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Ciudad de México, México, enero 24 de 2019
El vapeo es la acción de usar un cigarro electrónico como si fuera uno normal y es una epidemia mundial que afecta a 3.6 millones de menores de edad. Pero nadie sabe cuál es la mejor forma de ayudar a los adolescentes adictos a la nicotina.
El cigarro electrónico constituye uno de los mayores riesgos usados por adolescentes, según autoridades estadounidenses; dichos productos se propagan con mayor velocidad que los cigarros normales, alcohol, marihuana y otras sustancias.
Los médicos que tratan a pacientes jóvenes tienen varios dilemas:
El mal sabor y la mala experiencia del cigarrillo cuando se lo prueba por primera vez pueden desalentar el hábito. Sin embargo, no sucede con el vapor del cigarrillo electrónico, que es más fácil de inhalar. Superar una adicción requiere disciplina, paciencia y disposición para seguir un tratamiento, algo que no se da fácilmente entre menores.
Desde su salida a la venta en Estados Unidos en 2007, el dispositivo y otras máquinas de vapeo se propagaron en forma desmedida y son un negocio de 6 mil 600 millones de dólares.
A su propagación ayuda la existencia de aparatos pequeños, fáciles de esconder, que vaporizan una cantidad suficiente de la solución utilizada incluso con sabores como vainilla, mango y pepino.
“Me asusta como pediatra porque siento que hay un experimento sin control alguno entre los jóvenes. No se dan cuenta del daño y nosotros no podemos mostrarles lo que les va a pasar”. Susanne Tanski, experta en prevención del tabaco de la Academia Americana de Pediatría
Dejar de fumar es complicado; más del 55% de los fumadores adultos trataron de dejar el cigarrillo el año pasado y solo el 7% lo hizo, de acuerdo con cifras del gobierno.