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Durante más de 30 años hemos perdido competitividad como país. Son consecuencia de esa pérdida —que a todas luces a la mayoría nos ha empobrecido— los siguientes resultados:
Y todo esto a pesar de que somos el país con mayor número de tratados comerciales del mundo y con una situación geográfica aparentemente envidiable: tenemos de vecino al principal mercado del mundo, amén de contar con amplias costas y climas de los más benignos del planeta.
La pregunta obligada es: ¿qué hemos hecho o dejado de hacer y qué otros países han hecho y con mucho éxito? La respuesta y solución es muy clara y sencilla: ellos han puesto como prioridad máxima, como estrategia de país, mejorar su COMPETITIVIDAD, por lo que todas las acciones de todos los actores de la economía están orientadas hacia ese fin.
¿Por qué? Sencillo: si la competitividad de un país se incrementa, trae como consecuencia mayor empleo primero y segundo, mejor remuneración a sus empleados (situación que ha sido todo lo contrario en México).
Para comprender mejor cómo se puede medir la competitividad mencionaré un ejemplo que es muy ilustrativo, cuyo afán no es satanizar a la institución, sino darle al lector una forma objetiva de entender el asunto.
Hace unos días tuve que ir a la Secretaria de Hacienda a reportar el cambio de domicilio de mi empresa. Para este trámite se me exigió ir personalmente, en compañía de mi contador con el original del acta constitutiva de mi empresa y una copia. Cuando la dí de alta, dentro de los trámites que tuve que hacer fue que guardaran una copia electrónica de dicho documento y de mis datos personales, situación que corroboré en este trámite: los tenían en sus archivos.
Este trámite me llevó más de 2 horas sin considerar el tiempo de traslado a las oficinas de Hacienda y el regreso a mi oficina. Este trámite en otro país se podría haber hecho por Internet y no hubiese llevado más de un minuto. Éste es un signo inequívoco de ineficiencia y, por ende, de falta de competitividad.
Este ejemplo que parece irrelevante lo vivimos en México en prácticamente cada actividad de nuestra vida y ésta es la razón por lo que hemos perdido competitividad con respecto a otros países.
Uno se preguntara —como simple ciudadano— "si no soy pobre, ¿en qué me afecta la falta de competitividad del país en mi vida cotidiana?" La respuesta es: "En mucho". Hasta hoy la única beneficiada real de todo este desorden es la clase política en general, una pequeña élite del sector empresarial y algunos líderes obreros y campesinos. Representan una verdadera pequeña minoría en el país contra toda la demás población, los que cada día nos empobrecemos más.
Espero, amable lector, que con estos argumentos logre convencerte de que el problema de falta de competitividad de nuestro país es el principal causante de la crisis que hoy, septiembre del 2009, estamos viviendo. Es algo que hemos sufrido durante más de 30 años.
Estos argumentos también deben convencerte de que se trata de un problema muy serio, además de que es indispensable resolverlo —independientemente de nuestra situación socioeconómica, sexo, edad o actividad cotidiana. Lo importante es saber qué podemos hacer para que el país tome la decisión de llevar a cabo una estrategia integral para mejorar la competitividad.
Recuerda que, mayor competitividad como país implica también más y mejores empleos para todos —bienestar económico para todos— lo que implica menores riesgos de seguridad como los que estamos viviendo hoy.
El primer paso es hacer que cada vez más mexicanos se convenzan del tema y participen en acciones concretas que mejoren la competitividad. Si estás de acuerdo con el tema te pediría que circules este artículo a través del correo electrónico a las personas que consideras les puede interesar.
Y, desde luego, que le manifiestes a tu representante legislativo ese interés que tienes en que se hagan acciones concretas para incrementar la competitividad de México. Visita la página en la que podrás enviarle tu petición a tu legislador.
En artículos posteriores iré comentando qué acciones concretas podemos llevar a cabo que permitan la competitividad de nuestro país.