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Si algo ha contribuido a la disolvencia del PAN y a la merma de su capital político ha sido precisamente la falta de confianza que hoy generan sus procesos internos.
La mayor parte de la opinión pública se centra en la selección de candidatos o en la elección de dirigentes, sin embargo nada lastima más a un instituto político que la exclusión de uno de sus integrantes. Pocos lo recuerdan pero los procedimientos contenciosos en el PAN se caracterizaban por ser ejemplares y apegados a Derecho, se partía del principio de que no se podía criticar al PRI si internamente se hacía lo mismo.
La politización de las sanciones partidistas comenzó, curiosamente, cuando Felipe Calderón llegó a la presidencia del comité ejecutivo nacional y en un acto sin precedentes su esposa Margarita
Zavala fue designada a su vez presidenta de la comisión de orden, el órgano encargado de vigilar la observancia estatutaria.
Desde entonces, hace ya varios lustros, la comisión de orden funciona como un instrumento de venganzas personales y reprimendas políticas, sin importar que sus resoluciones caigan en el disparate jurídico. Lo peor de todo es que el esquema se ha reproducido en los Estados creando una suerte de "mafia judicial" de color azul, dejando a la militancia en virtual indefensión.
Considero a Manuel Espino Barrientos un brócrata montado en la ola foxista con méritos personales más bien discretos , pero su proceso de expulsión del PAN ha resultado desaseado por decir lo menos, sin mencionar las repercusiones negativas que podría tener apenas unos días antes del relevo presidencial panista.
Hasta el momento los argumentos contra Espino son poco claros y los supuestos agravios al PAN están impregnados de ambigüedades pero eso al interior no es factor, Espino podrá apelar ante la comisión de orden del CEN e inevitablemente perderá, sin embargo sus oportunidades en el Tribunal Electoral serán excelentes y muy probablemente consiga que se le restituyan sus derechos partidistas.
Me pregunto por qué Espino se aferra a quedarse dentro de una organización que no lo quiere, la respuesta es simple, a los mexicanos en general nos gustan los mártires y los panistas son especialmente sensibles al autoritarismo, por razones históricas simpatizan con el débil, con el perseguido desde el poder. El juicio a Espino es un terrible error de cálculo, puede resucitar a un virtual cadáver político y darle una legitimidad con la militancia sin precedentes.
Hace unos años la revista "Proceso" documentó lo que en el PAN era un secreto a voces, Manuel Espino Barrientos fue cesado como subsecretario de gobierno de Chihuahua directamente por el gobernador Francisco Barrio Terrazas, al descubrirse sus nexos con burdeles y otros centros de vicio protegidos por el cartel de Juárez, si no se le expulsó entonces ¿Por qué ahora?
Para la anécdota histórica, fue precisamente Manuel Espino quien desde la secretaría general primero y la presidencia nacional después, jugó el triste papel de "Ángel Exterminador", a lo largo y ancho del país expulsó sin miramientos a cualquier panista disidente (especialmente en el Edomex) utilizando tácticas vergonzosas ¡Oh paradojas de la vida! Cómo diría mi abuela: La Biblia termina siempre teniendo la razón. pancho_cachondo2003@hotmail.com