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*México (22 de agosto).-
Bajo una intensa lluvia y al ritmo de “Cidade Maravilhosa”, Río de Janeiro se despidió el domingo de unos Juegos Olímpicos marcados por momentos de fiesta pero también de problemas y le pasó la posta a Tokio 2020 que recibió el desafío en manos de Mario Bros y el primer ministro Shinzo Abe.
Los primeros Juegos celebrados en América del Sur estuvieron lejos de ser perfectos para Brasil, que tuvo que lidiar con asientos vacíos, problemas de seguridad y un misterioso verde en el agua de la piscina de clavados.
Sin embargo, dos tardías medallas de oro para el país anfitrión en sus dos deportes preferidos, el fútbol y el voleibol masculino, ayudaron a limar algunas de las visiones de los brasileños sobre los Juegos.
Desde el Maracaná, donde todo comenzó hace 16 días, el acto de clausura empezó con figuras vestidas como guacamayos volando sobre los famosos lugares de Río, el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar, antes de formar los cinco anillos olímpicos.
Una tormenta que amenazó la ciudad todo el día finalmente se descargó con viento y lluvia durante la ceremonia. El agua empapó a los artistas y a cientos de atletas que ingresaron al estadio, muchos con medallas colgando aún alrededor del cuello, como el equipo estadounidense de baloncesto masculino que obtuvo el título horas antes del cierre.
En la última de las 306 ceremonias, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, entregó el oro al keniano Eliud Kipchoge, campeón olímpico del maratón en la mañana.
La ciudad entregó la bandera olímpica a Tokio, sede de los Juegos del 2020, y Abe apareció en el estadio vestido como el popular personaje de videojuego Mario Bros, que hizo un túnel desde la capital nipona para llegar a Río.
Bach declaró los Juegos cerrados y expresó su esperanza de que hayan dejado una huella en el área metropolitana de 12 millones de habitantes.
“Estos Juegos Olímpicos están dejando un legado único para las generaciones venideras”, afirmó Bach. “La historia hablará sobre un Río de Janeiro antes y un Río de Janeiro mucho mejor después de los Juegos”, agregó.
En un acto final simbólico, la llama olímpica, que ardió en un pebetero ecológico desde el 5 de agosto, fue extinguida con una lluvia artificial mientras cantaba la artista Mariene de Castro.
TALENTO NATURAL
En medio de la peor recesión económica desde la década de 1930 y una crisis política que aún no termina, las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos apostaron más a los talentos únicos y la belleza natural del país y menos a la tecnología.
El domingo, hubo una oda a las encajeras y a la música del noreste de Brasil que generó olas de orgullo entre el público local.
Uno de los momentos más espectaculares de la ceremonia se centró en el arte antiguo hallado en el Parque Nacional Serra da Capivara, un sitio declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el noreste con arte rupestre de más de 25.000 años de antigüedad.
Y por más que los problemas antes y durante los Juegos llegaron a los titulares, Río será recordado también por grandes momentos deportivos.
Entre ellos está el notable regreso del estadounidense Michael Phelps, quien ganó cinco oros para reforzar su estatus como el deportista olímpico más condecorado de la historia. El nadador acumula 23 oros olímpicos en su carrera.
Además, el velocista jamaiquino Usain Bolt bajó la cortina a su brillante carrera olímpica asegurándose los títulos de los sprint por terceros Juegos consecutivos. Y la gimnasta estadounidense Simone Biles debutó en los Juegos con un récord de cuatro medallas de oro.
Los refugiados también dejaron su marca con el primer equipo olímpico compuesto por 10 miembros que compitieron en natación, judo y atletismo.
Aunque para muchos en el país, uno de los mejores momentos olímpicos sucedió en el Maracaná, donde Brasil venció a Alemania en el fútbol masculino el sábado.
“Incluso con todos nuestros problemas, hicimos unos buenos Juegos. Nada demasiado malo sucedió y diría que fue mejor de lo que esperábamos”, comentó Nivea Araujo, una residente de Río que asistió a la ceremonia de clausura.