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Además de un soldado en cada hijo —regalo de Dios a México, según reza el himno— el país necesita también un auditor fiscal en cada ciudadano. Y esto no es problema, siempre y cuando el "trabajo" de los auditores sea remunerado en alguna forma.
Lo que proponemos es hoy tecnológicamente posible, sin problema alguno. Es sólo, como todo, cuestión de educación y voluntad. Y México, así como sus habitantes, los mexicanos, son elementos especiales, diferentes del resto de lo que está colocado sobre el planeta. Por lo tanto, también requerimos sistemas diferentes para que funcionemos como país.
Hasta hoy —noviembre de 2009— el país ha contado con el ingreso gigante de la empresa petrolera nacional "propiedad de todos los mexicanos". Pero como empresarios hemos sido malos: la empresa se está viendo envuelta en grandes deudas y baja productividad. Debimos haber invertido, pero no lo hicimos. Sólo la sangramos. Se está acabando.
Por lo tanto, debemos ahora convertirnos en contribuyentes responsables, para que los mexicanos que aún no logran entrar al ámbito de la productividad, reciban la atención que requieren y mejoren, por lo menos, sus probabilidades recibiendo educación de calidad y atención integral a su salud.
La semana pasada sugerimos la manera de cobrar el impuesto a las entidades productivas —empresas y personas físicas con actividad empresarial. Argumentamos que el impuesto no debe ser sobre los resultados, sino sobre las ventas. En otras palabras, el ISR, debe convertirse en ISVB o Impuesto Sobre Ventas Brutas. Todo mundo se escandalizó con el anuncio que hizo Calderón de que las 400 empresas más importantes del país, habían estado pagando, por años, un promedio de 1.78% sobre sus ventas brutas (resultado de aplicar 28% a sus resultados). Por lo tanto, concluimos que 3% del ISVB casi duplicaría lo que esas empresas pagarían, pero con un drástico bajonazo en el costo contable de las mismas. En vez de invertir en estudiar la manera de no tener resultados, deberían invertir en la manera de ver cómo tener los mejores resultados: esto es, cómo hacerse más competitivas.
Quedó pendiente el asunto del IVA. ¿Cómo evitar el changarrismo? ¿Cómo evitar el "con" IVA cuesta tanto y "sin factura" tanto? Nuestra sugerencia es convertir a cada mexicano en un potencial auditor fiscal. Todos compramos. Muchos usamos tarjetas bancarias de débito —el país no tiene habitantes adecuados para las tarjetas de crédito. Por lo tanto, para una importante proporción de mexicanos, la auditoría fiscal que realizarán es automática: al pagar, el sistema "sabrá" cuánto de IVA pagaron y a qué empresa. Y también "sabrá" ese sistema cuánto vendió y quién —y por lo tanto, cuánto de ISVB queda pendiente.
¿Y los demás, que aún no usan tarjetas? Dos cosas: 1) hacer una campaña generalizada para que se use el plástico de débito y 2) ofrecer, mientras, sistemas alternos para los que insisten en pagar "en efectivo". Los sistemas alternos podrían ser: a) enviar un mensaje SMS a un número SAT, con el RFC y la cantidad pagada de IVA —el sistema "sabría" quién lo envió, pues los teléfonos celulares ya estarían registrados, y, b) portales SAT para el mismo efecto, con el CURP o RFC de cada ciudadano, acudir al portal y reportar todas las compras.
¿Y qué atractivo tendría para el auditor fiscal ciudadano hacer todo eso? Gratis —lo sabemos— nadie trabaja. Pero, ¿qué tal si les pagamos a todos esos auditores un porcentaje de lo que reportaron de IVA? ¿Qué tal si cada fin de año o durante la "cuesta de enero" el SAT les coloca en sus cuentas 10% de lo que reportaron de IVA durante el año? Esto sería muy justo, pues gracias a esos reportes, el SAT tendría una muy buena forma de evitar que las empresas mientan en sus declaraciones sobre ventas.
Habría que refinar la regla para instalar el mecanismo. ¿Diferente? Sí, es diferente, porque el país requiere algo muy diferente de lo que hoy tiene, que no está funcionando. El incremento en el pago de impuestos crecería en forma muy significativa. Se lograría que alcance de 16 a 20 puntos del PIB, convirtiéndonos así en una nación de alta consciencia fiscal, o alta consciencia ciudadana de contribución al erario nacional.
Y en una sociedad de gente competitiva, ¿quién toleraría a un político incompetente? Para mejorar, hay que perfeccionarnos. Hacer las cosas, en vez de declarar que "no se puede". Se puede: se requiere voluntad. ¡Hagámoslo! Es asunto de todos.
Si estás de acuerdo, ejerce presión y participa: haz patente tu apoyo pasando a esta página: http://a7.com.mx/mexicompite. Por algo hay que empezar.