22 de noviembre.- Han tenido que pasar 50 años para que Dallas pida perdón al presidente John F. Kennedy y presente sus respetos a su familia. Miles de personas se congregaron este viernes en Dealey Plaza, el mismo enclave donde fue tiroteado el presidente el 22 de noviembre de 1963, en el acto en que la ciudad en concreto, y Estados Unidos en general, ha rendido tributo a JFK.

Esta vez no se ha producido la meteorología Kennedy, ese factor que hizo que en aquella jornada de hace medio siglo, el sol luciera brillante al aterrizar el presidente en Love Fields después de que amaneciera muy lluvioso. Este vez no. En Dealey Plaza ha hecho frío y la tromba de agua se cernía sobre los allí reunidos, a los que se les facilitó ponchos de plásticos al haberse prohibido llevar paraguas por razones de seguridad.

En Dealey Plaza, bajo la queja de los conspiracionistas que llevan allí años difundiendo sus teorías por ser excluidos de la conmemoración, el alcalde Mike Rawlings ha citado las palabras que pronunció el rabino Levi Olan, en el primer aniversario del asesinato, para decir que “la ciudad no es culpable de este crimen”. Pero ha matizado que a Dallas, conocida entonces como “la ciudad del odio”, “se le concedió una oportunidad… Hoy, gracias al trabajo duro de muchos ciudadanos, Dallas es diferente. El presidente Kennedy estaría satisfecho con nuestro humilde esfuerzo”.

Miles de personas se reunieron en Dallas para recordar el magnicidio del 22 de noviembre de 2013:

Sus palabras han concluido justo cuando las campanas han comenzado a doblar. Eran las 12,30 horas (siete más en Barcelona), justo el momento en que, cincuenta años atrás, Kennedy recibió el impacto de las balas. Se ha producido un momento de silencio.

Después ha tomado la palabra el historiador David McCullouhg, que es como el representante de los historiadores estadounidenses por su capacidad divulgativa, quién destacó que “sus esperanzas son las que nos hacen seguir. Antes de recitar diversos pasajes de discursos del presidente, McCullough remarcó que ”él sabía lo que importaban las palabras, sus palabras cambiaron vidas, sus palabras cambiaron la historia”.

Al acabar han sonado las gaitas irladensas, en recuerdo de las raíces de la familia Kennedy. Hacía un rato que también habían sonado en Arlington, el cementerio cerca de Washington donde responsa John Kennedy. Allí se ha realizado un acto sobrio y se ha registrado la visita de numerosos ciudadanos.

¿Y el presidente Obama?

A diferencia del cincuentenario del discurso del “he tenido un sueño” de Martin Luther King celebrado en agosto, en el que el presidente Obama tuvo gran protagonismo, en esta ocasión ha optado por un perfil más discreto.

No viajó a Dallas y se ha limitado a participar desde la Casa Blanca en una videoconferencia a puerta cerrada con voluntarios en Tanzania de los Cuerpos de Paz, uno de los legados de Kennedy.

El presidente ya le rindió homenaje el pasado miércoles con una visita a su tumba. Si ese día, en la entrega de las medallas de la Libertad, creadas por Kennedy hace medio siglo, dijo de su antecesor que “encarnaba el idealismo del pueblo al que sirvió”, Obama se limitó ayer a emitir un tuit. “Hoy y en las décadas que quedan por delante, vamos a conservar su legado”,