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Ante la cercanía de las elecciones locales del 2010, surgen diversas especulaciones sobre el futuro político de la capital yucateca, la cual ha sido bastión panista por casi 20 años.
En términos generales, en los últimos 19 años la ciudad ha crecido de formar eficiente y dentro de márgenes aceptables de desarrollo. Vivir en Mérida es vivir dentro de un marco de calidad de vida que ha motivado que más del 25% de sus habitantes provengan de otras entidades de la República.
Las administraciones panistas han tenido más aciertos que errores en sus gestiones. Sin embargo, y de forma natural, existe un desgaste en el discurso político del municipio. Ya no basta con tener buenas calles, ya no basta con un manejo eficiente de las finanzas públicas. Ya no basta con decir que somos mejores que los de enfrente. Las nuevas generaciones de meridanos, que no sufrieron las administraciones priístas de los ochentas, no tienen un punto de comparación histórico, de tal manera que no valoran el trabajo panista en la ciudad. Nombres como el del "Cheché" Ceballos les son totalmente desconocidos.
Tal vez esa sea la razón por la cual el PRI basa toda su mercadotecnia política para atraer al grupo de votantes de 18 a 25 años, gente que hace la diferencia al momento de ganar o perder una elección. Candidatos jóvenes, bonitos, "buena onda", que ante la mirada juvenil son más atractivos que cualquier otra cosa, son el común denominador que apoya la ola roja, que sin duda anhela regresar al Palacio Municipal a como dé lugar.
De ahí la gran apuesta tricolor por la ciudad capital, ya que están dadas las condiciones para el asalto al bastión azul.
Recientemente se supo que al gobierno de Yucatán recibirá de la Federación alrededor de 19 mil millones de pesos, como presupuesto para ejercer durante el año electoral del 2010. Cifra histórica en la entidad y que desde la ciudad de México ya se advierte será utilizada para la campaña electoral. Los analistas políticos subrayan que no están dadas las condiciones para que estos recursos millonarios sean fiscalizados de manera transparente. Surge entonces la duda sobre la limpieza del proceso electoral yucateco. Prueba de lo anterior son las palabras del dirigente tricolor en Yucatán, que no se ha cansado de repetir: “vamos con todo por Mérida”.
Hasta hace unos meses, en el ánimo popular ya se daba por muerto al PAN en su intención de retener la alcaldía meridana. El carro completo en las elecciones para diputados federales, que arrolló al panismo yucateco a mediados del 2009 y que trajo como consecuencia que la entidad se pintara de tricolor, además del escándalo de Cecilia Flores, eran los principales argumentos para que el priísmo echara las campanas al vuelo. Sin embargo errores constantes por parte de la gobernadora, y algunos de sus colaboradores, le han dado una bocanada de vida al panismo.
Queda claro que la fórmula azul para retener el triunfo en el municipio meridano recaerá en la elección del candidato. Un personaje que logre la simpatía popular, la unidad partidista y que traiga un discurso renovador de la imagen blanquiazul. No se trata de una receta de cocina, pero sí de la expectativa de mucha gente que desea ver un PAN que realmente haga la diferencia con el PRI.
Empieza la lucha por la joya de la corona: Mérida, en donde vamos a ver de todo, sobretodo un gobierno estatal que navegará en las aguas del cinismo y descaro con tal de lograr sus objetivos. Muchas señales ya se pueden percibir de la maquinaria tricolor, la cual está velando armas de cara al 2010, una de ellas fue la visita de la Gobernadora a las comisarías meridanas en donde entregaron recursos a poblaciones “abandonadas por su autoridad”.
Ante los movimientos tricolores, la dirigencia del PAN debe de empezar a mover sus fichas de forma clara y contundente para hacer frente a lo que se viene y no sólo afiliando gente al partido. Retomar la calle puede ser una opción válida, además de buscar formas novedosas de hacerle llegar a la gente la propuesta panista. Lo que no queremos ver es tibieza, ni en el discurso político, ni en las acciones. Ya es hora que el partido blanquiazul, catalogado de moribundo en la entidad, dé señales de salud y fortaleza.