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Arqto. Carlos Bassol Perea
En mi actividad laboral, la construcción, es muy común el famoso sube y baja de este tipo de negocios. Hoy tienes un buen año, mañana quizá no.
Después de dos años especialmente malos para mi compañía, este 2009 resultó un buen año no obstante la grave crisis que todavía estamos viviendo.
Sin embargo, este año también deja en mí huellas imborrables de la ineficiencia e injusticia gubernamental de la que somos presa los ciudadanos en nuestro País y de las que, raramente, hacemos algo los mexicanos —autoridades y ciudadanos— por intentar corregir. A continuación narro mi terrible experiencia con la Profepa, la Semarnat y Hacienda.
Tras haber solicitado del Ayuntamiento de Progreso el permiso de construcción para poder elaborar la remodelación de una casa de la playa, iniciamos la obra. Me pidieron lo de siempre: planos, últimos pagos del impuesto predial, escrituras, etc. Como sé cual es el procedimiento que se requiere para construir, pregunté si era necesario tramitar algo en Semarnat y me contestaron que no, porque sólo era una remodelación de un área que, en todo caso, ya había sido impactada años atrás cuando se realizó la construcción del predio.
La obra debía entregarse a finales de junio de 2009 para que los propietarios pudieran disfrutarla en las vacaciones de julio y agosto. Por ello, comenzamos la remodelación en noviembre de 2008, ajustados a un estricto programa de ministraciones económicas, a fin de que estuviera lista en ese tiempo.
En abril del 2009, con la obra avanzada 80%, se presenta al lugar personal de la Profepa requiriendo mi presencia. Como el que nada debe nada teme, me presenté a la obra para atenderlos. Me pidieron ingresar a la obra para checar unas medidas, a lo cual accedí. A continuación se suscitó el siguiente diálogo entre el que parecía jefe y el que esto escribe:
—¿Me puede mostrar su carta de impacto ambiental?
—Aquí está mi permiso de construcción debidamente autorizado por la autoridad competente, lo que implica que cumplí con los requerimientos que dicha autoridad me solicitó, y que, por cierto, no incluían ninguna carta de impacto ambiental toda vez que el área ya había sido previamente impactada”.
—Usted tiene que entender que ellos son una autoridad municipal, y nosotros somos una autoridad federal. Y somos muy independientes.
—Efectivamente, son independientes, pero la autoridad que debe darme los requisitos inmediatos de lo que debo cumplir es el Municipio. Así, por ejemplo, cuando tramito una remodelación en el centro histórico de Mérida, si no le presento al Ayuntamiento un permiso autorizado del INAH —que por cierto es también federal— simplemente no me dan el permiso de construcción.
Y lea Usted lo que el inspector de la Profepa me contestó: “Si, señor, pero usted debe saber que el Ayuntamiento de Progreso es priista, y nosotros, al ser federales, somos panistas, así que tenemos diferencias”.
Obviamente puse la cara que debes tener tú al leer esta parte.
Acto seguido procedieron a llenarme la obra de sellos —gigantes por cierto— con la leyenda “CLAUSURADO”.
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Dejar la interpretación de las leyes a inspectores sin los conocimientos y sentido común necesarios, puede acarrear problemas a la autoridad y a los particulares que después es muy complicado destrabar. Ese fue mi caso. |
Le digo abiertamente a este individuo que está cometiendo una injusticia, pues no está fundamentada legalmente la clausura de la obra. Su respuesta fue simple: “le voy a dejar este escrito, y vaya usted a pelearlo a las oficinas de Profepa en Mérida”.
Cuando una obra es clausurada por una autoridad, implica que no puede haber personal trabajando en ella. Por tanto, en ese momento, tengo que dejar sin trabajo a cerca de 30 obreros. ¡Hágame usted el favor, en pleno 2009, año de la crisis mundial, donde obtener trabajo es más dificil que sacarse la loteria!
“No se desesperen, esto es un error y se solucionará a más tardar en 3 dias”, les comento si saber que justo ese día, el gobierno federal decidió cerrar todas las oficinas gubernamentales por la contingencia de la influenza. Por lo tanto, tuve que esperar 15 dias para que los señores vuelvan a abrir sus oficinas. Y ahí empezó mi peregrinar, que, como verán, hasta hoy no concluye.
Mi cliente, quien para mi fortuna es además mi amigo, aunque asombrado, entiende la situación. Y digo para mi fortuna, pues suelo trabajar para extranjeros, quienes podrían cancelarme un contrato por pensar que he sido ineficiente al tramitar los requerimientos necesarios.
En mi desesperación le ofrezco a mi cliente publicar en el periódico las irregularidades e injusticias que se habían cometido por la clausura de la obra. Su respuesta fue simple: “No, me van a hacer auditorías, van a buscar alguna manera de perjudicarme, no publiques nada, atiéndelo y vé de qué manera se puede arreglar”.
Busco entonces a un abogado y le digo que quiero demandar a la Profepa. Se ríe de mí y me sugiere que no me pelee, que mejor asista —cuando abrieran las oficinas— a ver qué es lo que querían o "cuánto" querían. “Si te vas a pleito esto se puede tardar más de 4 años”, me indicó.
Cuando finalmente abren las oficinas de Profepa me entrevisto con su delegado. Al externarle mi inconformidad, me contesta que aunque no me solicitaron en el Ayuntamiento la carta de impacto ambiental, yo tenía que haberla tramitado en Semarnat y en cuanto a la injusticia cometida señaló: “nosotros tenemos que clausurar parejo, y por ello a veces pagan justos por pecadores”.
Así las cosas, solicito y pago en Semarnat la carta de impacto ambiental, misma que me es negada con el argumento de que ya se había impactado toda el área, y que, por tanto, era imposible hacerla.
Cabe mencionar que, por esas fechas, por casualidad me encuentro al delegado de Semarnat, quien es un viejo amigo mío. Le expongo todas las irregularidades que se habían cometido en la clausura. Me comenta: “nosotros somos independientes de la Profepa; desconozco el problema, pero déjame ver cómo te puedo ayudar”. Le hago ver que no le pedía un favor, sino que únicamente le exigía que cumpliera con su trabajo.
Al no obtener la carta de impacto ambiental, con la asesoría de un abogado meto una apelación especificando por qué estoy en contra de la clausura.
Habiendo pasado 2 meses desde la clausura, comienzo a trabajar nuevamente en la obra previa fe notarial que sobre el “levantamiento” de los sellos realizo. Termino la obra en la fecha establecida y la entrego a su dueño.
A finales de noviembre me llega un citatorio de la Profepa. Según esto, es el dictamen final, en él me indican que necesito tramitar una carta de impacto ambiental y pagar una multa de 10 mil pesos. Me quedo boquiabierto pues 6 meses antes, habiéndome avisado que ya habían resuelto en sentido negativo mi carta de apelación, mi abogado me indicó que no se podía hacer nada hasta que nos dieran el dictamen respectivo en un plazo máximo de 40 días, en el entendido que después de dicho plazo, se daban por aceptados mis argumentos.
A fin de solucionar de una buena vez las cosas, asisto a la Profepa no obstante la extemporaneidad de la notificación.
Ya ahí, frente a toda la gente que espera turno, tengo el siguiente diálogo con el empleado de la ventanilla:
—¿En qué le puedo servir?
—¿Servir? En nada, caballero, francamente, sólo en perjudicarme y quitarme mi tiempo. Pero ustedes ganan...ya!, ¿te pago estos 10 mil pesos y ya dejan de estar ching... gente?
—No, necesita ir a la Semarnat a que le hagan una carta de impacto ambiental.
—Ya la pagué, ya me la hicieron, pero como no leen, como no se toman la molestia de saber que no es una construccion nueva sino una remodelacion, pusieron que no aplicaba. Entonces me traen como idiota dando vueltas y vueltas y a ninguno de los burócratas le importa realmente el problema. Yo ya quité los sellos de clausura, ya entregué la obra... ¿Ustedes creen que es un juego? Espera, no me contestes, sí es un juego: el de desespérate y ofrece dinero para terminar a tiempo.
—Pero su obra sigue clausurada...
—Efectivamente, por eso contra mi voluntad y porque ya entendí cómo manejan a México todos ustedes, vengo a premiarlos por su incompetencia: aquí están los 10,000 pesos de multa.
—Eso no se paga aquí, es en Hacienda, y pagando no queda terminado el problema, tiene que ir a Semarnat a hablar sobre la carta de impacto ambiental.
No obstante lo anterior, salgo de ahí un poco contento, pues mis comentarios en público prenden a los ciudadadnos que estaban en espera... y hasta me aplauden.
De nueva cuenta me entrevisto con el delegado de Semarnat. Le demuestro con fotografías de Google Earth anteriores a la remodelación que me clausuraron —y que, curiosamente, me fueron proporcionadas por los propios inspectores de Profepa— que la referida remodelación no implicó el impacto ambiental de área nueva alguna. Se queda con la boca abierta y alcanza a a decir: "¡chíngalos, eso no nos lo dijeron!"
Le comento que ya lo sabía, pero que ya no quería saber más de ellos, por lo que le pedí me indicara qué debía hacer, a lo que me respondió: "Pues antes que nada, pasa lo más pronto posible a pagar la multa a Hacienda y de inmediato vienes para que te liberemos esto de la carta de impacto ambiental, que, por cierto, no la necesitabas, pues ya está impactada el área..."
Al día siguiente voy a Hacienda a realizar el pago de la multa. Después de checar mis papeles el individuo de la ventanilla me dice: "un momento, por favor", para levantarse y regresar con otra persona. Ambos revisan la computadora durante varios minutos, sólo para volverse a levantar y regresar con una tercera persona, que tras varios minutos más se anima a preguntarme: "¿No sabe quién era la persona que debió mandarnos ese documento? No tenemos registrada su multa..."
Le hago ver que lo desconocía, pero lo que sí sabía era que me habían dado un plazo para pagar la multa y ese día vencía dicho plazo.
"Sí, pero tiene que ir a la Profepa para que les pida que nos manden los documentos para poder cobrar la multa", me indica la señorita de Hacienda.
Realmente exaltado por tanta ineptitud, le mando el siguiente mensaje al delegado de Semarnat: "¿Puedes creer que no me pudieron cobrar la multa porque no se ha enviado ningún documento que hable sobre la misma? Y además me piden el favor de ir a solicitar a Profepa que manden el documento necesario para que Hacienda me pueda cobrar una multa por hacer las cosas debidamente. Digo, si vamos a premiar a los burócratas ineficientes por jodernos indebidamente, hay que hacer el favor completo, no a medias..."
Hasta hoy no he recibido respuesta de mi amigo el delegado de Semarnat.
Échenle números. Horas que he perdido en abogados esperando a que me atiendan en estas dependencias, días perdidos de trabajo, obreros que dejaron de cobrar por semanas... ¿De cuánto le gusta que estemos hablando?