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La opinión publicada y difundida en México acerca del programa económico 2010 se inclina por ampliar el déficit fiscal, en lugar de incrementar impuestos y recortar gastos en todos los niveles y ámbitos gubernamentales.
Con irritación - real o fingida- algunos comentaristas, como Sergio Sarmiento, ironizan: "No se necesita ser ganador del Premio Nobel de Economía para entender que (...) lo peor que puede hacer un gobierno en una recesión es elevar impuestos".
Podría citar 20 comentarios más o menos en el mismo sentido, las diferencias estarán en la sintaxis - en ciertos casos, desastrosa; en otros, tolerable-, en las fuentes a las que se recurre para sustentar la afirmación contundente de que los impuestos son veneno para el enfermo (que, se entiende, es la economía mexicana): una declaración de algún premio Nobel de Economía, como Eric Maskin, de visita en México; las cifras de déficit fiscal en otros países, con el Reino Unido, Estados Unidos y España como "prístinos ejemplos" de lo correcta que es la receta del endeudamiento público y, en otros casos, la opinión se apoya en declaraciones de "expertos" de gran "prestigio" como el ex-secretario de Hacienda Jesús Silva Herzog Flores o el ex subsecretario de Hacienda Francisco Suárez Dávila.
Como he dicho y tratado de demostrar en comentarios recientes en estas "Ideas al vuelo" no comparto, en lo absoluto, esta opinión. Remito al lector al comentario en que sustento que el déficit fiscal inhibe el crecimiento.
Vale la pena, sin embargo, hacer algunas aclaraciones adicionales a la supuesta "información" en la que se sustentan estos "análisis" pletóricos del keynesiasmo más añejo y, dicho sea sin ánimo de ofender, ramplón.
1. Ninguno de los sesudos partidarios de un mayor déficit fiscal menciona el hecho de que la que ha sido la fuente de más de la tercera parte de los ingresos fiscales en México durante las últimas décadas, la producción y exportación de petróleo, ha caído brutalmente en los últimos cinco años. Hoy México produce casi 800 mil barriles de petróleo MENOS cada día respecto de los que producía en 2004. Esto, puesto en pesos y centavos de hoy, significa que al erario le están faltando unos 250 mil millones de pesos al año para cuadrar sus finanzas. Recurrir al déficit no aumenta, en una sola gota, la producción de petróleo. Omitir ese dato - duro como piedra - en un supuesto análisis fiscal sobre México el día de hoy, es tanto como omitir en los análisis clínicos de un enfermo de diabetes la medición del azúcar en la sangre.
2. Todos sabemos, pero ahora lo callamos, que los ingresos petroleros han permitido que la estructura tributaria en México sea tan compleja como débil. Pocos pagamos impuestos, las excepciones, las tasas especiales, los tratamientos diferenciales son tantos y tan extensos que para muchas empresas es mucho más rentable cabildear en el Congreso el sostenimiento de esos regímenes especiales que mejorar, digamos, su productividad con la inversión en ciencia o en tecnología. Todos sabemos, pero ahora se nos olvida, que durante 2007, 2008 y parte de 2009 hemos disfrutado de precios de la gasolina y del diesel que están significativamente por debajo de los precios internacionales. No obstante que más del 40 por ciento de la gasolina que se consume en México es importada, el sostenimiento de esos precios subsidiados parece haber sido motivo de orgullo nacional y una forma en la que el Estado nos "premia" a las clases medias y altas, beneficiarias del subsidio, por ser un "país petrolero" en el que "el petróleo es de todos" (aunque más de unos, que de otros). Un mayor déficit fiscal no servirá en lo absoluto para ampliar la base de contribuyentes, ni para incorporar a la economía formal a millones de mexicanos que sobreviven en la economía gris, que va desde la venta de chucherías en los semáforos hasta el tráfico de drogas.
3. La caída inexorable y previsible de los ingresos petroleros NO fue causada por la recesión global. Es un problema exclusivo de México, producto de políticas y prejuicios nacionalistas respecto del petróleo, que debemos corregir y resolver los mexicanos. Un mayor déficit fiscal no hará más productivo a PEMEX, un mayor déficit fiscal no facilitará, sino que obstaculizará aún más, la participación de inversionistas privados en las tareas de exploración y producción de petróleo.
4. Los comentaristas que elogian los déficit fiscales de Estados Unidos, Reino Unido y España omiten mencionar que, con todo y sus abultados y espeluznantes déficit, cada uno de los gobiernos de esos países ya evalúa o ya ha anunciado inminentes alzas de impuestos. El ejemplo más aleccionador es España. Se estima que cerrará este año con un déficit fiscal equivalente al 9.1 por ciento de su PIB. Se supondría - al decir de estos comentaristas keynesianos- que tan espeluznante déficit público le ha permitido crear millones de empleos (no es así, el desempleo en España es hoy el más alto en décadas y es de 15.5 por ciento, el doble del desempleo en la llamada euro-zona). Se supondría que, gracias a dicho déficit, el "socialista" gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ni por asomo subiría impuestos (Lord Keynes no lo permita, donde quiera que se encuentre). No es así: Hace apenas unos días, el 9 de septiembre, Zapatero anunció para 2010 un alza generalizada de impuestos, para tratar de recaudar el equivalente al 1.5 por ciento del PIB de España, lo que vendría a ser unos 15 mil millones de euros, lo que equivale a más de 297 mil millones de pesos mexicanos. Y, ¿para qué quiere aumentar impuestos el gobierno español?, ¿para aumentar el gasto público destinado a estimular la demanda? No. ¿Para destinar los ingresos adicionales a reforzar y ampliar los programas diseñados para la superación de la pobreza, dando becas, alimentos, vivienda, opciones de salud a los españoles más pobres? No. Por desgracia, la totalidad de los nuevos ingresos tributarios que esperan recaudar se irá ¡a disminuir el déficit fiscal! (Puede leerse más información, por ejemplo, en La Vanguardia haciendo clic aquí).
Está bien que estos comentaristas que inundan día a día la opinión publicada en México detesten pagar impuestos (todos lo detestamos), está bien que sus patrocinadores o patrones estén disgustados con el programa económico porque prevé gravámenes que presumiblemente van a disminuir sus rentas. Se entiende el disgusto y se entiende que a estos amanuenses no les guste patear el pesebre que les da de comer, pero por favorcito: un poquito de honestidad intelectual. No sean tan irresponsables, son los primeros en saber, algunos al menos como Sergio Sarmiento o Roberto Newell, que incrementar el déficit público en México sería suicida.