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LONDRES, 10 de abril.- David Gollanz, abogado de profesión y residente en Londres, nunca pensó que su familia podría llegar a ser tan numerosa. A los 12 años, sus padres le confesaron que había sido concebido mediante inseminación artificial, pero nunca llegó a conocer el nombre de su padre biológico hasta que inició la búsqueda por su cuenta. Gollancz encontró sus orígenes en la clínica Barton de Londres, fundada por el científico Bertold Wiesner junto a su mujer, Mary Barton, en los años 40.
Barry Stevens muestra la foto de su papá, el Dr. Bertold Wiesner.
En principio, este hospital solo admitiría donaciones de un reducido círculo de amigos de clase media alta con un gran nivel de inteligencia.«No aceptaría a un donante que no estuviera por encima de la media. Si vas a concebir a un niño de forma deliberada, tienes que poner las exigencias por encima de lo normal», declaraba un portavoz de la clínica Barton en el año 1959, según recoge el Daily Mail.
Quizá Wisner no encontró un candidato mejor que él, lo que le llevó a donar sus espermatozoides en programas de fertilidad más de 50 veces al año, pudiendo haber concebido hasta 600 hijos. «Utilizando las cifras estándar de nacidos vivos, incluidos los gemelos y los abortos espontáneos, estimo que es responsable de entre 300 y 600 niños», asegura el abogado Gollanz.
En el año 2007, 18 personas concebidas en la clínica entre 1942 y 1962 se sometieron a las pruebas de ADN. Los resultados evidenciaron que dos tercios eran hijos del propio Wiesner, quien había actuado como el donante de esperma.
Hasta el momento, Gollanz ha localizado a once medios hermanos, entre ellos, el documentalista y cineasta canadiense Barry Stevens, que colaboró con él en la investigación.
Archivos destruidos
Barry, canadiense, y uno de sus medios hermanos, el londinense David Gollancz, ambos concebidos en la Clínica Barton.
La historia ha tardado en salir a la luz ya que la esposa de este «superpadre» destruyó todos los archivos de la clínica, en la que se ayudó a más de 1500 mujeres a concebir sus bebés entre 1940 y 1960. La pérdida de estos documentos también dificulta la investigación y probablemente sea imposible dar una cifra exacta de sus vástagos.
Uno de sus hijos biológicos ha sugerido que la descendencia de Gollanz puede alcanzar el millar.
«Él fue el que hizo las donaciones, ocultaba información a su mujer. Ella creía que las donaciones procedían de diferentes hombres».
Al día de hoy, un caso similar se consideraría un delito, ya que en 1990 entró en vigor la ley de fertilización y embriología que solo permite a los donantes de esperma fertilizar a un máximo de de 10 familias. La ley establece el tope en familias, y no en hijos, para permitir que una misma familia pueda tener varios hijos del mismo donante. si así lo desea.