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Estamos muy lejos de una definición de país. No hay acuerdo ciudadano. La nación está dividida.
Los medios se han convertido en aspirantes al primer poder. Los comentaristas empujan la realidad que ellos creen que el ciudadano debe tener.
De nada sirve administrar con responsabilidad si el valor no se reconoce. Sólo parece contar para el mexicano el evento protagónico.
¿En qué se puede creer cuando esa revista de apariencia "seria" pretende hacer reportajes del crimen organizado de todas las regiones del país y de Yucatán sólo nos muestra un "copiar y pegar" de las mentiras y falsedades que un periódico extorsionador viene repitiendo por hace más de 14 años?
Habla por 5 minutos en la televisión nacional, 2 días seguidos, el cabecilla de una banda criminal y a través de sus palabras le trata de dar a su actuación fuera de cualquier ley, un dejo de seriedad histórica que le permite dictarle al gobierno federal "cómo debe actuar". La respuesta del gobierno es un tajante "no". El locutor, tomando el papel de maestro de escuela —el aula es todo su auditorio— nos repite "... y no se negociará" y otra vez "... cero negociación".
La sencillez del pacto social no parece ser suficiente. La ley es nuestro pacto. Si nos apegamos a la ley, podemos convivir sin ambigüedades. Pero eso es demasiado sencillo para el complejo "México mágico". Sí, el país en donde las verdades se convierten en mentiras y viceversa.
No es una lucha de fuerzas, es la necesidad de imponer el predominio de la ley. No es ver si el ejército y la armada juntos son "más fuertes" que las bandas de criminales secuestradores, traficantes de sustancias esclavizadoras y asesinos fríos de quienes se interponen a sus planes.
No. No es de eso de lo que se trata. Se trata de imponer el predominio de la ley más simple: el respeto al derecho de los demás. Si el ejército nacional y la armada no son más fuertes que los grupos criminales armados, entonces estamos al borde de una guerra civil con 2 bandos: por un lado los que sí pedirán respeto irrestricto a la ley y por otro, los que desean un país en el que predomine la cultura de la tranza.
En el proceso, los encargados de corretear a los criminales y de encerrarlos o de ultimarlos —según las circunstancias y reacción de los delincuentes— ¿cómo pueden saber quién es el "malo" y quién el "bueno"?
En una situación como ésta el virus de la incertidumbre ya llegó al seno de nuestra vida cotidiana, exactamente igual que el virus informático requiere de guardianes que son increíblemente estorbosos en el funcionamiento de las computadoras.
En un ambiente de combate generalizado al delito existe el gravísimo peligro del abuso de los armados. Esa situación exige personas de gran integridad moral y convicción de respeto a la ley dirigiendo a los cuerpos armados. Preguntémonos: la decisión colectiva del 5 de julio de 2009 ¿ayuda a conseguir esa situación?
¿Bajo qué colores de emblemas políticos hemos visto siembras de evidencias, inculpación de inocentes, chantaje político, intento de represión de la libertad de expresión, oscuridad en la administración, amañamiento en los concursos, gasto excesivo en imagen y fiesta, ausencia de rendición cuentas, generalización de la "comisión" al burócrata ejecutivo?
¿Le daríamos una ametralladora cargada a un niño de 6 años para que se divierta?