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Mérida, Yucatán, México, mayo 15 de 2020
Claro que vivimos en sociedades en las que la libertad de expresar lo que uno desee, nos protege de decir grandes cantidades de dichos que distan mucho de apegarse a la realidad.
He leído y he oído que digan: “…es que cada quien es libre de pensar lo que quiera…“ Y de decirlo. Y de hacerlo.
¿Y la realidad? Por más teorías de muchos universos existiendo en el mismo espacio y tiempo, nosotros estamos en uno de ellos. Y en este uno, hay UNA realidad. Esa realidad no está sujeta a cambiar según quien la describa o vea.
Pueden existir opiniones diferentes conforme a cuál es la realidad, pero la realidad sigue siendo una, no importa lo que diferentes opiniones piensen de ella.
Entonces, como corolario se desprende que no todas las opiniones están en “lo correcto”, sino sólo las opiniones que concuerden con la realidad —cuando las opiniones están tratando de describir la realidad.
La libertad de opinión tiene más sentido cuando lo que se opina es el mejor método para cambiar la realidad. Ese método no puede lograrse a menos que todos los que estén lanzando sus opiniones acerca de cómo hacer el cambio, ya estén de acuerdo en la “realidad real”, o sea, en la única realidad.
Por ejemplo: puede haber muchas opiniones acerca de cómo hacer para que todo mundo adopte el estilo de alimentación de vegetarianismo estricto —solo plantas— pero todas esas opiniones estarían ya de acuerdo es que la realidad nos muestra que el estilo de alimentación basado solo en plantas es el más saludable para los humanos, más humano para todas las demás especies y que mejor contribuirá a conservar el medio ambiente.
Porque esa es la realidad. Si no todos están de acuerdo en la única realidad, no se puede avanzar en la discusión.
Hace unos días discutía con una hija acerca del valor de las películas o series que muestran un futuro negro, muy desagradable para la especie humano. Ver esas películas o series te deja el sabor de que no tiene sentido que continúe la vida si el final va a ser eso que muestran esas series.
Entonces ella me decía que el valor de las series radicaba en el sarcasmo incluido en la forma de mostrar un futuro negro que solo es representación del presente con esteroides.
Se invierte mucho dinero y esfuerzo en esas películas y series, terriblemente pesimistas en el panorama que muestran.
Y están en lo deducible correcto los que eso plantean, porque no se pueden imaginar nada mejor, nada diferente. Es decir, son autores que no piensan fuera de la caja. Solo saben describir muy bien el contenido de “la caja” que hay hoy y la proyección que tiene esa caja hacia el futuro.
Hay visiones que surgen de pensar “fuera de la caja” que podrían mostrar un futuro totalmente mejor que el presente, si los humanos fuésemos capaces de darnos cuenta de algunas REALIDADES que no alcanzamos a comprender, porque estamos inmersos en la ideología dominante, la hegemónica, que es la que dicta una realidad de hoy desagradable, proyectada a una realidad aún peor en el futuro.
Estoy totalmente en desacuerdo en que ese tiene que ser el futuro; que no puede ser diferente; que no puede cambiar nada. Claro: no puede cambiar nada si todos se entercan en que “así es la naturaleza” del humano. Aquí es en donde debemos analizar a qué nos referimos con “naturaleza”, porque en el caso del humano, la adaptación a la vida es totalmente CULTURAL. La biología del humano tiene un componente cerebral que provoca que la adaptación sea a la cultura que los mismos humanos erigen según el tiempo y espacio en que se encuentran.
El humano solo ha sobrevivido hasta el día de hoy porque su proceso de adaptación a los cambios en el medio ambiente, son culturales: elabora inventos con el cerebro y los aplica. Los inventos pueden llamarse “tecnología” y uno de sus inventos es la “tecnología social”: la respuesta que da a las condiciones de su existencia para tratar de sobrevivir.
Los cambios culturales se pueden dar en unos cuantos años. En el caso de la respuesta a la Pandemia 2020, el cambio social fue cosa de horas. Se estableció la forma de vida con “distancia social” de un día para el siguiente. Ese es un proceso de adaptación basado en “Tecnología Social”. La ventaja de la adaptación por medio de “Tecnología Social” es la gran velocidad en que se puede dar, comparada con la velocidad a la que un organismo puede “evolucionar”, que toma literalmente millones de años.
Pero si no entendemos este tema de la “Tecnología Social” y nos enfrascamos en solo ver la tecnología de hoy, sin entender que ésta puede ser modificada en forma radical, solo podremos concebir futuros negros, como esos de esas series que, en mi opinión, son pérdida de recursos, de tiempo y de posibilidad de contribuir a que la generalidad de la gente vea en qué puede consistir el cambio.