco veces bajo diferentes nombres hace muy poco, en 2010. Esta vez, llegó a la fase de enmiendas. El presidente Aquino lo avala y, al parecer, la vida de los niños en gestación lleva todas las de perder.

El proyecto de ley instituiría un régimen de salud reproductiva exhaustivo y, entre otras cosas, legalizaría fármacos abortivos, proporcionaría servicios gratuitos de anticoncepción, exigiría a los médicos que realizaran esterilizaciones y brindaría educación sexual obligatoria para los niños a partir del quinto grado.

El senador Sotto, líder de la mayoría del Senado y conocido por ser un luchador incorruptible del delito, igualó las apuestas cuando hizo de esta batalla contra el lobby abortista una cuestión personal. En Filipinas, tiene estatus de celebridad. Tanto su mujer como su hija son actrices famosas y el propio senador Sotto tuvo una exitosa carrera en el negocio de la música antes de postularse para el cargo.

El 13 de agosto, durante su discurso en contra del proyecto debatido en el recinto del Senado, lloró desconsoladamente al relatar la muerte de su primer hijo por una insuficiencia cardíaca cuando el pequeño tenía solo cinco meses de vida. La muerte, le dijeron los médicos, fue como consecuencia del uso de anticonceptivos hormonales. Añadió que su hijo «murió el 13 de agosto de 1975. Hoy hace 37 años que murió». Definió la lucha contra este proyecto como una «misión de Dios».

En su discurso, pronunciado durante un turno en contra de la sesión, Sotto denunció al lobby abortista mundial al manifestar que el proyecto de ley sobre derechos reproductivos violaría «la soberanía filipina, la Constitución filipina y las leyes penales existentes», y que «transgrede la cultura y los valores familiares filipinos».

Acusó a los defensores del proyecto de trabajar con la ayuda de USAID y de basarse en información extremadamente exagerada sobre mortalidad materna proveniente del Guttmacher Institute, que, según dijo, por sus antecedentes «controlará la población y no hará frente a intereses sanitarios» y cuyas cifras la OMS contradijo. Fue inflexible en cuanto a que «no podemos simplemente depender de que estas instituciones cuestionables proporcionen las estadísticas por nosotros».

También citó evidencias científicas que demuestran cómo el proyecto de ley perjudicaría la salud de las mujeres y de los niños en gestación, y legalizaría fármacos abortivos sin que ello dé lugar a mejora alguna para la salud de las mujeres.

El lobby abortista mundial ha estado intentando desesperadamente abrir las puertas al aborto en Filipinas por más de veinte años, sin tener éxito. Aunque el proyecto ha llegado más lejos que nunca antes, el discurso del senador Sotto y el clamor popular en contra del proyecto dan a los provida motivos de esperanza. De hecho, las actuales propuestas de enmienda mitigan sus efectos, lo cual indica que el proyecto ahora cuenta con menos respaldo de lo que pensaron en un principio sus partidarios, incluso entre los políticos, y que la oposición a este no desaparecerá fácilmente.