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Desastroso. Así fue el mes de abril de este 2009 para la inversión fija bruta en México. Las variaciones negativas anuales (respecto de abril de 2008) son impresionantes, pero también las variaciones mensuales (respecto de marzo de 2009) revelan que fue un mes de veras malo —esperemos que el peor de la crisis— como lo muestran estos datos:
Caída mensual en abril de la inversión fija bruta sin efectos estacionales: MENOS 1.99 por ciento. (-1.99%).
Caída mensual en abril de los gastos en maquinaria y equipo sin efectos estacionales: MENOS 8.35 por ciento (¡¡¡¡!!!!!) (-8.35%)
Avance en construcción (casi irrelevante si se cuenta el fuerte gasto público) durante abril respecto de marzo: apenas 1.07 por ciento. (1.07%)
Ahora bien, todo esto es historia. Estamos a 13 de julio y las cifras comentadas son de lo que sucedió hace 75 días o más..., hace mucho, mucho tiempo.
Sería un error grave aumentar la dosis de estímulos fiscales en Estados Unidos, cuando ni siquiera se le ha dado tiempo de actuar al pantagruélico paquete original de estímulos propuesto por el gobierno de Barack Obama y aprobado por el Congreso.
La tasa de desempleo —9.5 %— ha puesto nerviosos a muchos en la Casa Blanca y en el Capitolio. Pero ya deberían saber que los estímulos fiscales no tienen efectos instantáneos. Más aún, el propio nerviosismo de algunos, porque los dichosos brotes verdes o retoños tardan en aparecer, en el fondo le da la razón a quienes advirtieron a tiempo que las presunciones del gobierno de Obama y de los demócratas acerca del supuesto efecto multiplicador del gasto público estaban erradas. Lo siguen estando: Si bien les va el efecto multiplicador será de uno.
En buena medida, la recuperación aparecerá por el mismo funcionamiento del sistema de precios en un mercado libre, más que por las inyecciones de recursos públicos. La depresión de algunos precios (digamos, los precios de la vivienda) que tanto alarma a muchos, en realidad es un aviso para los participantes en el mercado de que han surgido nuevas oportunidades y, a la postre, reanima la economía sin crear distorsiones de carácter estructural, sino más bien recomponiendo la asignación de recursos hacia patrones más eficientes. La caída de más de 30% del precio de las viviendas en algunas áreas urbanas de Estados Unidos "avisa" a los potenciales compradores - que durante la burbuja de precios decidieron que las viviendas eran demasiado caras y no compraron- que las condiciones han cambiado y han surgido oportunidades de compra. Las compras de los cazadores de gangas, a su vez, le "avisan" a los promotores y constructores de vivienda que la demanda muestra incipientes signos de recuperación y estimula, a su vez, la reanimación de algunas inversiones "oportunistas" (las mejores inversiones son por lo general "oportunistas" y se suelen encontrar más en la etapa de contracción de los ciclos que en las etapas de euforia).
Un competente pediatra suele recetar, ante la aparición de algunas fiebres agudas en niños debidas a virus (y para las cuales, por tanto, los antibióticos están contraindicados), ansiolíticos a las angustiadas madres y "crono-terapia" a los niños, es decir: Darle su tiempo al ciclo de la enfermedad, digamos 24 o 48 horas. Algunos políticos y gobernantes se muestran tan ansiosos o más que las madres aprensivas y pueden incurrir en el error de intoxicar a la economía con carretadas de dinero público que, en su mayor parte, será dinero tirado a la basura.
¿Y en México qué?
Una moraleja semejante puede aplicarse a la actual situación en México: Tenemos muchos políticos ansiosos por ver resultados. Las recientes elecciones, que regresaron al PRI al poder (dado que, para efectos prácticos, será la mayoría, y no sólo primera minoría, en la Cámara de Diputados, merced a su alianza con los "verdes"), han incrementado la ansiedad. Al PRI le urge mostrar que "sí saben cómo hacerlo" y corregirle la plana (al menos de cara a las galerías) al gobierno federal respecto del manejo de la crisis. Cuidado, estos personajes traen la brújula descompuesta. Prácticamente no hay que hacer nada para que empecemos a ver, a partir de septiembre, cifras anuales mucho más alentadoras en prácticamente todos los rubros; será un previsible efecto estadístico cuando las bases de comparación (los respectivos meses de 2008) sean muchos más bajas.
Por otra parte, más que un mayor gasto se requieren medidas que destraben la oferta privada como una mayor desregulación, una baja significativa de los aranceles y el desmantelamiento de varias barreras no arancelarias, aperturas a la inversión extranjera en rubros clave y simplificación en serio del proceso para ejercer el gasto público ya autorizado (los aparentes retrasos en el ejercicio del gasto no son asunto de buena o mala voluntad, sino de trabas legales creadas por los propios legisladores, por ejemplo: la burocracia emanada de la legislación ambiental o la surgida en el comercio exterior en materia de etiquetados, reglas de origen y demás que con tanto fervor suelen exigir nuestros negociantes mercantilistas para ser "protegidos" por el Estado).
En este sentido, hay que estar muy atentos a detectar quién llevará la voz cantante para imponer su línea a los nuevos legisladores del PRI. Muy esquemáticamente: El peor escenario sería que marquen la pauta los ávidos de presupuesto (línea Manlio Fabio Beltrones, a través de Jesús Alberto Cano Vélez ) sobre los de la retórica de "prudente izquierda" (Beatriz Paredes, mediante David Penchyna) y por encima del puñado de auténticos reformadores competentes (como el ex secretario de finanzas del estado de México, Luis Videgaray Caso). Por lo pronto, el peor de los escenarios - que repetiría el desaguisado del presupuesto federal para 2005 que tuvo que ser vetado por su cúmulo de desatinos - sería el arribo de los devoradores de presupuestos cobijados por Beltrones.
Hay que amarrarles las manos. Un indicio interesante: Si usted teclea en Google las palabras "Cano Vélez y PRI" el primer vínculo que aparecerá será a la columna de Leo Zuckerman en Excélsior del pasado 9 de julio que se llama, precisamente: El PRI va por el dinero.