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"Riqueza de la bolsa": fue el título a todo lo ancho de la primera página del viernes 8 del Diario de Yucatán. El subtítulo se refería a Carlos Slim —primero, segundo o tercer hombre más rico del mundo. ¿Por qué el editor pensó que ese titular fue el "bueno"? Es decir, ¿qué busca comunicar este título que "cabecea" el diario más importante de Yucatán el viernes 8 de enero de 2010?
En México la palabra "riqueza" está relacionada con el concepto de "perversión" o "corrupción". Se dice que quien es rico, a alguien ha perjudicado. Las campañas políticas de los izquierdistas consideran la riqueza personal de los individuos como algo que existe porque el sistema es injusto. Si el sistema fuera justo, ¿cuál sería el resultado?
Cabe entender algo muy importante. Las revistas internacionales que clasifican a los individuos más ricos del mundo, lo hacen en base a muchos factores, uno de los cuales es el total de acciones bursátiles en posesión del individuo. Todo lo que se cotiza en las bolsas de valores es público. Por lo tanto, se puede saber públicamente quién posee cuántas acciones de cualquier emisora. Las propiedades también son asunto abierto al conocimiento público. En otras palabras, la riqueza es una condición fácilmente deducible de los datos públicos a disposición de quien quiera conocerlos.
El monto total de la riqueza de Carlos Slim es mucho mayor que la suma de lo que está a su nombre en Telmex, Telcel, Sanborns y demás empresas del Grupo Carso. La cifra de su riqueza es la suma de lo que hoy, en este momento, "valen" las acciones bursátiles que el señor ha logrado mantener en su posesión.
Pero, ¿podría hoy el Sr. Slim, en este momento, convertir a dinero en efectivo el valor de las acciones de su propiedad? Las respuesta es un tajante no. Y ese "no" se extiende a lo que es posible y abarca lo que es deseable. Ni es posible ni es deseable. El valor de las acciones —esto es, el valor del dinero en sí— se sustenta en las empresas.
Parece un asunto elemental, pero hay que recordarlo para no "perder el piso". La expresión "riqueza de la bolsa" se debe calificar como algo que en inglés se expresaría con la expresión verbal "misleading". Es una expresión que hace que la realidad se convierta en más confusa en vez de facilitar la comprensión global. La riqueza se compone de los valores realizados, tangibles, concretos, tocables. Las acciones de la bolsa de valores son estimadores de una posible riqueza, pero no son la riqueza en sí.
Quien es poseedor de acciones es, para empezar, alguien que ha decidido ahorrar —mucho o poco— de su dinero efectivo. Comprar una acción significa no usar el dinero para consumir algo, sino colocarlo en un instrumento que cambia de valor —cosa que no sucede con el dinero— conforme el tiempo pasa y una empresa se desarrolla. Las grandes empresas sólo existen porque hubo grandes ahorradores: muchos individuos con poco dinero cada uno, o unos cuantos individuos con mucho dinero cada uno.
La riqueza no son las acciones de la bolsa, ni el dinero en el banco. La riqueza es la producción útil, demandada y deseada por los consumidores. La riqueza son los servicios que se proporcionan. Quien usa el dinero —consumiendo productos o servicios finales— está en el camino de dejar de ser rico —si no está, al mismo tiempo, generando más dinero conforme eroga.
Los gobiernos no existen para generar riqueza sino para coordinar el esfuerzo de todos los ciudadanos de tal forma que siempre encuentren las condiciones propicias para desarrollar su actividad productiva. En México se cree que el gobierno está para generar fuentes de trabajo. Calderón, al querer llamarse a sí mismo "el presidente del empleo" sólo podría haber estado tratando de decir que tenía como objetivo en su gobierno hacer las cosas que se traducirían en facilidad para que los negocios crezcan —los ya existentes en el país— o vengan a México —los existentes en otros lugares.
Quien tiene su riqueza en títulos accionarios, no está usando su riqueza sino para provocar que se genere más riqueza. El dinero en valores de la bolsa es el más activo para provocar que la riqueza de la sociedad aumente, y, por lo tanto, el más fuerte generador indirecto de empleo. El dinero que se reparte para mantener contentos a potenciales electores es el menos productivo que puede hacer circular una sociedad, pero, sin dejar de ser también motor de nuevo crecimiento —dependiendo de qué decidan hacer los beneficiados con el "gasto".
El "chiste" del sistema capitalista es que la percepción de "riqueza" —al acumular valores bursátiles— genera más riqueza —mucha más— de la posible ganancia al subir el valor de las acciones. Consumir hace que el flujo del dinero se mantenga; ahorrar en valores bursátiles provoca la existencia de más oferta de productos y servicios para generar más atracción de consumo. La pobreza es el resultado de la falta de nuevos negocios para generar empleos.
Por todo ello, "riqueza de la bolsa" es un lamentable título periodístico.