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MEXICO, D.F., 3 de septiembre.- El volumen de cerebro en mujeres puede ser un rasgo de alarma con el cual se puede detectar si corre el riesgo de desarrollar un trastorno alimenticio.
El último estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado encontró que el tamaño de materia gris podría influir en el desarrollo o no de una alteración en la conducta alimenticia en la mujer.
Los adolescentes con anorexia nerviosa tienen unos cerebros más grandes que los que no sufren del trastorno de la alimentación, un hallazgo que sugiere que quizás la biología tenga más que ver con la afección de lo que se pensaba.
En la publicación Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, los científicos de la universidad, tras la realización de un estudio de comparación cerebral entre un grupo de 19 adolescentes con anorexia nerviosa con otro de 22 sin esta patología presente, sostienen que "aquellas mujeres con cerebros más grandes si se comparan con las de un cerebro normal tienen un trastorno alimenticio".
El doctor Guido Frank, autor principal de la investigación y profesor asistente de Psiquiatría y Neurología en este centro universitario norteamericano, explicó que las participantes con esta enfermedad tienen una anomalía en la corteza orbitofrontal, la cual es más grande que el promedio. Esta zona del cerebro le indica a la persona "que deje de comer porque ya se está satisfecho", añadió.
A juicio de Guido Frank, los trastorno alimenticio también son provocados muy a menudo por factores ambientales, pero que a pesar de ello existen mecanismos biológicos que lo pueden provocar tal como se evidencia en la investigación con la enfermedad de anorexia nerviosa".
El último estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado encontró que el tamaño de materia gris podría influir en el desarrollo o no de una alteración en la conducta alimenticia en la mujer.
Específicamente, las chicas adolescentes con anorexia tenían una ínsula (una parte del cerebro que está activa cuando se saborea la comida) de mayor tamaño, y una corteza orbitofrontal (la parte del cerebro que dice cuándo parar de comer) más grande, señalaron los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado.
"Aunque los trastornos de la alimentación con frecuencia son desencadenados por el ambiente, es muy probable que haya mecanismos biológicos que actúan en conjunto para que un individuo desarrolle un trastorno de la alimentación como la anorexia nerviosa", apuntó en un comunicado de prensa de la universidad el Dr. Guido Frank, profesor asistente de psiquiatría y neurociencias.
La anorexia hace que las personas pierdan más peso de lo que se considera saludable. Un mayor volumen en la corteza orbitofrontal podría ser un rasgo que haga que esas personas dejen de comer antes de haber comido lo suficiente, sugiere el estudio. Y la ínsula derecha, que integra la percepción corporal, podría contribuir a la sensación de ser gordo a pesar de tener un peso bajo.
El pequeño estudio incluyó a 19 chicas adolescentes con anorexia y a 22 chicas adolescentes sin el trastorno, que se sometieron a IRM del cerebro. Los hallazgos aparecen en una edición reciente de la revista Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry.
Frank dijo que unos resultados similares en niños con anorexia nerviosa y en adultos que se habían recuperado de la enfermedad plantean la posibilidad de que el tamaño de la ínsula y la corteza orbitofrontal cerebral podría aumentar el riesgo de una persona de contraer un trastorno de la alimentación. Sin embargo, el estudio no probó causalidad entre ambas cosas. (Agencias)