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*México (22 de agosto).-
Con la llama olímpica apagada, a los brasileños les tocará otro espectáculo: el debate en el Senado sobre el futuro de Dilma Rousseff.
La Presidenta, suspendida desde mayo por un juicio político, apura sus últimos días en el Palacio de la Alvorada a la espera de que se confirme lo que en Brasil ya es un secreto a voces: su destitución definitiva, que empezará a votarse este 25 de agosto.
El Senado deberá responder a la pregunta de si Rousseff cometió un crimen de responsabilidad al maquillar las cuentas públicas. Si dos tercios de la Cámara alta determinan que sí, la brasileña deberá dejar el puesto permanentemente y no podrá postularse para cargos públicos por ocho años.
Los senadores se debaten entre salvarla de último momento o dar un voto de confianza al Presidente interino, Michel Temer, quien asumiría hasta 2018 si Rousseff es destituida.
En sus tres primeros meses de Gobierno provisional, Temer, otrora vicepresidente, ha logrado avances en la política de austeridad con la que pretende paliar la crisis económica y ha sorteado algunos casos de corrupción ?ya dimitieron tres de sus Ministros?.
La sensación generalizada es que la destitución de Rousseff ya se ha consumado y la prensa local incluso asegura que ha empezado a trasladar sus objetos personales a su domicilio particular en Porto Alegre.
“No hay ninguna posibilidad de que se salve. Ni en el propio Partido de los Trabajadores (PT) se lo creen. Antes que eso le sale un diente a una gallina”, afirmó a REFORMA el senador Ricardo Ferraço, del opositor PSDB, principal partido conservador.
Por su parte, Rousseff ha ideado una estrategia para convencer a los legisladores indecisos e intentar salvarse en el último momento.
Prometió que, en caso de superar el juicio político, convocaría inmediatamente un plebiscito para que la población decidiera si había que desencallar la crisis política con unas nuevas elecciones generales.
Para la senadora petista Fátima Bezerra se trata de un gesto de coraje que demuestra el “compromiso” que la Presidenta tiene con la soberanía popular.
Sin embargo, la propuesta de Rousseff también le ha valido críticas de importantes personalidades, como el presidente del PT, Rui Falcão, y del propio ex Mandatario ?y padrino político de la lideresa sustituida? Luiz Inácio Lula da Silva, que creen que la promesa de elecciones es una hecha a sabiendas de que no prosperará.
La senadora Gleisi Hoffmann, amiga personal de Rousseff y una de sus más fervientes defensoras, reconoce que en el partido no hay consenso sobre el tema y prefiere subrayar la necesidad de convencer a los senadores indecisos.
“En el Senado el clima no es tan malo como en la Cámara de Diputados. Los senadores tienden a ser más sensibles, tienen una responsabilidad mayor entre manos. Pero es verdad que a día de hoy no tenemos mayoría”, reconoció. Cuentas desesperanzadoras para el PT Hoffmann espera que la presencia de Rousseff en el Senado el próximo lunes 29, cuando acudirá a su primera y única comparecencia para defenderse personalmente de las acusaciones, ayude a ablandar a los senadores más beligerantes.
Y es que, por el momento, las cuentas no salen.
Para salvarse Rousseff necesita convencer al menos a 28 de los 81 senadores. Sin embargo, la balanza parece decantarse hacia el lado contrario.
El entorno del Palacio del Planalto, donde ahora está Temer, asegura que ya cuenta con 60 senadores dispuestos a apartarla, seis más de los necesarios.
Ricardo Ferraço, uno de ellos, considera que Rousseff cometió crímenes de responsabilidad al vulnerar las leyes fiscales y presupuestarias, a pesar de que algunos peritos a los que se preguntó durante el proceso aseguraron que las llamadas pedaleadas fiscales no son un delito.
Pero basta que una mayoría de senadores consideren que un hecho es delito para que así sea.
Aunque prefieren no hablar de ello, muchos senadores del PT ya prevén la derrota.
“Haremos una Oposición firme, porque no vamos a reconocer a este nuevo Gobierno. Tiene que quedar claro su carácter ilegítimo”, remarcó la senadora petista Bezerra.
Un viraje de hace unos meses, cuando dirigentes del PT y movimientos sociales afines advertían que “incendiarían” a Brasil si Rousseff era apartada del cargo.
El cambio podría deberse a que las protestas en defensa de la Mandataria suspendida prácticamente han desaparecido.
La militancia del PT está más desmovilizada que nunca. La mayoría de brasileños están cansados de un proceso que se arrastra desde hace meses y toman por hecho que Temer será su nuevo Presidente. Un Gobierno de incógnitas “El Presidente Temer ha devuelto la confianza de los mercados en Brasil. La economía empieza a dar signos de mejora, se están creando las condiciones necesarias para que el país vuelva a crecer. Si vuelve Dilma vuelve el caos”, pronosticó el senador Eduardo Braga, del PMDB, partido al que pertenece Temer.
La opinión la comparten muchos senadores que, pese a no ser abiertamente detractores de Rousseff, creen que no tiene ni tendrá ya las condiciones para gobernar con tranquilidad, así que es mejor pasarle la estafeta al líder interino.
Un futuro Gobierno Temer, en cualquier caso, también está rodeado de incógnitas.
Las acusaciones de corrupción podrían acabar manchándole gravemente. Por el momento ya está acusado de recibir 10 millones de reales de la trama de sobornos en Petrobras para su campaña electoral de 2014 -cuando buscó la vicepresidencia en mancuerna con Rousseff- y en la Cámara hay en un cajón varias peticiones pidiendo que Temer también sea sometido a juicio político.
Aunque él niega todas las acusaciones, la situación se avista difícil.
El ex presidente de la Cámara baja e integrante del PMDB, Eduardo Cunha, está a punto de perder el puesto por denuncias de corrupción. Si los diputados aliados de Temer le quitan el respaldo a Cunha, éste podría devolverles el gesto soltando confesiones comprometedoras para sus correligionarios.
Para mantenerse firme en las turbulencias que le esperan, Temer tendrá que garantizarse el apoyo no sólo de su partido, el PMDB, sino también del PSDB y otros partidos menores.
“El ejercicio de poder se legitima día a día, no sólo con discursos, sino con gestos”, avisó el senador Ferraço, representando a los que consideran que Temer ha hecho muchos anuncios, pero le ha faltado mano dura para empezar a aplicar recortes.
En su opinión, el apoyo a Temer del otro gran partido ?el PSDB? después del “impeachment” de Rousseff continuará en la medida en que ambos coincidan en el diagnóstico que se debe aplicar a Brasil para superar la crisis.
De otro modo, el probable sustituto de Rousseff tampoco tendrá mucho campo de maniobra.