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"Prometo no dejar de luchar... y cada día que pasa me hago más fuerte, cada día que pasa amo más a mi esposa Rosy, cada día que pasa se va comprobando más la verdad de forma científica y por pruebas que siempre y desde un principio se ocultaron para culparme. Pero quiero decirles que no puedo permitir tanta injusticia. Aquí estoy privado de mi libertad física pero no me pueden privar de mi libertad emocional, sentimental y libertad de conciencia."
Fragmento de un correo redactado por Wafé Kuri Torre desde su celda en el Cereso de Mérida y enviado desde su oficina en el hotel a sus amigos, familiares y a Artículo 7.La trágica mañana del 14 de enero de 2008 comienza para Wafé Kuri Torre siendo despertado por un violento estruendo producido por el disparo de un arma de fuego que posteriormente acabaría con la vida de su esposa Rosa María Arceo Ochoa y de su hijo en el vientre materno de su esposa.
Investigaciones hechas por Artículo 7 y tras entrevistar a cerca de una docena de personas —amigos y familiares de la joven pareja— se reconstruye parte de aquel día que vivieron las víctimas —Rosa María y Wafé— y los familiares de ambos.
Según la primera comparecencia del Dr. Ernesto Arceo Mendicuti, padre de Rosa María Arceo, efectuada a las 13:45 horas del mismo día, ante el licenciado Carlos Miguel Couoh Salazar, agente investigador del Ministerio Público, siendo las 6:57 horas y estando laborando en el hospital Juárez del IMSS, recibió una llamada telefónica. Era una voz entrecortada, de tono bajo y distorsionada, que no se entendía. El Dr. Arceo preguntó: "¿quién eres?". Y recibió como respuesta: "don Ernesto soy Wafé". Y prosiguió diciendo que habían entrado unas personas a su domicilio y que habían disparado. Era el punto de inicio de aquel infierno que viviría el Dr. Ernesto Arceo.
El día anterior, domingo 13 de enero, cerca del medio día recibió una llamada de su hija Rosa María para que fueran a almorzar al restaurante Cantamayec, invitados por Wafé. Sería el último almuerzo que tendrían sus padres, su hermano Ernesto y su esposo Wafé con ella.
Cabe señalar que en el almuerzo no se consumió ninguna bebida alcohólica lo que contradice a las declaraciones del policía Carlos Rolando Escamilla Alpuche de que vio a Wafé ese día alrededor de las 4:00 p.m. tambaleante, como si estuviera alcoholizado, cuando éste se acercó para darle una propina para que cuidara casas en construcción a cargo del empresario constructor.
Durante el almuerzo, Rosa María tocó el tema y en tono de vacile comentó que Wafé no sabía disparar una pistola que había heredado de su abuelo paterno y que días anteriores había estado tirando al blanco con ella en el patio de su casa. Wafé respondió sonriendo diciendo que sí sabía disparar y le mostró a los presentes una lesión en el dorso de la mano, entre el dedo pulgar e índice, aparentemente por quemaduras de pólvora.
Otro comentario que la Sra. Rosa María Arceo Ochoa hizo durante el almuerzo fue que no le agradaba la presencia de una camioneta de policía antimotines que durante toda la semana había estado por prolongadas horas a la puerta de su hogar y que no le gustaba que vieran todo el tiempo sus entradas y salidas.
El almuerzo terminó y se retiraron del restaurante aproximadamente a las 3:30 p.m. y las familias se fueron a sus respectivas casas.
Según está asentado en la comparecencia de Ernesto Arceo Ochoa, hermano de Rosy, ese día su hermana y su cuñado Wafé acudieron a su casa aproximadamente a las 22:30 p.m. para devolverle una película que le habían pedido prestada y le pidieron que los acompañara a que compraran su cena.
Acudieron al autoservicio del McDonalds de prolongación de Montejo y posteriormente lo regresarían de vuelta a su casa. Fue la última vez que vería viva a su hermana, declaró en su comparecencia. "La relación de mi hermana con mi cuñado Wafé era muy sana y positiva", dijo Ernesto Arceo Ochoa en esa primera comparecencia.
Aquella noche del domingo 13 de enero, siendo aproximadamente las 23:00 horas, recibieron la visita de un amigo de apellido Farah, que les llevó una invitación para un bautizo. El Sr. Farah posteriormente confirmaría que la relación en ese momento de Rosy y Wafé era cordial, no había el mínimo indicio de disgusto en la joven pareja.
Lo anterior contradice la hipótesis que el Procurador del Estado, José Alonso Guzmán Pacheco, filtraría días después a los medios de comunicación (en particular al Por Esto) de que Wafé y Rosy esa noche estaban peleando, que Wafé la había amenazado y que incluso la obligó a tener relaciones sexuales (pruebas periciales comprobaron lo contrario). Aparentemente era el inicio de una serie de complicidades dentro de la Procuraduría para incriminar a Wafé Kuri Torre en el asesinato de su esposa.
Según la información recopilada, la primera llamada de auxilio que Wafé realizó fue a su suegro, el Dr. Ernesto Arceo Mendicuti, posteriormente hablaría a casa de sus padres y por último se comunica con la mamá de Rosy.
Después de que el Dr. Arceo recibió la llamada de auxilio hecha por Wafé, salió corriendo por la sala de urgencias y se subió a su automóvil para dirigirse a casa de su hija. Según versiones de amigos y familiares, el Dr Arceo solicitó ayuda a un patrullero que se encontraba a las puertas del IMSS para que lo siguiera "ya que estaban asaltando la casa de su hija". El patrullero se negó a prestar el servicio. Posteriormente se cruzó con un policía motorizado corriendo con la misma suerte, también se negó a dar el servicio.
Los primeros en llegar al lugar de los hechos fueron el Sr. Wafé Kuri Eljure y Ernesto Arceo Ochoa. Ambos brincaron la reja de enfrente e ingresaron a la casa a través de una pequeña ventana del baño de la habitación conyugal que previamente había sido forzada por el Sr. Kuri Eljure y por la que se pudo introducir Ernesto.
La escena fue terrible para ambos. Rosy se encontraba boca arriba con el cuerpo de Wafé sobre de ella, este último en estado semiinconsciente.
Ernesto desesperadamente retiró el cuerpo de Wafé de encima de su hermana y procedió a cargarla para llevarla a un hospital. En ese momento llegó Abraham, hermano menor de Wafé, quien ayudó a Ernesto a subirla al vehículo en el que finalmente ella sería trasladada al hospital. Wafé se quedó solo, en estado semiinconsciente hasta que más tarde lo llevaron al hospital.
Antes de acudir a casa de su hija, el Dr. Arceo intentó localizar alguna patrulla para solicitarle auxilio, ya que temía que aún estuvieran los criminales en la casa de su hija, por lo que acudió a las escuelas cercanas donde habitualmente, a esa hora, se encuentran dirigiendo el tránsito y velando por la seguridad de los alumnos. Extrañamente aquel día, no encontró ningún policía en el Ateneo, el Renacimiento y en el Godwin, siendo exactamente la hora de entrada a clases. ¿Casualidad? Habría que preguntarle al Secretario de Seguridad Pública, Luis Felipe Saidén Ojeda.
Por fin después de varias idas y venidas tratando de localizar algún patrullero, el Dr. Arceo regresa a la casa y es cuando ve una gran cantidad de patrullas y antimotines.
Los policías que se encontraban a las afueras del predio, no querían entrar con el Dr. Arceo para prestar ayuda a Wafé. Después se enteraría de que los policías ya habían entrado y salido de la casa, precisamente durante el tiempo en que Wafé se encontraba acompañado solo del papá.
Hasta ese momento el Dr. Arceo no sabía que su hija estaba herida. En el pasillo que lleva a la habitación se encuentra a su yerno Wafé tirado en el piso, totalmente pálido. El papá de Wafé se encontraba atónito ante el cuerpo de su hijo.
El Dr. Arceo se identifica como médico ante la negativa de los policías para levantar a Wafé y trasladarlo a un hospital. Después de varias súplicas los policías acceden a cargarlo y conducirlo a las afueras de la residencia.
Al momento que salían llegó una ambulancia de la SSP y procedieron a colocarlo sobre la camilla y meterlo en ella.
En ese momento llegó un oficial de policía, al parecer de alto rango, y trató de impedir el traslado de Wafé a un hospital argumentando que primero tenía que llegar el Ministerio Público. Según testigos que se encontraban en ese momento, la discusión entre el policía y el Dr. Arceo se volvió tensa, muy agresiva por parte del policía y que intentó darle un golpe con la culata de su escopeta. Gracias a la intervención de otro policía —al parecer de menor rango— evitó el golpe y lo hizo entrar en razón. Se procedió a trasladar a Wafé al hospital Star Medica.
Estos hechos sustentan la hipótesis —vigente hasta el día de hoy— de que convenía que Wafé Kuri Torre no sobreviviera al artero crimen.
Wafé fue acompañado por su papá en la ambulancia. Posteriormente declararía que lo único que hicieron los paramédicos de la SSP fue colocar un suero en la mano derecha. No revisaron la herida en ningún momento ya que no le quitaron la camisa, ni siquiera se la subieron y por el contrario le colocaron una sábana encima.
Al llegar al hospital el Dr. Arceo solicita un quirófano y procede a dar los primeros auxilios a su yerno Wafé, esto, antes de que llegara el Dr. José Luis Araujo quien fue el responsable de la cirugía. Aún no se le había informado que su hija había fallecido. Ni siquiera sabía que le habían disparado y que estaba herida.
El Dr. Arceo y el Dr. Araujo ya presente, procedieron a rasurar el pecho de Wafé. Fue cuando ambos vieron el orificio de entrada de la bala. No tenía huellas de quemaduras —característico de disparo de contacto o corta distancia— y los bordes de la herida estaban lisos y bien definidos.
En algún momento entró el Dr. Luis Augusto González a quirófano y le solicitó al Dr. Arceo que lo acompañara, a lo que él respondió que no podía. Ante la insistencia del Dr. González, el Dr. Arceo comprendió que algo pasaba con su hija Rosita y es cuando sale de quirófano para dirigirse a la sala de urgencias. El Dr. Arceo fue presa del pánico ante la sospecha que algo grave pasaba. Al llegar a la sala de urgencias confirmó lo peor: Rosita había fallecido.
Indagaciones hechas por Artículo 7 arrojaron indicios de que la Procuraduría del Estado de Yucatán cometió un sin número de irregularidades durante el proceso de las investigaciones. Se afirma que cuando se hizo la reconstrucción de los hechos, la procuraduría modificó o alteró el sitio del crimen. Según testimonios de gente que estuvo presente, se modificaron la posición de muebles, almohadas y otros artículos.
Según informes proporcionados a Artículo 7, Rosy se encontraba durmiendo acostada sobre su costado derecho. La bala entró a nivel de la columna. La trayectoria fue de derecha a izquierda y de abajo a arriba. Le destruyó la columna vertebral y le atravesó el corazón.
Trascendió que en una junta que tuvo el Dr. Arceo con el procurador, José Alonso Guzmán Pacheco y el Secretario de la SSP, Luis Felipe Saidén Ojeda, días después de los hechos, el Procurador le comentó e hizo énfasis de que la bala que mató a su hija no aparecía. Sin embargo, en el expediente siempre se hace referencia a la ojiva desde el primer día.
Posteriormente en una junta que el Dr. Arceo tuvo con peritos del Estado de México, al preguntar sobre la bala le comentaron que ésta se encontraba a un lado de la cama. Según esto, se encontró en el lado contrario a la dirección del disparo, osea, como si la bala hubiera dado vuelta en U. Físicamente imposible, a menos que alguien la hubiera movido.
Otro hecho que llama mucho la atención es que la ojiva no tiene abolladuras o rasgos de sangre, a pesar de que rompió un hueso duro y de que atravesó un órgano lleno de sangre: el corazón. Para muchos la ojiva no es la que dio muerte a Rosita, sino que fue sembrada.
En opinión de un familiar de los afectados, la Procuraduría del Estado armó el rompecabezas como ellos quisieron, según sus intereses. Por eso la Procuraduría no tuvo empacho en tratar de manchar el nombre de Rosa María Arceo Ochoa y de Wafé Kuri Torre: inventaron que Rosa María era lesbiana, que tenía una pareja mujer además de otra pareja hombre, que Wafé era maricón, que les gustaba los juegos eróticos y ver películas XXX y que ambos eran drogadictos. Todo con el fin de armar un móvil que incrimine a Wafé. No pudieron sostener lo anterior simplemente porque no era verdad.