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Mérida, Yuc., México, enero 16 de 2018
Síntomas como dolor abdominal, distensión e inflamación del vientre y alteración de los hábitos intestinales con periodos que pueden alternar de estreñimiento a diarrea sin causa aparente, podrían ser por colitis nerviosa, señaló el jefe de Prestaciones Médicas de IMSS en Yucatán, Jorge Martínez Torres.
Explicó que el colon irritable o colitis es un padecimiento crónico que suele iniciar en la adolescencia o juventud y su gravedad varía de una persona a otra; aunque hay casos que llegan a ser severos y provocan incapacidades.
Este padecimiento muestra una clara tendencia familiar y afecta predominantemente a las mujeres en una relación de dos por tres varones.
“En las mujeres, las etapas de agudización de los síntomas intestinales se pueden relacionar estrechamente con los periodos menstruales, los cuales pueden llegar a ser molestos y dolorosos”, precisó.
El síntoma más común es el dolor abdominal tipo cólico, sobre todo después de comer, intermitente o continuo y con duración de unos minutos a varias horas; así como inflamación y distensión del vientre, especialmente por debajo del ombligo, dificultad para expulsar gases y por lo general hay un estreñimiento de larga evolución.
Si por lo contrario predomina la diarrea, ésta suele ser de urgencia y generalmente, después de ingerir alimentos, con gases abundantes y explosivos, necesidad de pujar para seguir evacuando y sensación de malestar rectal al terminar de hacerlo.
También puede ser acompañado de otros síntomas que no son específicos ni privativos de esta enfermedad como mal aliento, salivación excesiva, agruras, dificultad o dolor al deglutir, gastritis, distención y dolor de la parte alta del abdomen.
Se desconoce su origen y no se han encontrado alteraciones en la estructura del intestino; se considera más bien como una alteración de la movilidad intestinal y como resultado de un intestino muy sensible.
Al referirse al tratamiento, indicó que es complejo pues es importante explicar detalladamente a la o el paciente que su enfermedad es crónica (no tiene curación), se atribuye a un trastorno funcional y a la exageración de la sensibilidad del intestino. Además, tiene un componente emocional y advierte que seguramente en algún momento presentará recaídas.
La base del tratamiento de colon irritable es prevenir las recaídas y manejarlo sin fármacos siguiendo estas medidas: ingerir suficiente o abundante cantidad de agua, procurar manejar adecuadamente el estrés por medio de las terapias de relajación, no ingerir cantidades excesivas de alimentos y de preferencia dividirlos en cuatro o cinco tomas al día en lugar de hacer una o dos comidas copiosas.
Los tratamientos producen una leve mejoría por un periodo relativamente corto, para recaer, por lo regular, cuando se presentan alteraciones del estado emocional y estrés.
También se recomienda no tomar bebidas con cafeína o carbonatadas, identificar y evitar los alimentos que producen exceso de gas como los embutidos, enlatados, los que tienen conservadores o son demasiados condimentados.
Si predomina el estreñimiento, ingerir fibra a través de frutas y verduras e ir al baño cuantas veces sea necesario. El ejercicio físico regular, destacó la especialista, favorece el tránsito intestinal y los hábitos de defecación, además de ayudar a manejar el estrés, mejorar el estado emocional y la sensación de bienestar general del paciente.
Por último, se debe evitar en lo posible el uso de laxantes y hacerlo sólo bajo prescripción y vigilancia médica.