958 palabras
SANTIAGO DE CHILE, 21 de febrero.- En el escenario de la Iglesia Católica se barajan nombres de cardenales que pueden asumir la vacante dejada por Benedicto XVI con su renuncia a la cátedra de Pedro. Fijemos mirada en un cardenal conocido y apoyado por la clase dominante chilena, que apoyó incondicionalmente la dictadura de Pinochet.
Ángelo Sodano fue Nuncio Apostólico en Chile en la negra época de Augusto Pinochet. La huella que dejó fue de siniestro personaje manipulador, ambicioso, que no respetando la iglesia local ni sus dignatarios, introdujo por la ventana a personajes que sin su ayuda jamás los obispos habrían propuesto para ser dignatarios de la iglesia chilena.
Un nuncio que se encargó de intervenir en asuntos de la Conferencia Episcopal, de maltratar y excluir a prelados como el profético Jorge Hourton, tan querido por la gente, como quedó demostrado el día de su funeral. Sodano fue el artífice del desmembramiento de la Arquidiócesis de Santiago y así formar nueva diócesis como San Bernardo y entronizar en ella al obispo amigo íntimo y defensor de Pinochet, Orozimbo Fuenzalida, hombre extremadamente tradicionalista.
Es conocida la historia cuando laicos y religiosos detenidos por las fuerzas represivas de la dictadura fueron entregados en la Nunciatura y Sodano descompuesto arremetió contra los consagrados.
La creación de la diócesis de San Bernardo fue idea de Sodano con bendiciones de Juan Pablo Segundo, para intervenir en parroquias, capillas y pastoral de poblaciones de la zona sur de Santiago, caracterizadas por su gran espíritu de lucha y compromiso social. Una forma de neutralizar este trabajo pastoral.
La persecución llevada a cabo por Fuenzalida fue feroz, especialmente en contra de sacerdotes y personal religioso extranjero. Del compromiso social de estos pastores se pasó a curas de sotanas y rezos interminables. De religiosos críticos del sistema a difusores férreos de la pasividad de los cristianos.
En la zona sur señalada dejaron de existir capillas multifuncionales, para levantar iglesias de sólidas construcciones y millonarios costos económicos. Un insulto a la pobreza y marginalidad de los miles de hombres y mujeres que allí sobreviven.
Lo anterior con la bendición de Juan Pablo Segundo, fanático defensor de la tradición aunque ésta se imponga en medio de una iglesia oliente a descomposición.
De seguro la clase poderosa (chilena) debe de elevar oraciones para que el veraneante en sus mansiones llegue a calzar las sandalias del pescador.
Ángelo Sodano queda en la retina de curas y monjas y laicos valientes que exponiendo su vida en las calles denunciaban la tortura. Hoy nadie puede desconocer que en el Chile de Pinochet se torturaba. Hoy algunos de sus voceros ejercen de congresales, queriendo olvidar o justificando feroces crímenes de lesa humanidad.
Los integrantes del movimiento contra la tortura 'Sebastián Acevedo' saben de las presiones que ejerció Sodano para que fueran castigados curas y monjas que militaban en la instancia humanitaria.
Para hombres y mujeres defensores de la vida, no hubo palabra de aliento por profética denuncia en contra de la tortura, sólo reprimenda y alabanzas hacia el régimen de un gobernante –según él- católico, de misa y rosario incluido.
A Sodano no le preocupaba el Cristo viviente en cada hombre torturado y masacrado, y a este personaje lo promueven para sucesor de Pedro.
Relato una anécdota que escuche por boca de sus protagonistas. Dos muchachos de cuerpos atrayentes y gentilezas que se pagan con buen dinero. En fiesta de confianza mostraron los teléfonos privados de la nunciatura en los tiempos que reinaba Sodano... Recuerdo un escritor francés que difundió que Paulo VI, en su época de nuncio en París, conoció la sociedad clandestina de la capital francesa que gusta de los efebos generosos.
Sus comentarios despertaron la furia vaticana, no dando pie atrás el escritor en su relato. Acá sin el glamour francés, fueron vox populi las andanzas nocturnas del representante vaticano en Chile.
Lo peor a suceder es que Ángelo Sodano, hoy decano del Colegio Cardenalicio, sea electo papa.
El refrán expresa “que Dios escribe derecho con reglones torcidos” pero en el caso Sodano difícil se pueda escribir con verdad y santidad, cuando su actuar ha sido trepar no importando cuántas vidas queden en camino.
Sodano ama el poder. Lo ejerció cuando un patético Juan Pablo Segundo se aferraba al trono vaticano. Quien estaba detrás era este italiano que no conoce otra realidad eclesial que los salones de intriga y poder.
Para Sodano, y lo demostró en Chile, sus preferencias son los ricos, poderosos, la institución iglesia y un Cristo muerto en cuyo nombre se cometen las más feroces acciones. La realidad del resucitado en la vida misma, no la conoce.
Es posible que poderes de algunos cardenales lo lleven al trono pontificio. Lo seguro, Cristo muerto y resucitado está lejos de los salones que él representa.
Del blog de Carlos Ernesto Sánchez