673 palabras
No se trata de ver el ínfimo punto negro en el enorme paño blanquísimo. Objetivamente hablando, y como todo gobierno, el de Ivonne Ortega Pacheco ha tenido sus aciertos, sobre todo en cuanto al apoyo a los más pobres se refiere. En efecto, no es el mejor administrado, pero sin lugar a dudas, es un gobierno "cercano a la gente" y generoso con los que han tenido la fortuna de ser atendidos en alguna de las "audiencias ciudadanas".
De ahí, sin embargo, a hablar de grandes logros y grandes resultados, hay un gran trecho. De muchas de las promesas de campaña mejor ni hablamos. Los datos duros y los indicadores de gestión no son el fuerte del actual gobierno estatal, y de los que se dispone, no sólo no reflejan sustanciales mejorías sino que, mucho de ellos, evidencian un franco deterioro respecto al pasado reciente.
¿Porqué entonces tanta algarabía? ¿Porqué inclusive se habla ya del "legado de la nueva mayoría"?
A nuestro juicio, dentro de las muchas posibles respuestas a estas interrogantes, sobresale el propósito —posiblemente cuestionable pero no ilícito— de influir en la percepción de la realidad con propósitos electorales. El mismo "marketing político" que Ulises Carrillo y Gabriela López diseñaron e implementaron durante su campaña electoral, hoy es usado con gran éxito por el gobierno de Ortega Pacheco para maximizar sus logros, minimizar sus errores y, posicionar, cada día mejor, la imagen de la gobernadora.
Los asesores de la gobernadora, preocupados por tenerla contenta, hacen lo indecible para hacer de la imagen el principal sostén de su gobierno de oropel y para ello nada los detiene. La renta de un museo para exponer durante un mes las fotos de "sus logros", el lenguaje anacrónico y hasta monárquico de su Segundo Informe y sus 28 fotografías en el suplemento de 20 páginas del mismo, son sólo tres ejemplos de los "esfuerzos" que dichos asesores han tenido que realizar para superar el "me lo merezco" del primero.
Esto, sin embargo, conlleva un grave riesgo. Que se lo crean. Que confundan también ellos la realidad con la percepción que crearon. Y aparentemente eso es lo que está sucediendo. Posiblemente el chiapaneco y la regiomontana no lo sepan, pero los yucatecos somos muy buenos para cultivar, pero también, desafortunadamente, proclives a ser cultivados.
Ya en 1837 el danés Hans Christian Andersen en su famosa fábula "El traje nuevo del emperador" lo escribió socarronamente pero con una clara advertencia: sólo porque todo el mundo crea que algo es verdad, no significa que lo sea.
Bien haría la gobernadora en hacer un alto en el camino para reflexionar en el origen de su popularidad y en la volatilidad de ésta. Bien haría también en evaluar, ahora sí con base en cifras y estadísticas y no en sus fuentes "cortesanas", el avance de sus programas y acciones de gobierno. Bien le haría, sin lugar a dudas, oir a sus críticos y tomar de ellos lo que le sirva para mejorar y, de ser necesario, enderezar el rumbo. Bien le haría, en fin, poner de nuevo los pies en la tierra y con humildad reconocer que, solo posiblemente, Yucatán no ha cambiado tanto como le han hecho creer sus asesores...
No hacerlo le pudiera significar a Ortega Pacheco perderse en una ficción que, con toda seguridad, le impedirá alcanzar los logros y resultados que en su momento se planteó para su gobierno. No faltará entonces quien, como en la fábula del danés, exclame: "pero si va desnuda..."