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WASHINGTON, D.C., 1 de octubre.- El Senado, de mayoría demócrata, rechazó ayer dos enmiendas republicanas aprobadas la madrugada del domingo por la Cámara de Representantes que postergarían un año la implementación de la reforma sanitaria de Barack Obama y otra que rechazaría un impuesto a los dispositivos médicos que ayudan a financiar los subsidios a las aseguradoras de salud.
Miembros del Tea Party republicano.
Las cartas están sobre la mesa: los republicanos no darán su voto para liberar el presupuesto del 2014 que evitaría una parálisis gubernamental ni tampoco autorizarán el aumento del techo de endeudamiento estadounidense, si no se postergaba la nueva ley de salud de Obama, también conocida como Obamacare.
Hasta la medianoche del lunes fue el plazo de la Cámara de Representantes para acordar un presupuesto provisorio que impida una parálisis parcial del Estado federal, pero no se vislumbró ningún acuerdo que destrabara las negociaciones.
Hoy arranca el ejercicio fiscal en Estados Unidos, pero ante la falta de consenso, tendrá que hacerlo sin presupuesto, lo que implicó paralizar las actividades no esenciales de la administración federal, a lo que habría que agregar que cerca de 800 mil trabajadores federales se irán a sus casas sin paga. También se pondría en práctica la parte de la reforma sanitaria que abriría la puerta al registro y elección de un seguro médico para estar cubierto cuando entre la norma en vigor, el 1 de enero. Pero sin la aprobación del presupuesto, será imposible su implementación.
Los republicanos están librando una batalla ideológica contra el gran proyecto de salud del Presidente Obama. "No se trata de todo el partido, sino más bien de una minoría muy radicalizada por cuestiones ideológicas (Tea Party) que ha sido capaz de secuestrar al partido de los republicanos en su conjunto, ejerciendo presión y negándose a aprobar el presupuesto… ellos creen que el programa de salud equivale a instalar el socialismo en Estados Unidos", explica el director del Centro de Estudios sobre América del Norte de la UdeG, Arturo Santa Cruz Díaz.
El Tea Party ha sido capaz de paralizar al Gobierno más poderoso del mundo gracias al funcionamiento del sistema político, a la distribución de poder y al sistema bipartidista del país vecino.
El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, calificó de anarquistas a los republicanos seguidores del Tea Party por "conducir al país a la devastación económica" y los urgió a aprobar una ley sin enmiendas para evitar el abismo del cierre del Gobierno. El también doctor en Ciencias Políticas considera que el escenario más factible será el cierre parcial del Gobierno, "tendremos que esperar a que alguna de las dos partes ceda, mientras se busca la manera de convencer a los republicanos para que no se dejen secuestrar por una minoría".
Sin embargo, esta no es la primera vez que el país del Norte vive una parálisis presupuestal: hace 17 años, el Gobierno cerró 21 días durante la administración de Bill Clinton en 1995 y 1996.
"Se ha convertido en una especie de moda desde el Gobierno de Clinton, habrá cosas que el Gobierno dejará de hacer en automático, pero no colapsará ni dejará de pagar sus deudas. Se trata de una forma de presionar a Obama, podría durar días a ver quién aguanta más”, detalla el economista Sergio Negrete Cárdenas, quien descarta consecuencias significativas para la economía estadounidense.
Sin embargo, llegar al techo del endeudamiento podría ser eventualmente peligroso pues "en un escenario apocalíptico colapsaría la confianza entre inversionistas y ahorradores, la gente dejaría de comprar deuda, el dólar se desplomaría y se daría una gravísima señal para los mercados de crédito", concluye el también profesor del ITESO. (Agencias)