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Washington, Estados Unidos, marzo 1 de 2017
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió ayer a los temas que lo llevaron a la Casa Blanca y tras anunciar la inminente construcción de un muro en la frontera sur, se pronunció por una reforma del actual sistema de inmigración y criticó el Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLCAN).
En su primer discurso ante una sesión conjunta del Congreso, Trump se dijo portador de “un mensaje de unidad y fuerza” al asegurar que la noche de ayer sería el inicio de una nueva era en EU.
Trump prometió una reducción de impuestos a empresas, como una forma de “reencender el gran motor” productivo estadunidense.
El esfuerzo incluye la creación de comisiones para reducir el número de reglamentos que en su opinión ahogan el crecimiento de los empleos, incluso algunas que limitaban la explotación de minas de carbón o entorpecieron la construcción de oleoductos, pese a las recomendaciones de grupos ambientalistas.
Trump afirmó también que desde su llegada al poder, el 20 de enero pasado, la Bolsa de Valores ha visto un incremento de tres millones de millones de dólares y un número de empresas, entre las que citó a Ford, General Motors, Chrysler, Sprint y otras, han anunciado miles de millones de dólares en nuevas inversiones.
“Lo que vemos hoy es una renovación del espíritu de los Estados Unidos”, dijo, al subrayar que su país está “listo de nuevo para encabezar” y no permitir “que los errores de las décadas pasadas definan nuestro futuro”.
“Debemos restaurar la integridad y el imperio de la ley a nuestras fronteras”, expresó Trump al anunciar que “pronto comenzaremos la construcción de una gran muralla a lo largo de nuestra frontera sur. Iniciará antes de lo programado y cuando sea terminada, será una muy efectiva arma contra las drogas y el crimen”, expresó.
Pero una y otra vez se refirió a la importancia de una reforma migratoria “en tanto que nos enfoquemos” en metas como la mejoría de trabajos y salarios para estadunidenses, el fortalecimiento de la seguridad y restaurar el respeto a las leyes.
Anunció en ese sentido el fortalecimiento de las fronteras y en concreto anunció la creación de una oficina con el acrónimo VOICE (Victims of Immigration Crime Engagement/Víctimas del Crimen de Compromiso Migratorio) “para dar una voz a aquellos que han sido ignorados por nuestros medios y silenciados por intereses especiales”.
Horas antes, Trump había asegurado que había llegado “el momento” de impulsar una reforma para arreglar el sistema de inmigración del país, donde se calcula que residen más de 11 millones de indocumentados.
“Este es el momento adecuado para una ley sobre inmigración siempre que haya voluntad de hacer concesiones en ambos lados”, dijo Trump durante un almuerzo privado con periodistas de las principales cadenas de televisión del país.
Una fuente oficial de la Casa Blanca confirmó que, durante el encuentro, el Presidente opinó que tanto demócratas como republicanos tienen que “suavizar sus posturas” si quieren que la reforma migratoria salga adelante.
De acuerdo con esa versión, Trump está “abierto” a tratar el tema de los jóvenes indocumentados que llegaron al país de niños, conocidos como Dreamers (Soñadores), y a hacerlo “por separado” del resto de los inmigrantes del país, con una “política específica” para ellos, explicó otra fuente conocedora del contenido de la reunión.
Pero el tema de los soñadores no fue tocado en el discurso de la noche. En cambio, Trump hizo énfasis en que EU es una nación de “ley y orden” y subrayó apoyo a los integrantes de las fuerzas policiales.
Una y otra vez retornó a los temas paralelos de inmigración y seguridad, al señalar que no se permitirá que Estados Unidos sea un “santuario para extremistas” y anunciar una “agresiva estrategia para desmantelar los cárteles criminales que se han expandido a lo cargo de nuestra nación”.
De acuerdo con Trump, “al finalmente hacer cumplir nuestras leyes migratorias, elevaremos sueldos, ayudaremos a los desempleados, ahorraremos miles de millones de dólares y aseguraremos nuestras comunidades”.
Anunció también renovación de la infraestructura, fortalecimiento de la potencia militar estadunidense y en general una nueva era de prosperidad a partir de la idea de que todo lo roto puede repararse y con la meta de “hacer grandes otra vez a Estados Unidos otra vez”.
El mandatario, que trataba de superar lo que se describe como un mal comienzo que vio caer su aprobación a niveles tan bajos como 35 por ciento.