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Está bien, ¡no los paguemos, legalmente!
Pero para que eso sea posible es necesario hacer varias cosas y éstas tienen que ser tan radicales como nos sonarán al oírlas. ¡Tendríamos que hacer una revolución completa! ¿Estamos listos para ello?
Se acabó. El estado mexicano no dará un centavo más para nada que tenga que ver con educación. Todas las escuelas públicas se ponen a la venta a los postores privados que las quieran adquirir. Lo lógico es vendérselas a las comunidades que hacen uso de las mismas. También será necesario contratar maestros y de una vez por todas, se les dirá, con toda claridad que no pueden pertenecer a sindicato alguno. El que quiera trabajar en alguna escuela, que se apunte y la comunidad en la que trabaje le dirá cuánto se le puede pagar. Si no le gusta, que se vaya a otra. La academización —que no es lo mismo que la educación— podría ser parte de los padres que lo acepten. Nada de títulos, sólo demostración de conocimiento, de capacidad y creatividad. ¿Por qué los "papeles"? ¡Sólo generan burocracia, prepotencia y peligro de corrupción!
Todos los hospitales del seguro social se ponen a la venta y el ingreso, al igual que el de la venta de las escuelas, servirá para pagar deuda pública local e internacional. Los médicos serán recontratados por los nuevos dueños, que serán probablemente los mexicanos de las zonas en donde se encuentran los hospitales. Que se formen los comités ciudadanos, que serán los responsables de la administración y funcionamiento de las clínicas y hospitales, lo mismo que centros de salud y similares. Para no retroceder, se mantendrá un sistema de salud generalizado, gratis para todos. Los pagos que se hagan serán totalmente voluntarios y según estudios de caso por caso después de haber dado los servicios.
La CFE y cualquier empresa centralizada hoy que sirve para generar electricidad se convertirá en empresa privada. De nuevo, el pago servirá para pagar la deuda interna y externa del gobierno. Lo mismo se hará con PEMEX: se pone en venta a los mejores postores del mundo entero. Claro, los impuestos ya no servirán para subsidiar los consumos de PEMEX o de la CFE. En cambio, los consumos serán pagados totalmente, completos, por los usuarios que efectivamente los hayan aprovechado. Será el fin de los subsidios y de los privilegios. Obvio: se ordenará el uso exhaustivo de energía solar y eólica por encima de cualquier otra solución. La revolución tiene que ser tecnológica o de lo contrario sólo se tratará de un juego político.
Que todos los centros arqueológicos se renten o concesionen para que los servicios sean responsabilidad de esas empresas, probablemente en combinación con la industria turística, los propietarios de hoteles, de líneas aéreas, etc. La sociedad tomó el poder y nada pertenece sino a los habitantes de la región. Cuidado con meterse con ellos sin antes convencerlos del valor de la intelectualidad, señores científicos de las ciencias arqueológicas.
Aquí tenemos la gran ventaja de que nada es del estado, excepto los "derechos territoriales". Pero como ya no habrá estado gordo, entonces lo que sucederá es que todos los servicios de comunicación dejarán de tener los impuestos de que ahora disfruta el estado mexicano para pagar todo eso que ya hemos estado cancelando. El estado no concederá nada: serán los privados, en un comité nacional, estatal o local los encargados de asignar las frecuencias a todo aquel que las solicite. Será la sociedad la que sancionará la programación que no le parezca, en una forma muy sencilla: dejándola de ver; o premiará la que le guste, viéndola. La tecnología digital permite hoy que existan miles de canales de transmisión abierta: el fin de los monopolios no tendría por qué esperarse más. La comunicación masiva sería de todo aquel que tenga algo qué decir, una especie de Internet pero que les llegará a todos los que tengan el receptor —radio o TV— digital adecuado. Será recomendable que las comunidades tengan una forma de comunicarse localmente con eficiencia: la vida comunitaria es la base de la fortaleza de ese "nuevo México sin impuestos".
La sola sugerencia de lo que hoy se llama "diputado" o "senador" sería casi un insulto de por vida en este país. A partir del triunfo de Fox sabemos que los legisladores del partido diferente de un presidente se pueden convertir en verdaderos enemigos del progreso: para ello es más importante que su partido quede bien que que el país progrese. Cada mexicano no necesitará un representante, porque ya vimos que no representan a nadie, sino a sus propios partidos, a sus propios intereses, o bien, cuando tienen "muy buenas intenciones" no saben ni qué hacer ni qué decir una vez que se encuentran en cualquiera de las cámaras, a cualquier nivel. Los temas a tratar serían colocados en Internet y podrán participar las personas que queden plenamente identificadas y que demuestren entendimiento y sabiduría que por sí misma iluminará a los demás interesados.
Se acaba el IFE y sólo queda de éste lo necesario para que cada mexicano se pueda identificar al "votar" en los sitios de Internet adecuados para leer las objeciones o sugerencias de los demás, y dar las suyas propias. Todos los temas tendrán un tiempo de discusión. Los ciudadanos podrán convocar a reuniones físicas públicas. Para extenderse, podrán colocar videos para dar sus puntos de vista. Los puntos de vista idiotas serán cancelados por la falta de atención que se les dará. Los puntos de vista interesantes tendrán más atención. Se irá decidiendo poco a poco el día final de la elección para tomar la decisión que corresponda. Se tratarán temas como el aborto, la pena de muerte, los castigos legales, y todos los demás que surjan.
Se acabó la necesidad de la clase política. Cada barrio, cada colonia, cada conjunto de colonias y de barrios, cada ciudad, tendrá sus comités de zona, en donde los ciudadanos particulares —todos los cuales deberán ser productivos— podrán tratar en vivo —lo que no sea tratable en Internet— para mantener sus zonas debidamente atendidas con escuelas, centros de salud, hospitales, drenaje, calles, luces públicas, agua, puentes, etc. El gobierno será formado por ciudadanos que sólo estarán allí temporalmente y por obligación para coordinar las acciones de los profesionales por un tiempo muy limitado: máximo de 1 año, por ejemplo. No recibirán sueldo alguno ni podrán tener contacto directo con los profesionales que finalmente darán los servicios aprobados vía concursos en Internet, en donde todos los interesados podrán participar si cuentan con conocimiento u opiniones valiosas para aportar y cooperar al bienestar de cada comunidad.
Como ya no existirá esa idea de que "el gobierno me debe dar", sencillamente porque el gobierno no existirá, los delincuentes, asaltantes, secuestradores, mafias, etc., serán desterrados —previa esterilización— para siempre a valles de los cuales no podrán salir jamás. Esto, desde luego, será discutido largamente y progresivamente se irán tomando decisiones. Todas las personas deberán pasar un tiempo como policías o como gente ocupada de la seguridad de sus comunidades. Durante este tiempo vivirán en lugares en los cuales el dinero no podrá usarse; sus cuentas bancarias no podrán recibir tipo alguno de pago. Sólo se les proporcionará lo necesario para vivir con cierta comodidad mientras tengan el encargo —6 meses máximo— de cuidar por la seguridad de los demás.
En esa forma, se acabó el IVA, el ISR, el IETU y todo lo demás que han inventado para ver cómo se logra que la sociedad mantenga una gran burocracia y una gran "clase política" que poco a poco ha demostrado servir absolutamente para nada... excepto para pasársela bien y sentir que tiene un "gran poder" mientras están en su puesto.
¿Les parece? ¡Hagamos la revolución, pues! No tiene por qué ser sino totalmente pacífica.
Pero... si aún no estamos preparados para esta revolución, entonces, entendamos que nuestro gobierno requiere dinero real —no billete impreso inflacionario— y que el dinero de verdad sólo puede provenir de impuestos o contribuciones. Los que entendemos esto sabemo que no existe ya ninguna razón para que no se implante el IVA generalizado, única forma en que los mexicanos realmente pagan impuestos: cuando consumen.