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Ciudad de México, México, febrero 26 de 2017
De creer a la prensa canadiense, la resistencia que puso el primer ministro, Justin Trudeau, durante su apretón de manos con el presidente Donald Trump en su reciente encuentro en Washington “es el mayor despliegue de dominio en la historia de Canadá”.
Trudeau no permitió que Trump lo hiciera ver menos, como muchos creen que ocurrió con otros jefes de gobierno o personajes políticos que se vieron sorprendidos por lo que ya se llama el “Trump Handshake”, el apretón de manos de Trump.
Y es que en la Era Trump, un saludo de manos es mucho más que eso.
De acuerdo con sicólogos y especialistas en lenguaje corporal, un saludo de manos es un gesto que en principio tenía la intención de probar igualdad de condiciones y confianza. Es una costumbre de miles de años: en algunas culturas implica una expresión de confianza o una certidumbre de que no hay dobleces.
Pero en el caso del presidente Donald Trump, es prácticamente un duelo de poder en el que Trump busca establecer y hacer patente su dominio.
Trump lo utiliza para demostrar su poder e insinuar la dominancia que puede ejercer sobre sus pares”, dijo Víctor Gordoa, experto mexicano en lenguaje corporal, a Excélsior.
De acuerdo con un análisis citado por el diario The Independent, un saludo de manos puede proveer de información correcta sobre aspectos de la personalidad de un individuo.
Los saludos más firmes, vigorosos, largos y asociados con contacto visual tienden a mostrar individuos más extrovertidos, abiertos a nuevas experiencias y menos neuróticos.
Aquellos particularmente preocupados por enviar las señales correctas cuando encuentran a alguien por primera vez, piensan con cuidado al ejecutar el saludo de mano. Se ha reportado, por ejemplo, que John F. Kennedy pensaba que los apretones de mano eran tan importantes que comisionó un estudio para determinar las variedades más efectivas de usar al saludar a líderes mundiales”, escribió Peter Collett en The Independent.
En ese marco, la forma en la que hace Trump su saludo es peculiar: una descripción de The Washington Post señaló que inicia normalmente el saludo al extender la mano, pero luego jala a su interlocutor de tal forma que a veces parece sacarlo de balance. Otras veces retiene la mano del otro y le da palmaditas.
“Es un uso estratégico”, dijo Susan Mackey-Kallis, una experta en comunicación y lenguaje corporal de la Universidad de Villanova.
Para Gordoa, presidente del Grupo Imagen Pública y rector del Colegio de Consultores en Imagen Pública, “hay dos aspectos dignos de análisis: la fuerza que (Trump) demuestra al estrujar la mano del otro, atraerlo hacia sí y alargar el tiempo de sujeción… es una revelación de su carácter, de su temperamento y de sus rasgos conductuales y protocolarios, desviados de lo que debe ser”.
La forma de saludar de Trump ha llamado la atención de tal forma que, según algunos medios, llevó a que haya por lo menos un video en línea hecho por un instructor de artes marciales, que enseña cómo contrarrestarlo.
Los saludos de Trump sorprendieron ya, entre otros, al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, a su propio vicepresidente Mike Pence, a personajes nominados para su gobierno y de manera muy notable, al primer ministro japonés, Shinzo Abe.
En una descripción, “Trump presentó su mano a Abe con la palma hacia arriba, invitando a Abe a tomar la posición dominante y poner su mano encima, pero Trump apretó luego la mano de su contraparte para un maratónico saludo de 19 segundos en el que varias veces le dio palmaditas en el dorso de la mano en grupos de tres”.
El gesto es una señal de dominación y causó una evidente molestia en Abe, quien no pudo ocultar un gesto de impaciencia. De hecho, Gordoa anotó que “el gesto del primer ministro japonés al terminar ese largo saludo de 19 segundos fue de incredulidad y hastío, y si hay una raza preocupada por seguir protocolos ésa es la japonesa”.
De acuerdo con el propio Gordoa, habría razón para la molestia. Un saludo como ese “connota prepotencia, autoritarismo, soberbia y condescendencia al palmear con su otra mano la parte superior de la mano de su contraparte”.
El saludo, sin embargo, es por tradición y costumbre un gesto de conducta táctil, en el grupo de social-cortesía, recordó Gordoa, al explicar que “entre presidentes esta conducta táctil rompe con las normas protocolarias de un saludo entre mandatarios, que generalmente se hace para comunicar cercanía, amistad, colaboración, no lo que Donald Trump comunica”.
Señaló, sin embargo, que Trump es coherente “entre su forma de ser y su lenguaje corporal en general, que revela a un tipo locuaz, falto de educación y acostumbrado a imponer su voluntad y ejercer su dominio sobre los demás”.
De acuerdo con Ruby Lott-Lavigna, de la revista británica The New Statesman, el saludo de mano es una de las cosas que Trump debe perfeccionar.
Para el presidente Trump, “su virilidad pura está en despliegue cuando envuelve sus manos sobre las de ellos y jala con todas las fibras de su ser”, afirmó Lott-Lavigna.
En ese marco, la forma en que Trudeau evitó el “Trump Handshake” fue considerado un ejercicio hasta nacionalista. Ambos son de la misma estatura (1.88 metros), pero una diferencia notable en pesos: Trump pesaba 107 kilos en enero y Trudeau 82.
El premier canadiense, de 45 años, pareció llegar preparado para evitar el momento en el que el mandatario estadunidense, de 70 años, buscara darle un apretón de manos y jalarlo hacia sí. En vez de eso, el primer ministro canadiense “agarró el hombro derecho de Trump tanto para mantener el equilibrio como para detenerlo y que dejara de jalarlo. Y después, cuando Trudeau dio la mano a Trump mientras estaban sentados, Trudeau extendió sus dedos para indicar que quería ser liberado”, escribió Geoff Beattie, profesor de sicología en la Universidad de Edge Hill (Inglaterra) en el diario The Independent.
Para otros, en todo caso, el punto es simple. La sacudida y el jalón que realiza Trump “le permite imponerse al tomar por sorpresa a la otra persona y al hacer algo que no habían anticipado”, destacó Peter Collett en The Guardian.
Para ese periódico, los saludos de Trump tienen una notable similitud con sus políticas: “son erráticos, impredecibles y egoístas, y no siempre se ajustan a las otras metas que trata de lograr”.
Desde el punto de vista de Gordoa no tiene razón de ser. “Como hombre rico su machismo alfa encontraría rivales que lo superan con creces, tanto en lo económico como en lo político. Es por eso que encuentro que no tiene razón de ser…”, comentó a Excélsior.
Los precedentes en todo caso no son tranquilizadores. Se trata de líderes que según el diagnóstico del especialista mexicano “han ejercido liderazgos nacionales considerados por la historia como viciados, como Muammar Gadhafi, Idi Amin, Saddam Hussein y Hugo Chávez”.