Barack Obama propone unos cuantos valores fundamentales en torno a los cuales no sólo demócratas y republicanos sino la gran mayoría de los estadounidenses pueden reconstruir “el sueño americano”. Correcto.
Un gobernante debe unir no ahondar las divisiones, aun cuando tales divisiones le reditúen electoralmente en el corto plazo. Uno de esos valores invocados por Obama es el del ahorro y la frugalidad: El gobierno, al igual que las empresas y las familias, no puede gastar permanentemente por encima de sus ingresos. Por eso el abrumador y creciente déficit fiscal de Estados Unidos resulta una aberración. Otra vez: Correcto.
El problema es cuando pasamos del concepto abstracto a las magnitudes numéricas; cuando pasamos del discurso a las realidades. Una y otra vez, en el discurso, Obama habla de que se deberá corregir el déficit fiscal –enderezar la nave- pero, al analizar sus propuestas de gasto para los próximos años y aceptando sus optimistas proyecciones de ingresos públicos futuros, el resultado es descorazonador.
Obama pidió a su gabinete identificar en los próximos 90 días en qué renglones específicos se debe hacer un “fuerte” recorte al gasto público federal. Suena bien, suena de acuerdo con la propuesta de enderezar el barco, pero estamos hablando de recortar el gasto ¡en 100 millones de dólares! Eso es un grano de arena en la inmensidad del desierto.
Greg Mankiw, excelente profesor de economía en Harvard y algún tiempo asesor de George W. Bush (lo que significa que no es, ni de lejos, un simpatizante de Obama) sacó la calculadora y anunció que 100 millones de dólares son el 0.003 (cero-punto-cero-cero-tres) por ciento de los 3.5 millones de millones (billones en español, “trillions” en inglés “americano”) del déficit fiscal proyectado para 2010 por el mismo gobierno de Obama. Ver: Aquí y aquí también.
Obama es inteligente y ha dado muestras de ser un político respetable y honesto; de los mejores dentro de lo que hay (que no es mucho). Pero estos números lo dejan sólo como otro bien intencionado más. Estos números, este déficit escandaloso (del cual Obama sólo es responsable parcialmente y del cual hay que pedrir cuentas en especial a George W. Bush) es como una lápida sobre el inteligente discurso de Obama.
Obama necesitará mucho más que “gestos políticamente correctos” para enderezar la nave. Debe aprender a “leer” las magnitudes numéricas detrás de los grandes conceptos. A todos nos convendría.
Barack Obama sí sabe escribir
Estoy muy lejos de compartir el entusiasmo que manifiesta Barack Obama por asuntos tales como el combate al calentamiento global, el uso de los impuestos como herramienta para redistribuir el ingreso o la intervención del gobierno en la fijación de los salarios de los ejecutivos de empresas privadas, por mencionar sólo tres tópicos de la agenda del presidente de Estados Unidos que me parecen profundamente equivocados.
Obama escribe que sus puntos de vista sobre la mayoría de los temas están más de acuerdo con los editoriales que publica The New York Times que con los editoriales de The Wall Street Journal. A mí me sucede exactamente lo contrario.
Sin embargo, me parece uno de los presidentes más brillantes, inteligentes y decentes de los Estados Unidos en los últimos cien años. Su influencia benéfica en el futuro de Estados Unidos y del mundo podría ser igual o mayor a la que generó Ronald Reagan en su momento. Es, a mi juicio, mucho más coherente y claro que F.D. Roosevelt y más honesto intelectualmente de lo que fue J. F. Kennedy.
¿Por qué lo digo? Porque he leído lo que ha escrito y lo encuentro muy bien escrito. Eso, saber escribir bien o incluso ser lo suficientemente inteligente para encontrar quién le escriba bien a uno lo que uno quiere escribir, es una cualidad escasa en este mundo, no sólo entre los políticos sino en todas partes, incluido el mundo editorial. Se aprecia tan poco la capacidad de “cifrar” porque también son muy pocos los que saben “descifrar” y distinguir lo valioso de lo deleznable.
Pero no me crean; lean los dos libros de Obama – “Los sueños de mi padre” y “La audacia de la esperanza”-, relean su vibrante discurso inaugural como presidente. Comprobarán que Obama es una persona brillante, con una clara visión de cómo se ha deteriorado la política en Estados Unidos a causa de las posturas maniqueas y partidistas (maniqueísmo que con frecuencia alentamos y promovemos los medios de comunicación en todo el mundo); una persona comprometida con los mejores valores que han hecho de Estados Unidos un país de libertades, de trabajo honesto, de sólidas virtudes cívicas y de grandes realizaciones.
Por cierto: sólo un majadero como Hugo Chávez pudo tener el pésimo gusto de regalar a un buen escritor y lector, como Obama, ese viejo panfleto vomitivo, plagado de falsedades: “Las venas abiertas de América Latina”, del uruguayo Eduardo Galeano.