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Desde niños se nos enseña que la democracia es el Gobierno de la Mayoría. Sin embargo, la vida en democracia nos ha permitido entender que, más allá de conocer la decisión de la mayoría, la democracia implica respeto a las normas y a las instituciones y, sobre todo, que la mayoría reconozca los derechos de la o de las minorías.
La diversidad que caracteriza al mundo actual y los riesgos que entraña el ejercicio del poder público han marcado también a la democracia moderna: entender y aceptar a la sociedad en su pluralidad y ponerle frenos, contrapesos, al ejercicio del poder público. La rendición de cuentas; la transparencia y los mecanismos para hacerla realidad; el plebiscito; la iniciativa popular o ciudadana; el juicio político y la revocación de mandato; son algunas de las fórmulas que se han diseñado y aplicado como cortapisas al ejercicio abusivo del poder y a sus excesos, dejando en manos de la sociedad las tareas de supervisión y sanción.
Vienen a colación las consideraciones anteriores por el alto riesgo que entraña para la sociedad yucateca el triunfo “por carro completo” logrado por el PRI el pasado fin de semana. Independientemente de los resultados obtenidos en las urnas y sancionados por las instituciones electorales, a los yucatecos nos consta el dispendio (OFENSIVO, valga la redundancia) de recursos del que hizo gala el PRI. No se necesita ser investigador o especialista electoral para reconocer la manera cínica como se desviaron recursos públicos (económicos, técnicos, humanos) para las campañas y los candidatos del PRI (ahora sabemos que de Yucatán y, también, de San Luis, de Querétaro y hasta de Nuevo León). A todos consta el carácter omiso del IFE y de sus integrantes, eso, para no hablar de la perversidad con que se conducen los tribunales electorales.
Si en los casi tres años que lleva al frente del Gobierno de Yucatán, la señora Ivonne Ortega ha cumplido a pié juntillas su adelanto de “ME LOS VOY A EMBROCAR”, ya podemos imaginar lo que nos espera en adelante, justificando quizá sus excesos por el RESPALDO POPULAR hacia su gestión y su Gobierno, que se manifestó en las urnas, el pasado 5 de julio.
El reto para la democracia yucateca es construir los contrapesos que hagan falta para contrarrestar o para impedir los excesos de quienes debieran servirnos. El reto de ciudadanos, de organizaciones sociales, de movimientos y aún de partidos políticos, el reto es construir, desde ahora, una alternativa de Gobierno Municipal diseñada desde sus inicios para servir a los ciudadanos, a los vecinos y a las vecinas de Mérida y de otros municipios.
No podemos permanecer impasibles ante la crisis y los conflictos que corroen a los distintos partidos opositores. Ni podemos dejar a éstos una tarea que los rebasa. ¿Por qué no pensar en una ALTERNATIVA CIUDADANA para Mérida, como la mejor opción para contrarrestar a la POLÍTICA ÚNICA y excluyente, al populismo electorero, al asistencialismo degradante?
¿Por qué no pensar en una fórmula que cuente con el respaldo del PAN, del PRD, del PT, de Convergencia, del PANAL, de Todos Somos Yucatán, una fórmula encabezada por un ciudadano o ciudadana RESPETABLE que respondan a un proyecto verdaderamente TRANSFORMADOR para Mérida y para la zona connurbada, nada más para empezar (ojo, no Dulces, ni Ana Rosas, ni Erics, ni Correas, como abanderados, pero con todos ellos participando activamente)?
¿Por qué no?¿Por qué no empezar a construir, desde hoy, el PROYECTO DE CIUDAD que queremos? ¿Por qué no invitar a cinco o seis ex-alcaldes para que nos aporten su visión de cara al futuro, sus anhelos no logrados, rescatar la experiencia que les dejó su gestión?