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Entrega 1 de 3
Mérida, Yucatán, México, octubre de 2015.
Es un tema sagrado, pero la alimentación debe ser asunto abierto al diálogo de todos; es demasiado importante para dejarlo a las tradiciones y hábitos culturales;ya es hora de abrir los ojos ante el problema y hacer que todos hagan lo propio.
Aún se preguntan algunas personas por qué es importante que la alimentación individual sea saludable. La cuestión es que lo que una persona come afecta lo que sucederá con las demás en muchos aspectos:
Esas son 4 principales razones por las cuales la decisión que un individuo toma con respecto a cómo alimentarse, son importantes no solo para el individuo en sí, sino para todos los demás que viven en el mismo entorno de él.
La realidad es que en forma generalizada, en el mundo de 2015 (octubre), la gente está sufriendo de un caso grave de falta de información confiable con respecto a lo que es conveniente comer.
Hay mucha pacotilla por allí, mucha información que es realmente falsa o que proviene de premisas falsas que las culturas, en sus tradiciones y creando hábitos, las mantienen hasta el día de hoy.
La respuesta definitiva es que más de 93% de la humanidad en los países desarrollados —en los no desarrollados la situación es peor— no sabe a ciencia cierta qué es lo que realmente le conviene comer. Ese 7% pertenece a una minoría que puede ser por “suerte” o por discernimiento agudo, que ha encontrado los elementos para entender las cosas. También hay algunos que han cambiado su manera de alimentarse argumentando razones de compasión hacia los animales.
La proteína no solo no es importante —con 30 gramos diarios de proteína vegetal estará perfectamente a gusto cualquier persona promedio— sino que la proteína animal es positivamente dañina para la salud del ejemplar de la especie Homo sapiens sapiens. Es inútil, lector, que recurras ahora a argumentos totalmente obsoletos como el salvaje de las cavernas comiendo con las manos trozos de carne de un animal recién matado —eso sí, bien cocidito.
Toda la ciencia de los últimos 12 años viene encontrando lo que antes no se le permitía encontrar: que la proteína animal es el peor enemigo de la salud del humano. Insisto: el humano pertenece a la misma rama de simios como gorilas, chimpancés, orangutanes y bonobos, una especie tan especial que casi nadie sabe de ella pero que, de todos los demás simios mayores existentes hoy, es el que más similitud genética tiene con el humano.
Davis, en su libro “Proteinaholic…” menciona de paso que si alguien cree que los plátanos no te pueden hacer fuerte, entonces te invita a armar pleito con un chimpancé, a ver quién gana. Y, lector, de una vez por todas, si tus fuentes informativas alguna vez te dijeron que los chimpancés comen sistemáticamente cualquier forma de carne animal, ¡esa fuente está equivocada! Así de sencillo; por lo tanto, olvídala.
Son complejas las razones que provocaron considerar la proteína como “la fuente de la vida”. Los más bien llevados estudios —los que no tienen una agenda escondida— demuestran en forma fehaciente que en donde hay ingesta de proteína animal, hay enfermedades crónicas degenerativas, de esas que los médicos tranquilamente mencionan como “asunto de la herencia”. Sí, es cuestión de genes, pero no en la medida en así, nada más, desarrollan la enfermedad degenerativa espontáneamente; no, no es así. Investigaciones concluyentes recientes demuestran que el surgimiento de la enfermedad degenerativa requiere dos factores: 1) disposición genética y 2) proteína animal en la dieta.
Sin proteína animal, el gen que desarrollaría una enfermedad degenerativa no la generará. La lista de enfermedades crónicas degenerativas está en miles de lugares en Internet. Una gugleada es todo lo que se necesitará para encontrar cientos de versiones. En algunos casos es factible que ya se mencione el tema de la combinación de la proteína animal con el rasgo genético.
Nótese que no se ha usado una sola vez la palabra carne: nos estamos refiriendo en todo momento a la proteína animal que, desde luego, se encuentra en todo animal que se mata y se “beneficia” para ingesta humana, en todos los derivados —aunque no se haya muerto su origen— como huevo, leche, queso, mantequilla, crema, yogurt, gelatina (cerdo), proteína derivada de sólidos de leche (whey). Estamos seguros de que la persona que lee esto ya debe haber concluido que la proteína de pescados, moluscos y mariscos es también dañina.
Este dato no ha sido comentado en forma abierta ni por organizaciones mundiales supuestamente concentradas en cuidar el medio ambiente del planeta.
Se trata del calentamiento global. Poca gente sabe hoy —ya lo conocen en Naciones Unidas y muchos países, incluyendo EE.UU.— que así como todos los transportes juntos son responsables de 13% del calentamiento global, la tajada más grande en contribuir al deterioro del planeta proviene de todos los elementos involucrados en la persecución del consumo de proteína animal.
En efecto, 51% del calentamiento global es la suma a la que se llega cuando se agrupan todos los elementos que solo existen en la industria persiguiendo que la proteína animal llegue al plato del humano.
Una hamburguesa comercial de Burger King o de McDonald’s provoca que se usen 660 galones de agua para llegar al trozo de carne molida. Una hamburguesa hecha a base de elementos todos ellos vegetales, con valor nutritivo de primera clase y sin el peligro de la proteína animal, solo requiere de 10 litros de agua para producirse.