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Es un hecho: la embestida contra el Ayuntamiento de Mérida ha iniciado y los ataques irán incrementando su intensidad día con día conforme avance el tiempo y se acerque la fecha del proceso electoral. Los priistas están desesperados y obsesionados con la consecución de este objetivo. Les parece indispensable colgar esta última medallita de la pechera de aquellos interesados en alcanzar grandes alturas en la política nacional.
La estrategia que tienen es intimidar, causar miedo, desesperar, provocar el error del adversario. No apuestan a otra cosa, no saben hacerlo. Se valen del linchamiento mediático al que son tan afectos. Buscan encontrar la censura social a todo lo que parezca diferente. Para ello, utilizan las tácticas de desinformación y de embute o maiceo que tan bien conocen por haberlas utilizado toda la vida. Por ello han lanzado sus jaurías intentando desprestigiar a toda costa al actual ayuntamiento panista. Se valen de las plumas a sueldo, de los traidores emboscados tras la apariencia de una falsa respetabilidad, utilizan sin remordimientos a los disidentes e inconformes que acceden a la infamia, atizan el descontento mediante mentiras totales y verdades a medias. Tienen facilidad de charlatanes de feria y la labia torrencial del merolico para conseguir este objetivo: resquebrajar la confianza social, lograr que la gente dude y crea en sus ardides.
Quienes contamos ya con cantidad importante de horas de vuelo en estas cosas de la política lo sabemos. Conocemos el pozo sin fondo de su costal de mañas, sabemos que recurrirán a todas: tras de las del desprestigio, echarán mano de la compra de voluntades y conciencias en el seno de la oposición; prometerán con liberalidad impresionante, digna de mejor fin, puestos de todo tipo; repartirán dinero a manos llenas, desde centavos para el pueblo llano, hasta cantidades estratosféricas para aquellos opositores que garanticen ir acompañados en su infamia; de la mayor cantidad posible de integrantes de su grupo si es que lo tienen; y de ahí, si nada de lo anterior resulta, recurrirán a la amenaza directa, al ataque frontal: a las amenazas y la intimidación, las golpizas, los despidos, las persecuciones y espero que a estas alturas del siglo veintiuno, no se decidan por recurrir a los asesinatos políticos como ocurrió antes con Efraín Calderón Lara, Benito Oy Kumul, Carlos Loret de Mola o Luis Donaldo Colosio.
Confieso que tengo miedo, no tengo vocación de mártir y quiero vivir los años que me quedan en unión de mi familia, pero confieso también que soy congruente con mi negativa a heredar a mis hijos y a mis nietos un país de corrupción, una patria de mentiras, donde no triunfen el esfuerzo y el trabajo, sino las trampas, la corrupción y la falsedad y por eso me afano como muchos meridanos, como muchos yucatecos sencillos, honestos y trabajadores en procurar que las cosas cambien, por eso persisto en mi panismo, para que México, para que Yucatán, se transformen en esa patria real, ordenada y generosa con todos sus hijos, para que a todos pueda ofrecer como Mérida lo hace a base de un buen gobierno, oportunidades.
De ahí la importancia que adquiere hoy en día apoyar a Acción Nacional, porque sólo el PAN representa y constituye un verdadero obstáculo a los planes de control, dominio, subordinación, manejo y sometimiento que los estrategas priistas han diseñado para hacerse del gobierno municipal de la ciudad de Mérida, de manera inicial hasta no detenerse consiguiendo retornar a la presidencia de la república.
Precisamente por eso, para presentar una oposición más eficaz, es importante que los panistas hagamos frente común, cerremos filas y apoyemos con todo en la batalla contra la perfidia tricolor, porque solamente unidos podremos representar una amenaza real contra los planes priistas de control y de dominio y, para ello, es necesario superar nuestras diferencias, restañar heridas, concluir enfrentamientos, superar las ambiciones, refrenar codicias y anteponer a cualquier circunstancia el valor supremo que los panistas poseemos: la búsqueda del bien común.
Para que esto sea posible, es necesario contar con un candidato que logre unificar las voluntades, que logre trascender las divisiones, que logre propiciar que los panistas recuperen ese orgullo de serlo, que logre enamorar al ciudadano y convencer al militante de la urgente, impostergable e imperativa necesidad de dar la batalla a favor de la libertad, de combatir por el respeto a la dignidad de la persona, de no ceder en la lucha por la búsqueda del bien común. Es por eso, hoy mas que nunca, tomar las cosas con la seriedad debida, con generosidad y también con una visión práctica de lo acontecido en el panorama político, para poder optar por la mejor decisión y determinar lo antes posible a nuestro candidato a la alcaldía, a efecto de poder cauterizar de manera inmediata las heridas que la competencia interna dejara abiertas y poder también darle oportunidad a la militancia y a la ciudadanía en general de poderse involucrar con sus acciones y filosofía.
Yo me comprometo a apoyar sin cortapisas a nuestro candidato. He intentado propiciar la reflexión haciendo un par de propuestas de personas que desde mi particular y modesto punto de vista, constituyen buenas alternativas para este objetivo. Ojalá las estructuras partidistas compartan esta visión y se den a la tarea de elegir al que mejor abandere la causa del panismo. La batalla por la libertad ha comenzado. De nosotros depende el resultado que obtengamos. Ciudadano: SI AMAS A YUCATÁN, ¡VOTA POR EL PAN!