462 palabras
Los mismos personajes sabelotodo que en julio de 2008 profetizaban que para el fin de ese año veríamos precios de $200 dólares el barril de petróleo, hoy se empiezan a enterar de que hay una fuerte contracción de la demanda en el mundo –recesión– y profetizan que, para el caso de México, esta caída será peor que la debacle de 1995.
Estos doctorcitos —que lo mismo opinan sobre derecho canónico que acerca de la genética del manatí— tienen la costumbre de llegar tarde.
La crisis recesiva global (a ver si se ya se enteran) adquirió su peor cariz a partir del 15 de septiembre de 2008, no ayer. Y la misma crisis tuvo un claro punto de inflexión, para bien, a mediados de marzo de 2009 cuando por fin se vio claro cómo podría funcionar el plan de subasta de activos tóxicos de las instituciones financieras.
El retraso noticioso de los profetas locales en los medios viene a ser de unos seis meses… en el mejor de los casos.
En realidad es tranquilizador que los doctorcitos hagan hoy vaticinios tan sombríos. Dado su pobrísimo porcentaje de aciertos lo más probable, entonces, es que lo peor de la crisis global ya haya pasado o esté a punto de pasar.
Por supuesto, todavía veremos cifras muy malas, porque, amén del episodio de la influenza que frenó temporalmente el cambio de tendencia a nivel local, las cifras que conocemos hoy —digamos las de la producción industrial del primer trimestre de 2009— se refieren a lo que ya pasó, no a lo que va a suceder. Son resultados, doctorcitos, no pronósticos.
También se cosechan algunas cifras positivas justo ahí donde se originó la crisis: el sector de la vivienda en los Estados Unidos. El índice de “sentimiento de confianza” de los constructores de vivienda mejoró y llegó a su registro más alto de los últimos ocho meses. Los mercados bursátiles tomaron nota y subieron. Aun así, el índice está aún muy lejos de su pico más alto alcanzado en junio de 2005. Lo que se consigna es el cambio de tendencia, no el fin de la crisis.
En 1929 se decía que si el encargado del ascensor te recomendaba comprar acciones era señal para vender de inmediato.
Lo que no sucedía en aquellos tiempos es que los encargados del ascensor fuesen también doctorcitos de opinión en los periódicos, en radio y en televisión. ¿Subimos o bajamos?