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En los últimos días hemos podido enterarnos que ha surgido un movimiento invitando a anular el sufragio, en diversos estados del país. La invitación es a votar dejando la boleta en blanco, o sea sin marcar o por el contrario, a marcar todas las opciones posibles, nulificando de esta manera el voto.
La supuesta intención de esta corriente es que la ciudadanía demuestre su descontento con todos los partidos políticos que no han sabido o no han podido representarla adecuadamente ni defender sus intereses.
Yucatán no ha sido la excepción en cuanto a la aparición de esta tendencia anulatoria. El movimiento ha sido promovido por quienes integraron la agrupación Todos Somos Yucatán, que al parecer no alcanzó los objetivos que se propuso y pretende con esto, obtener alguna ganancia que no queda muy clara aun.
La propuesta es preocupante por varios motivos: en primer lugar porque da a los ciudadanos una falsa impresión de estar cumpliendo con su deber cívico, pues quien anula su voto no es un abstencionista, toda vez que se toma la molestia de acudir a su casilla, hacer cola y depositar de propia mano su boleta en la urna. En segundo lugar porque nos guste o no reconocerlo, nuestro país y nuestro estado no están preparados, no cuentan con la cultura política necesaria para tomar en cuenta el mensaje que necesariamente se deriva de la anulación del voto. Es más que claro que no existe en nuestras instituciones encargadas de la organización electoral, ni en nuestro gobierno, sea cual fuera su nivel, la cultura cívica, electoral, jurídica y hasta de convivencia para entender sutilezas de este tipo. En tercer lugar porque desafortunadamente los votos nulos no tienen impacto ni consecuencias de ningún tipo en cuanto a la validez de nuestras elecciones. Es más, propongo que las elecciones deban necesariamente de repetirse, si los votos nulos rebasan cierto porcentaje del total del padrón electoral, porque lo anterior hablaría de un evidente disgusto ciudadano o igualmente de notables deficiencias en la capacitación electoral, que es otro factor que contribuye a generar votos no válidos. En cuarto lugar, porque como mencionamos, anular el voto resta credibilidad tanto al proceso como a los organismos electorales, pues deja en tela de juicio la calidad de la capacitación impartida a los ciudadanos que participan como funcionarios en el proceso, pues si estos no cuentan con los conocimientos debidos, pueden considerar como nulos, votos perfectamente válidos o podría ser que por información deficiente respecto de la manera de votar, los ciudadanos anulen sus votos, sin que sea su intención hacerlo. Y por último, anular el voto no contribuye en nada a solucionar los problemas de nuestro país o nuestro estado, puesto que solo favorece a aquel partido o aquellos partidos que tengan mayor porcentaje de voto duro, que serían los que se alzarían como vencedores. Lo anterior contribuiría a que quienes lleguen al congreso como diputados o senadores o los que ocupen las alcaldías, gubernaturas o la presidencia de la república misma, no cuenten con el porcentaje de apoyo popular debido para cualquier decisión que hubiera que tomar, independientemente que los representantes populares carecerían de representatividad pues solamente tendrían la representación de un sector social significativamente pequeño, sobre todo tomando en cuenta que en elecciones intermedias, como las que próximamente tendremos, el porcentaje de abstencionismo, se incrementa notablemente por tratarse de comicios que no consiguen atraer el interés de la ciudadanía, que siente que los resultados no le afectan directamente a diferencia de aquellos en los que se elige alcalde, gobernador o presidente de la república.
Es importante recalcar que cuando votamos los ciudadanos otorgamos al ganador de las elecciones una responsabilidad de carácter social en relación al bienestar de una comunidad y que es a partir de ello y conforme al desempeño que la persona tenga como representante popular, que podamos calificar su quehacer como bueno, regular o malo y obviamente esto, solo lo podemos hacer los que participamos debidamente en las elecciones. Es decir, solo aquel que participa, tiene derecho a exigir o mejor aún, a reclamar.
Además, no podemos dejar de señalar que al convocar a los ciudadanos a anular su voto, quienes optan por esta alternativa, una vez más se convierten en auxiliares involuntarios del Partido Revolucionario Institucional, que es el que cuenta con el voto duro más amplio y al que por lógica beneficia la abstención electoral, independientemente de que terminan, por hacerle el trabajo sucio, favoreciendo así los intereses priistas. No es nada nuevo que el PRI gana aquellas elecciones caracterizadas por un mayor nivel de abstencionismo y sale derrotado en aquellas caracterizadas por mayor porcentaje de participación ciudadana, sin que esto sea tampoco fórmula infalible. Es por tanto, absurdo suponer que sea el Partido de Acción Nacional quien esté detrás de todo esto, pues es bien sabido que el panismo ha basado siempre sus éxitos en la participación y el convencimiento ciudadanos.
Ante lo sucedido en nuestro estado en cuanto a las promesas que los gobiernos salidos de las filas del PRI han dejado de cumplir y ante la actitud de represión e intolerancia que han adoptado frente a la oposición y disidencia, es momento precisamente de que los ciudadanos nos sacudamos la apatía y participemos activamente en estas elecciones. Es momento de votar a favor de los candidatos del Partido de Acción Nacional que son los únicos que garantizan a la ciudadanía la protección de sus intereses y poder contribuir al establecimiento de una patria ordenada y generosa. Ciudadano yucateco: ¡este cinco de julio, participa en las elecciones federales!, ¡Que tu voto cuente!, ¡vota por los candidatos del Partido de Acción Nacional!, ¡Ciudadano, este cinco de julio, haz oír tu voz!