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La vida semeja el jardín de senderos que se bifurcan del famoso cuento de Borges(*). Casi a cada momento estamos ante encrucijadas que nos obligan a decidir. Con frecuencia las encrucijadas no son tales (disyuntivas entre A y B) sino opciones múltiples: tres, cuatro, cinco posibles cursos de acción, que pueden o no ser excluyentes. Los senderos, entonces, ya no sólo se bifurcan (perdón, Borges), sino que se trifurcan o más.
Pero sólo hay un "siguiente paso" y ese único próximo paso determina, al menos parcialmente, los siguientes y marca de forma inexorable la secuencia (si tomo la ruta ciudad de México-Monterrey, puedo llegar, desviándome un poco, a Tampico, pero es imposible que llegue a Tapachula).
Propongo a los lectores "jugar" a que cada cual es, hoy y ahora, el Presidente de México y tiene ante sí sólo tres cursos de acción excluyentes - si se opta por A, se descartan, al menos por el momento, B y C, y así para cada caso- porque lo que hay que elegir es el siguiente paso, y ese siguiente paso determinará en gran medida todo lo que siga. Dicho coloquialmente: Tienen que matar al tigre pero sólo tienen un tiro. ¿Cuál debe ser ése tiro de entre tres posibles?
Curso de acción A, "reformar para crecer contra viento y marea": Una agenda de reformas estructurales en la línea de lo deseable y necesario, apelando a que la situación de las finanzas públicas y del (no) dinamismo de la actividad económica las hacen impostergables y, por lo tanto, debe superarse el mero cálculo político de "lo que parece posible" aunque haya que enfrentar resistencias y que generar conflictos por los intereses afectados.
Curso de acción B, "el pato cojo": Aceptar el papel de administrador de la crisis. Ir tirando como "pato cojo" (es una denominación que en los Estados Unidos se da a los Presidentes que ya han perdido futuro político, para ellos o para su partido) y hacer "lo mejor posible" sin desatar conflictos, despertar resistencias o enfrentar nuevas críticas. Hacer cambios cosméticos (verbigracia, quitar a Fulano para poner a Mengano), como los que andan empujando algunos, vaya usted a saber con qué intenciones, en los medios de comunicación.
Curso de acción C, "el Ayatolá justiciero" : Conjeturar que la principal causa de irritación de la sociedad y de los electores es la rampante corrupción en la vida política y en el gobierno, elegir, por tanto, una estentórea y espectacular cruzada por la "renovación moral" castigando con severidad inusitada cualquier corruptela en el gobierno federal, real o aparente, imponer una "austeridad gubernamental" consistente en rebajar a la mitad o más los sueldos de todos los funcionarios del gobierno federal y acciones similares. Una vez iniciada la cruzada moralizadora dentro de casa tener la "autoridad moral" para denunciar la corrupción de los demás: gobiernos locales, los otros poderes, los empresarios, los sindicatos, aunque sea de forma testimonial. El cálculo es que esto daría una nueva imagen al partido en el poder y que los ciudadanos pueden perdonar la incompetencia - o un cierto grado de incompetencia o de inacción en otras áreas- pero no perdonan la deshonestidad en asuntos de dinero.
Por supuesto, sé que podrían darse muchas variantes y mezclas entre estas tres opciones. Pero la pregunta es ¿cuál es la prioridad?, ¿cuál es, de las tres, la que promete ser más acertada o más correcta?
Por supuesto, también, la elección revela mucho sobre la jerarquía de valores (¿qué es lo más importante?) de quien elije.
Una última consideración: NO se trata de imaginar qué hará el Presidente sino de enunciar qué sería deseable que hiciese o, para ser más preciso, decir qué elegiría cada cual de ser, aquí y ahora, el Presidente. Claro, si alguien desea comentar por qué cree que el Presidente real haría tal o cual cosa, aunque no sea ésa nuestra elección, puede hacerlo. Lo interesante sería saber por qué se conjetura eso.