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MÉXICO, D.F., 27 de diciembre.- La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, además del incremento de las manifestaciones de indignación por la violencia exacerbada, la falta de seguridad y la inacción de las autoridades de los tres órdenes desde hace varios años, mantiene a la economía estatal al borde del colapso.
Pobreza extrema en Cochoapa, Guerrero. (Miguel Dimayuga)
Del 2010 al 2012 la pobreza se incrementó de 67.6% a 69.7% en la Entidad; es decir, siete de cada 10 guerrerenses son pobres, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.
Aún más, mientras en el país la tasa promedio de pobreza extrema es de 9.8%, en la Entidad gobernada por Rogelio Ortega Martínez es de 31.7%, casi el triple. Es la segunda más alta en el ámbito nacional, sólo inferior a la de Chiapas, donde 32.2% de su población dispone de ingresos muy bajos.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Población, Guerrero presenta un grado de marginación “muy alto”, ya que ocupa el lugar 32 entre las Entidades Federativas.
La desaparición de los normalistas en Iguala, aún sin resolver, incrementó las protestas sociales y causó una parálisis económica.
Zacarías Rodríguez Cabrera, presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo en Iguala (Canaco-Servytur), comenta a Proceso: “Iguala vive principalmente del comercio, algo de agricultura y ganadería, y paisanos que reciben remesas de sus familiares de Estados Unidos. Hoy estamos en una situación bastante difícil; estamos ahogándonos; estamos desesperados”.
El líder empresarial detalla que a raíz de la inseguridad, la embotelladora Coca-Cola cerró su planta y dejó en la calle a más de 400 trabajadores. Productos Mexicanos de Canteras hizo lo mismo y dejó sin empleo a otras 400 personas.
“Podemos hacer una lista interminable de empresas, pequeños, medianos y micronegocios que han ido cerrando”, comenta. (APRO/Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 1991, ya en circulación)