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El pasado requirió acción, fuerte acción. Era necesario cambiar el régimen gubernamental, el país no lo podía resistir. El cambio empezó antes. Quien comenzó la transformación fue un detractor de ellos mismos —según ellos mismos lo consideran. Se transformaron los artículos constitucionales que evitaban la comercialización de las tierras. Se cambió lo necesario en la Carta Magna para que los hombres y las mujeres adscritos a cultos como ministros u oficiantes, pudieran tener por lo menos parcialmente, derechos políticos.
El erario podía usarse, de facto, para financiar la imagen y las campañas del partido hegemónico, único, totalitario o autoritario. Se les llamaban "fraudes patrióticos" a los impedimentos autoritarios para que no pudieran convertirse en gobernantes de algún estado los que, habiendo ganado una elección, estaban "históricamente impedidos" por no haber emanado de la Revolución Mexicana.
El detonante fue el fisco, el asunto de las contribuciones. El penúltimo hegemónico decidió que el dinero mexicano tenía que parecer verdadero —por lo menos. Y el comienzo de ese proceso sería el cobro de los impuestos según las leyes existentes. Jamás fue un problema el asunto de cómo el gobierno mexicano se haría de fondos: tenían PEMEX y máquina de impresión de billetes bajo sus órdenes.
El paso hacia la era nueva —dinero "de verdad"— exigía disciplina fiscal por ambos lados: el contribuyente debería contribuir y el gobierno debería dejar de jugar con la maquinita impresora de billetes.
Este momento en la historia planteaba dos aspectos importantes: cómo se financiaría el partido político heredero "oficial" de la Revolución Mexicana y qué pasaría con la disidencia política. El partido cobijaba a todos sin importar ideología, ocupación, religión, educación o convicciones. El que no estaba con el partido, estaba equivocado.
Pero eso cambiaría en el momento en que el partido dejara de ser una extensión del gobierno. Faltaba un tiempo para eso. Aún era adecuado pasar la charola para financiar las campañas del partido que institucionalizó la revolución mexicana. Y así se hizo en los noventa por última vez.
La razón de la crisis de 1995 fue el juego del gobierno con la impresión de billetes. El no renunciar al poder de controlar la emisión de billetes provocó la crisis que hasta el día de hoy descansa sobre los hombros de los mexicanos. Pasarán muchos años más antes de que la carga del FOBAPROA desaparezca.
Había que evitar que eso volviera a suceder. El último emanado del revolucionario decidió renunciar a la impresión de billete. Al hacerlo, se convirtió en un presidente con el poder sobre la economía igual al que tendrían los dos que le siguieron, excepto que durante los primeros tres años de su sexenio aún gozó de un congreso totalmente sujeto a obedecer sin pestañear sus órdenes como Gran Tlatoani.
No se ha dado algo ni parecido a lo que fue el FOBAPROA en 1995. La crisis mundial que comenzó en 2008 le ha pegado a México en su economía real, ésa practicada a partir de 1998. Es una economía que basa la circulación del dinero en la producción, y ésta en el mercado. Éste es, por su parte, un asunto de carácter global: depende del mundo entero, el que hoy está "en crisis".
El crecimiento en la era hegemónica era cíclico: auge, caída, catástrofe, recuperación, auge, caída y catástrofe, etc. Al final de cada ciclo el valor de cada peso —unidad monetaria— era decenas o centenas de veces inferior al que tenía al principio del ciclo. En el punto "caída y catástrofe" se perdía el crecimiento de varios años atrás, pero en una situación de mayor endeudamiento internacional.
El país estaba constantemente quebrado.
El "cambio" anterior a 2000 significaba crear y dejar las estructuras adecuadas para evitar esa pérdida cíclica de lo poco ganado en los caminos de "auge". Y así fue. En 2000, al asumir el primer tlatoani no "revolucionario" el poder de la silla presidencial, se encontró con un panorama que no se esperaba: desierto financiero.
Para crecer, el país necesitaba reformas: fiscal, laboral, educativa, política, electoral. Pero el enigmático "pueblo mexicano" le dio al nuevo tlatoani sólo la silla, sin el poder para modificar las leyes como lo habían hecho los antecesores.
Uno a uno los intentos de reforma fueron boicoteados por la clase política revolucionaria. Revolucionariamente habían encontrado la manera de convencer a los mexicanos de una grave falsedad: que sólo ellos sabían gobernar. Sistemáticamente negaron todas las reformas significativas. Después de hacerlo, se volteaban y declaraban por todos lados que el país no avanzaba porque "los nuevos" no sabían gobernar.
Los articulistas de toda la nación encasillaron la gravedad de lo que estaba sucediendo como una consecuencia de la "clase política", sin aclarar que esa "clase" no contenía a la totalidad de los políticos mexicanos, sino especialmente a un sector, a una pandilla: los que habían perdido la libertad del uso y abuso del botín nacional mexicano.
Lo que la ley permitió, se hizo. Así la libertad de expresión, el respeto al voto, la disciplina fiscal, la transparencia oficial, el combate real a la delincuencia —organizada o no— comenzó a darse realmente. Los números comparativos entre las acciones antes de diciembre de 2000 y las acciones posteriores a ese punto de cambio, hablan por sí solos en todos los aspectos.
El año 2001 fue el principio del estancamiento. Las condiciones para crecer en el modelo mexicano se comenzaron a poner difíciles. La inversión extranjera fluyó, pero con las limitaciones de las crisis internacionales que se dieron una tras otra, hasta la más grave de la historia financiera mundial en 2008.
Las reformas correctas y completas serían una base muy diferente en este país sobre las cuales se podría fincar el crecimiento económico que sí se ha dado en otros países al mismo tiempo que en el nuestro la situación se ha estancado.
Civismo se llamaba la materia escolar a la cual se le violaba en varias formas. Los colegios pertenecientes a congregaciones religiosas usaban el nombre para impartir, en realidad, clases de la religión a la cual pertenecía su congregación. Se sustituían los catecismos por los libros de civismo cuando los "inspectores" de Educación Pública llegaban al territorio escolar.
¿Para qué servían los diputados y los senadores? ¿Cuáles eran los atributos legales verdaderos del presidente? Algunos los estudiamos por curiosidad general... y entendimos que era bastante idiota darle el poder a un presidente y ponerle un congreso que le impidiera hacer reformas. El "Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de México", hoy, ése es el único cuerpo que tiene a sus órdenes. El Congreso —lo repite cada día— no apoyará sino lo que los herederos frustrados de la Revolución Mexicana consideren que no se traducirá en beneficio para el país, para que sólo sea cuando ellos tengan el total del poder que las cosas puedan "hacerse".
Habría sido preferible que a los 3 años se renovara el gobierno, ratificando el existente o poniendo uno nuevo. Si el presidente mexicano 2006-2012 cree que podrá hacer algo en cuanto a reformas realmente significativas, ¡está totalmente equivocado! No se lo permitirán: de hecho, sólo se promoverá todo aquello que perjudique al presidente.
En 2012 todo apunta hoy a que se regresará de nuevo al México anterior a 1988. ¿Lo vamos a permitir los ciudadanos de este país?