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México (19 de julio).- El archipiélago de las Filipinas, acostumbrado a sufrir los embates de la naturaleza marina, cuenta con un 80% de población católico-romana, la cual, en múltiples ocasiones ha manifestado su desacuerdo con las prácticas homosexuales, muestra de ello son las declaraciones del arzobispo emérito Óscar Cruz, quien señaló “en Sodoma y en Gomorra, las relaciones entre personas del mismo sexo eran habituales y Dios destruyó estas ciudades mediante el fuego del infierno”.
La devoción católica es tan arraigada en el pueblo filipino que éste es el único país, además del Vaticano, donde el divorcio, así como el aborto, están del todo prohibidos; es por ello que en Manila, la capital, ciudad que tolera los desfiles de orgullo lésbico-gay, los homosexuales que se sienten ajenos y excluidos del discurso católico han encontrado un solaz de encuentro y fe en un templo protestante, ubicado en el humilde barrio de Cabao.
El diminuto templo, no más grande que un salón de clases, pertenece a la Iglesia de la Comunidad Metropolitana, fundada en 1968 y presente en 10 países, que congrega comunidades cristianas de origen congregacionista protestante y se ha convertido en estandarte de los derechos de las minorías sexuales. En el altar del lugar es posible observar la bandera del arcoíris junto al crucifijo, así como gays, lesbianas y creyentes en general cantando al unísono un góspel.
Los asistentes a este templo protestante que abre las puertas a personas de cualquier orientación sexual no suscriben una lectura literal de la Biblia, pues sostienen que “no existe una única lectura posible de las santas escrituras. Dios es más grande que la Biblia. Dios no calló tras la publicación de la Biblia”.- (Agencias)