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Difícilmente podré olvidar la breve charla que sostuve con un oficial de migración del aeropuerto de Houston hace un par de años, allá por 2008.
Me preparé mentalmente para responder sus preguntas sobre los motivos de mi visita- que no era la primera- a Estados Unidos: No iba a parpadear, no titubearía y mantendría la mejor de mis sonrisas.
Ante mi sorpresa, sólo cuestionó: ¿Es cierto que en México las mujeres sólo abandonan el hogar paterno cuando se casan? Tratando de evitar cualquier muestra de asombro, le respondí que en la mayoría de los casos, sí.
“No lo puedo creer, es algo que no entiendo“. Así terminó el trámite migratorio y le valió sorbete que tal vez pudiera llegar con un plan malévolo para destruir su mundo capitalista. Me sonrió y “Vaya bien”.
Dentro de los patrones de la cultura estadounidense puedo entender su consternación, aunque conozco a varias mujeres que decidieron tener un hogar independiente a su familiar nuclear.
Pero en los años recientes es más frecuente que hombres y mujeres decidan permanecer en casa y se van cuando buenamente les da la gana. Erróneamente se cree que es por comodidad y holgazanería-que puede ser en algunos casos- pero la mayoría cuenta con una carrera y trabajo que les permite independencia económica y no se van porque simplemente se sienten bien con su familia y les agrada la compañía.
Creo que la idea de independizarse se ha tergiversado mucho. Conozco a muchas personas que juran ser independientes, pero se la pasan prestando dinero a todo mundo, nunca tienen para pagar sus cuentas, no pasan mucho tiempo sin pareja, evitan estar solos y constantemente están en busca de compañía…. Independencia es la capacidad de valerte por ti mismo y eso no significa que tengas que irte de casa de la familia donde creciste. Los modelos de vida han cambiado y todos estamos capacitados para la sana convivencia bajo ciertas reglas.
En estos días, papás, abuelos e hijos comparten la misma casa, gastos, cada quién vive en su mundo y respetan los espacios…. Se transforman en lo que ahora le gusta decir “roomies” y aplica para los dos sexos. Lo anterior ha sido objeto de varias investigaciones sociológicas y antropológicas, y algunas señalan que el principal factor de esta conducta es el miedo crecer, el temor de enfrentarse al mundo. Y yo digo: no creo que sea cierto. Los estilos de vida cambian y hay que saber adaptarnos.
Y también opino: depende de cada persona y actitud. Si te comportas como una princesa o príncipe, ten por seguro que te darás de varios topes en la vida. Y si tu familia te mantiene en el castillo, mucho peor. Por eso se requiere gran madurez y quitarnos el chip de los deberes sociales.
“Deberías vivir sola/o, para que sepas lo que es valerte por ti misma, enfrentarte a la vida” ya carece completamente de sentido en nuestros días. Vive como quieras vivir y depende muchísimo de quienes estén a tu alrededor de cómo manejen la situación. Recordemos que conforme pasa el tiempo, papás e hijos se transforman en amigos y compañeros. ¿Si nos llevamos bien y tenemos libertad, cuál es la necesidad social de alejarnos de nuestro hogar familiar? Mientras haya respeto y tolerancia, todo tipo de convivencia es posible. . Para los padres implica entender que los hijos ya son adultos, tratarlos como tales, brindar consejos (no regaños), cerrar los ojos ante temas candentes y a la vez, exigirles “derecho de piso“, es decir, pagar luz, agua, teléfono, comida, gas y todos los servicios que utilizamos. Para los hijos, ver a nuestros padres como lo que son, papás y compañeros, no solucionadores de problemas, y ser responsables de nuestros gastos y necesidades.
Creo que el término adecuado e inventado por mi sería: democracia familiar. ¿Por qué habríamos de alejarnos de las personas que quiero, si tengo libertad y una excelente relación con ellos, que por la edad se ha transformado en amistad?
No creo que el “retraso de la partida“ del hogar se deba a tener miedo al mundo real porque nuestros propios padres nos pusieron en él desde que tengo uso de consciencia. No sé por qué vemos a los padres como cadenas y limitantes de actos. No lo son, sólo son guías.