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Algunos amigos que laboran en la Secretaría de Hacienda del gobierno del Estado, me comentaron que recientemente personal del Instituto Estatal Para el Combate a la Corrupción les impartió un curso relacionado con la materia de la que se ocupa dicha institución. Lo anterior no tendría nada de malo y resultaría hasta loable, habida cuenta de la necesidad de moralizar el desempeño de los funcionarios públicos para garantizar el manejo transparente de los recursos.
Según me informaron, los encargados de impartir las pláticas fueron dos conspicuos personajes: Luis Aldana Burgos e Ileana Baeza Estrella, otrora diputados federales panistas y personas completamente identificadas con la corriente que, encabezada por Ana Rosa Payán, se transformó en otra notoria agrupación denominada Todos Somos Yucatán y que en el pasado proceso electoral contribuyó al triunfo de la actual titular del ejecutivo estatal, restándole votos al Partido de Acción Nacional, al encargarse de quebrar voluntades para favorecer a su causa. Cabe mencionar que Aldana Burgos ha pretendido adoptar públicamente una actitud de mártir, blasonando haber luchado toda su vida en pro de la democracia y en tal virtud, haber sufrido represión y persecuciones en el ámbito del que fuera el instituto político en el que inició su desempeño como funcionario público. En similar tenor se ha producido siempre su acompañante en la impartición de cursos y cofrade ideológica.
Lo simpático es que la teoría nos dice que aquellas personas que se han visto reprimidas en cuanto la expresión de sus ideas, coartadas en su libertad y menoscabadas en su dignidad como personas, debían adoptar para demostrar cabalmente la diferencia entre el antes y el después, una actitud imparcial y ecuánime, cosa que en ningún momento sucedió, pues según me refirieron los amigos, Aldana y Baeza, se deshicieron en críticas y denuestos contra la administración de Patricio Patrón, tronaron contra el FOBAPROA, pretendiendo involucrar a la aspirante panista a la alcaldía, Beatriz Zavala Peniche, deploraron la corrupción existente durante el período presidencial de Vicente Fox, achacándole a Martha Sahagún y sus hijos, ser la causa de todos los males que aquejan a esta nación. Curiosa actitud ciertamente la adoptada por los ex diputados panistas, que perdieron toda la objetividad e hicieron públicos sus rencores personales y dejaron que afloraran sus frustraciones, en vez de mantener la cordura y objetividad. Se portaron según me dicen, como furibundos priistas, atacando todo cuanto oliera a PAN. Lo anterior es hondamente preocupante por sus vinculaciones políticas con otras personas que en la actualidad ocupan posiciones en la actual administración estatal, mismas que han creado nexos con algún aspirante blanquiazul a la alcaldía, lo que lleva a abrigar malas expectativas respecto a las intenciones que algunos personajes relacionados con algunas corrientes y que hoy forman en torno a algún aspirante panista a la alcaldía, abrigan respecto del respeto al resultado a la elección interna de ese partido, no olvidando mencionar que el compromiso firmado por uno de los precandidatos había sido de respeto irrestricto a los resultados que arrojara la contienda interna sin importar cuáles fueran.
Mala cosa la actitud de estos funcionarios públicos que violando la ética que debía normar su conducta, se manifiestan proclives al régimen que les da de comer, manifestando escasa estatura moral y pobreza de ideales. Malas cosas las que se pueden esperar de la mano que mece la cuna y que evidencia que la frustración, el ansia desmedida de poder y sus rencores personales no conocen freno, al personalmente estar realizando llamadas a la militancia panista buscando inclinar la balanza a favor del candidato de su predilección en el marco del proceso interno panista. Malas cosas las que aportan al joven aspirante, que mejor haría en marcar su distancia respecto a semejantes personajes, que dañarán más que beneficiar sus aspiraciones.
¿Cómo puede haber quien con descaro total denuncie proselitismo de funcionarios de nivel municipal, mientras que finge demencia ante las tropelías que cometen funcionarios estatales, dejándose llevar por la fuerza de sus fobias?
Las autoridades legítimamente constituidas debían mostrar absoluto respeto por los procesos internos de los partidos políticos y evitar entrometerse en ellos. La conducta asumida por Luis Aldana e Ileana Baeza debía investigarse, y de comprobarse, ser causa de responsabilidad legal. Los aludidos debían separarse del cargo para facilitar la investigación correspondiente según prescribe la ética. La pregunta es: ¿lo harán? Está por verse.
Concluyo esta reflexión, recordando a los amables lectores la antigua sentencia que consigna que el que con lobos anda, a aullar se enseña. Saquen pues ustedes sus propias conclusiones.
Dios, Patria y Libertad