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Con verdadera indignación leímos el regreso de ese PRI autoritario que por décadas gobernó este país cobijado por el miedo que imponía a millones de mexicanos. No es posible que en pleno siglo XXI, en la era de Internet y la más avanzada tecnología aún se den actos represivos como la detención de los repartidores de esta prestigiada revista, Artículo 7, que ustedes tan dignamente hacen posible nos den un panorama más claro de lo que sucede en el territorio yucateco.
Soy una periodista que inició actividades desde 1973 en el estado de Campeche, lugar en que nací, años en los cuales la bota represora de gobiernos emanados del PRI intentaron callar mis derechos constitucionales a la libre expresión de las ideas, primero mediante la amenaza velada y luego con hechos más contundentes como el intento de secuestro de mi entonces único hijo.
Viví los horrores de años de presidencialismo, en los cuales ese servidor del pueblo mexicano era visto como un Rey, cuya voz era indiscutible y cuyos mandatos eran irrefutables. Saborié el ajenjo de gobernadores y alcaldes que no aceptaban críticas, y no daban cabida ni a aquellas que llevaban un mensaje de alerta del hartazgo de un pueblo cansado de bajar la cabeza.
He sido testigo del crecimiento de la oposición, que lentamente logró convencer al ciudadano que el PRI ya no era opción viable si queríamos un clima de respeto y libertad. Vi con agrado la llegada de un Presidente que portaba otros colores, y viví con desencanto sus seis años de gobierno, no sin antes reconocer su irrestricto respeto a la libertad de expresión. Cometió yerros, pero jamás impuso ley mordaza.
Debo reconocer que también he sido testigo de hombres buenos que han llegado al poder bajo las siglas del PRI, y que sobre su ejercicio constitucional han demostrado que el pueblo no se equivocó al elegirlos.
Hoy a pocos días de haberse celebrado un proceso electoral en todo el país, vemos que en Campeche el PRI retiene el poder mediante el juego sucio y el reparto de grandes cantidades de dinero.
Durante todo el proceso electoral, precampañas, campañas y la votación, vimos también a un Partido Acción Nacional hacer suyas estas prácticas, con la excusa descarada, publicada y documentada en los medios informativos, que si los vecinos lo hacían ellos por qué no.
Sin mirar que el ciudadano quiere un verdadero cambio, en síntesis en Campeche ganó el que conocía a la perfección las mañas y cuyo alumno no pudo superar.
Sabemos que los tiempos por venir no son fáciles, pues llega al poder el PRI autoritario disfrazado de bondad y de buen corazón.
Los días de la libre expresión de las ideas deben quedar para algunos a resguardo en el cajón del olvido, ante el temor de represalias con los hijos y con la actividad periodística.
De ahí nuestra indignación cuando abrimos las páginas del último ejemplar de Artículo 7, y vimos las gráficas y leímos los artículos y la información donde se documenta que policías de Tizimín encarcelaron a los repartidores de esta revista, sin importar que muchos de ellos fueran menores de edad.
El alcalde de ahí, de extracción priista, no soporta la crítica que permiten nuestras libertades constitucionales y que vienen a ser fiel de la balanza en el ejercicio del poder.
Los mexicanos estamos cansados de reyes y virreyes, pero sobre todo de lacayos que con un poco de manteca se embarran la boca, como es el caso del presidente municipal de Tizimín cuyo nombre no mencionaré, pues no es digno de que lo haga.
Si el PRI aún es opción de gobierno, ante la ineptitud de la oposición para hacerlo de manera eficiente, debería buscar en sus archivos hasta dar con el momento en el cual perdieron la presidencia y recordar que el pueblo no olvida ni perdona las botas represoras que quieren una prensa aduladora y ciega.
A nuestros compañeros de Articulo 7, a su prestigiado director Franz Fortuny Loret de Mola, les decimos ¡ánimo y adelante! Lo mismo haremos en Campeche, al frente de mi revista quincenal La República, y del programa que tengo a mi cargo en la televisión local, Mayavisión. Los perros ladran y muerden, no lo olviden.