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México (12 de septiembre).-
Recrear animales extintos, como se hizo en la película Parque Jurásico, no es fantasía, sino algo que puede lograr la ciencia. No precisamente dinosaurios como en la cinta, sino especies desaparecidas hace sólo decenas, cientos o miles de años y de los cuales es posible obtener muestras de ADN que por razones fortuitas se hayan conservado en buenas condiciones.
Así lo considera la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la UICN, que incluso ha establecido ciertas reglas al respecto, y varios centros de investigación tienen en marcha proyectos al respecto. Uno de los principales candidatos a la resurrección es el mamut lanudo, Mammuthus primigenius, un proboscidio que rondaba por las llanuras de Eurasia, Norteamérica y África y cuyos últimos ejemplares desaparecieron hace unos 3 600 años. También se está intentando recrear el lobo de Tasmania, Thylacinus cynocephalus, un lobo marsupial —no mamífero— que vivió en Australia y la isla de Tasmania y se extinguió hace un siglo. Y, entre los más recientemente extintos, el bucardo o cabra montés de los Pirineos, Capra pyrenaica pyrenaica, del que sólo se tienen registros hasta 2000, cuando se le declaró oficialmente extinto.
Desde luego, el más espectacular de tales proyectos es el del mamut lanudo. Lo encabeza el Dr. George Church, un genetista de la universidad norteamericana de Harvard, quien utiliza genes tomados de células de restos de mamuts hallados en Siberia. El procedimiento consiste en insertarlos en células de elefante asiático Elephas maximus, que es el pariente aún existente más cercano a los mamuts. En la primera etapa de los trabajos, se han introducido los genes que determinan el tamaño de las orejas, la grasa subcutánea, y el largo y color del pelo del mamut, en células de la piel de elefantes.
Los resultados iniciales son prometedores, pero no hay que esperar que pronto veamos colosales mamuts lanudos pastando majestuosamente en las praderas. Hay todavía mucho por hacer. Si bien los genes se incorporaron a las células de elefante, este es tan sólo un primer paso en un largo proceso. Después habrá que encontrar la manera de hacer que a partir de esas células híbridas se desarrollen tejidos especializados, para comprobar si se obtienen las características físicas deseadas. Por ejemplo, si producen pelo del mismo color y textura que el del mamut. Si se logra buen éxito, el siguiente paso sería cultivar las células híbridas en un útero artificial. Esto para evitar las objeciones y oposición de los animalistas al uso de un útero real, de una hembra de elefante. Si todo sale bien y se obtiene un híbrido mamut-elefante, habría aún qué observar si sobrevive. De ser así, será necesario todavía seguir incorporando genes del DNA de mamuts al genoma del elefante, hasta lograr un mamut hecho y derecho.
Como se ve, todo esto es bastante laborioso, complejo y —sobre todo— demandará mucho tiempo. No hay, pues, que ilusionarse con la idea de que en los próximos años podremos ver en zoológicos o parques naturales a aquellas bestias extintas. ¿Cuándo ocurrirá eso? Es difícil preverlo. Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx