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*México (29 de marzo).-
Fumando a solas, con el ceño fruncido y el cuello del abrigo alzado, cualquiera diría que Colin Farrell (Dublín, Irlanda, 1976) está posando, pero nada que ver con la realidad.
Dolce & Gabbana no podrían haber elegido mejor embajador para una fragancia masculina bautizada Intenso. Farrell lo es. Pero también es entretenido y sin filtros.
Colin fue el chico malo oficial del cine en una época en la que no faltaban canallas. Bebió y se drogó como si no hubiera un mañana y salió con una legión de modelos, chicas Playboy y famosas como Britney Spears.
Una ex difundió un vídeo suyo de contenido sexual y fue denunciado por una fan acosadora. El colmo. En 2005, tras el fracaso de las superproducciones Alexander y Miami Vice, ingresó en una clínica de desintoxicación. Era eso o, según ha confesado, encerrarse en un piso de Nueva York con miles de dólares en heroína. Salió de la clínica totalmente cambiado.
¿Considera la superación de sus adicciones algo todavía presente en su vida?
No. Ya he hablado de ello lo suficiente. Abordé el tema durante 10 años, la culpa ha sido sólo mía.
Cambió los excesos por el yoga.
Así es. Aunque no me creo un yogui. Soy un hombre que ha sido maldecido con caderas irlandesas. Hay ciertas posturas que nunca podré hacer. Aunque lo bonito del yoga es que la práctica evoluciona de manera constante, dependiendo de la etapa vital en la que te encuentres.
Dicen los medios británicos que se ha comprometido al celibato por precepto budista. ¿Nos lo creemos? ¡No! Yo también lo vi. Que conocí a unos tipos budistas y me dijeron que abandonara el sexo. Es lo más gracioso que he escuchado nunca. Y no tengo ni idea de dónde se han sacado una información tan específica. Cuando lo leí, me di pena. Pensé: “Pobre hombre. Ah, espera, ¡si soy yo!”
¿Su carrera hubiera sido distinta de haber irrumpido en la era de las redes sociales?
Si cuando empecé hubiera existido Twitter, estaríamos haciendo esta entrevista entre rejas. Hoy es más difícil hacer travesuras y hay menos libertad, pero extrañamente las redes sociales facilitan las cosas en otros sentidos.
Nada más llegar a Hollywood, los críticos le coronaron como el mejor actor de su generación. ¿Le afectó?
Me afectó completamente la tormenta que se desató a mi alrededor. Llegué a Hollywood con 22 años y se me ofrecieron todo tipo de oportunidades. En un par de años hice lo que otros actores no logran en toda una vida. No puedo explicar cómo ni por qué. Los actores jóvenes me piden consejo y lo único que puedo responder es que hagan lo que les gusta y, si se vuelve muy doloroso, que busquen otra cosa. Es deprimente, pero qué les voy a decir, ¿que se aprendan el guion, practiquen acentos o usen crema hidratante?
¿Hubo algún momento en el que pensó abandonar la interpretación?
Hmmm, sí, después de Miami Vice. Estaba quemado y cansado. Me di cuenta de que me dedicaba a eso porque se me había presentado la oportunidad. Echaba de menos implicarme. Me tomé un tiempo libre y reflexioné sobre las razones por las que el Colin previo a la locura quería dedicarse a la interpretación. Llegué a la conclusión de que disfrutaba con la profesión, y que además era una buena manera de ganarse la vida.