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México, Distrito Federal, 17 de julio de 2015.- Iván no imaginó lo difícil que sería levantar una empresa pequeña cuando inició la aventura hace 13 años, decidido a retomar las riendas del negocio familiar y “no dejarlo morir” en un momento difícil.
En el año 2002, Iván Ramírez Hu y su esposa Coral Cruz Balderas deciden dedicarse de lleno a la elaboración de condimentos caseros típicos de la cocina yucateca, actividad que los padres de ella mantuvieron como un modo de subsistencia en el poblado de Kanasín por más de 20 años.
La consigna era “conservar la esencia familiar, pequeña y casera” que sus precursores le dieron a la naciente industria. Así, emprendieron juntos el que ha resultado un arduo pero satisfactorio proyecto: hacer crecer la compañía Coralito de la Península.
Durante estos días en el local que atienden durante la Semana de Yucatán en México 2015, la pareja ofrece a los visitantes la experiencia de paladear los picantes, semillas y especias que son el alma de platillos como el escabeche oriental, la cochinita pibil y el relleno negro.
Con una gama de 11 diferentes sazonadores, siendo los estelares el achiote, el chilmole y el recado para bistec, la pareja de empresarios ha logrado llevar el sabor de Yucatán a mesas de diferentes regiones de México e incluso del extranjero.
Hoy Iván puede afirmar “con toda la confianza del mundo, que tenemos un producto estandarizado, de muy buena calidad y de muy buenas prácticas, porque lo hemos logrado”. Pero no siempre fue así.
“No sabes cuantas lágrimas”, exclamó el hombre de negocios, anticipando una anécdota que define como “chusca pero real.
“Cuando empezamos sacamos una pequeña producción y nos dijimos: bueno, ¿dónde vamos a vender? Agarro mi vehículo y nos vamos a Ciudad del Carmen, llego con mi coche lleno de producto y ¡logro venderlo todo!
“Regresé muy contento y muy feliz. Dije ya vendí. El siguiente mes me dije: ¡voy a hacer lo mismo, lo voy a volver a hacer! Voy y que regreso con pura devolución del mes anterior. A la gente no le había gustado.
“Fue algo de lágrimas. Llego con mi esposa y le digo: no sólo no vendí me lo regresaron. Era la prueba y error de que todavía no le sabíamos, no le buscábamos. A veces cuando lo platicamos se nos salen las lágrimas”, relató con la mirada cristalina y la sonrisa dilatada.
A partir de entonces Iván cobró coraje y concilió la experiencia como un aprendizaje que lo llevó a la siguiente reflexión: “si pude venderlo, también puedo lograr hacer un buen producto”.
Iván y Coral se acercaron a la Secretaría de Fomento Económico (Sefoe) en el año 2003 para pedir su primer empréstito empresarial por 64 mil pesos, que en su momento emplearon para hacerse de maquinaria y equipo.
Hoy, con un historial crediticio impecable, la compañía Coralito de la Península está devengando su sexto financiamiento del Fondo Integral para el Desarrollo Económico de Yucatán (Fidey), para la remodelación de sus instalaciones y la compra de materia prima, principalmente achiote.
Actualmente, la firma exporta a California dos mil kilos de producto de forma bimestral, en apego a las normas de la FDA (Food and Drugs Administration). También, procesa diariamente alrededor unos dos mil kilos para abastecer al mercado nacional que comprende Cuernavaca, Sonora y el Distrito Federal, además de los diferentes puntos de distribución que tiene en Yucatán.
“Si nos remontamos del primer al último crédito, hemos tenido un crecimiento del 100 por ciento en 13 años, lo cual nosotros pensamos que sin el apoyo de la Sefoe no estaríamos donde hoy estamos”, expresó el empresario.
Expuso que entre este año y el 2014, cuando obtuvieron el último crédito, la compañía ha tenido gran repunte, “tuvimos entre un 40 y un 50 por ciento más de venta, alcanzando así tratos con distribuidores más grandes”.
Como parte de su primera experiencia en la Semana de Yucatán en México se encuentran en negociación con una bodega de la Central de Abastos para la distribución del producto yucateco en toda la sección de la Ciudad de México.
Con semblante de satisfacción Iván reveló: “ha sido súper difícil y extenuante. Para levantarse primero tienes que caerte y para aprender primero tienes que regarla, y sobre todo aguantar y perseguir lo que realmente quieres. Esa fue nuestra experiencia porque sí reímos, lloramos, pero luego volvimos a reír”.