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Mérida, Yucatán, México, 08 agosto de 2023
El mayor reto de la oposición se hizo manifiesto en los últimos días. Tiene que ver con la capacidad de articular un movimiento único, estructurado y definido.
De repente aparecieron fisuras, propiciadas desde dentro y desde afuera, que son el mayor riesgo de todo este proceso.
Si las divisiones imperan, pueden hacer naufragar el proceso y ponerle a Morena en bandeja de plata el triunfo en 2024, con cualquier candidato o candidata que elijan. Permítame identificar de dónde vienen los riesgos para la oposición.
1.- Los que aborrecen a los partidos.
Hay un amplio grupo de ciudadanos y organizaciones que respaldan la candidatura de Xóchitl Gálvez pero que aborrecen a los partidos políticos. Los consideran oportunistas, corruptos y toda la secuencia de denostaciones que puedan ponerles.
Estos grupos o personajes quisieran que Xóchitl repudiara a los partidos y se postulara como candidata ciudadana.
Evidentemente sería un suicidio. Ella es sensata y no lo va a hacer. Pero, refleja una tensión importante en el frente opositor. Sin los partidos políticos no hay frente, ni candidatura ni posibilidad de triunfar, pero sin los ciudadanos sin partido, no hay posibilidades de competir.
Moverse en un delgado filo es uno de los mayores retos de la senadora Gálvez. Veremos si tiene el talento para conseguirlo.
2.- Los aparatos de los partidos.
Ni la maquinaria del PAN ni la del PRI querían ni quieren a Xóchitl de candidata a la presidencia de la República. Quisieran otros personajes, incluso con el riesgo de perder. Pero también son pragmáticos y no van a dejar pasar la oportunidad de perder a la mejor candidata. En cierta medida, sin embargo, Xóchitl se volvió su peor pesadilla porque no la pueden repudiar, pero saben que si se convierte en candidata les va a limitar su espacio y no quieren un margen tan estrecho como el que ella les concedería. Andan en la tablita.
3.- El aparato de Xóchitl.
Decíamos hace poco que la aspirante tiene escasa estructura. Pero para organizar las giras en el país, ya se hizo un aparato. Los que ahora están ya rodeando a la senadora van a tratar de cobrarle su respaldo y hoy ya le pidieron que cuestionara el proceso. Desde cualquier perspectiva estratégica es un desastre que lo haya hecho. Se está disparando a los pies. Es obvio que va a ganar. Pero el nerviosismo de su bisoño equipo la condujo a cuestionar a los que van a pasar a la final, sin darse cuenta de que eso mismo va a ser usado para cuestionar su triunfo. Se trata de una novatada que muestra la inmadurez de su equipo y la falta de pericia política de ella misma.
López Obrador va a seguir peleando por tener todo el espacio para cuestionar a la senadora Gálvez.
Sabe que tiene un amplio respaldo de la población y que si lograra posicionar el argumento de que ella hizo negocios desde sus posiciones en el poder, eso erosionaría su respaldo.
La oposición se encuentra en un momento como no lo había vivido en esta generación.
Pasó en 1988 cuando el gran candidato de la izquierda, Heberto Castillo, personaje intachable, inteligente y con toda la trayectoria, tuvo el talento para declinar la candidatura de la izquierda y respaldar al candidato de un partido satélite, el PARM, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, porque sabía que la gente estaba con Cárdenas.
Tuvo que sacrificar su legítima aspiración como un sacrificado líder de la izquierda para respaldar a un priista que desertó de última hora pero que representaba la gran opción del país.
El problema es que pareciera que los políticos con la altura de Heberto Castillo ya se extinguieron.
La propia Xóchitl tendrá que desarrollar esa visión de la aspirante triunfadora, caracterizada por la generosidad y la capacidad de integrar en el equipo triunfador a muchos de los que contendieron.
Si la oposición y sus personajes no tienen la altura de miras que hoy se requiere y siguen dándole prioridad a su interés personal, se trate de partidos o de organismos ciudadanos, van a acabar haciendo naufragar al frente opositor y a Xóchitl.
A veces, como en la vieja izquierda o en el viejo panismo, pareciera haber un gusto por la derrota, para poder seguir en la oposición pues muchos no quieren asumir el riesgo de gobernar.
Veremos.
Columna “Coordenadas” de Enrique Quintana para El FINANCIERO