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México (15 de febrero).-
Por ser original, innovador y sustentable, incluso en comparación con otros sistemas utilizados en Europa y Medio Oriente, el proyecto de desalinización de agua por ósmosis inversa centrífuga de la autoría del Dr. Jorge Lechuga Andrade, logró ser patentado ante los organismos oficiales de México y de Estados Unidos.
El investigador y ex director de la Facultad de Ingeniería Química de la UADY, Lechuga Andrade, destacó que el proceso recibió las Patentes luego de seis años, tiempo en que se debió cumplir con pruebas y comprobaciones sobre el sistema, respecto de otros que se aplican en diferentes partes del mundo.
Las patentes fueron otorgadas por el Instituto Mexicano de Propiedad Intelectual (IMPI) y la Oficina de Patentes de Estados Unidos de Norteamérica; ambas se otorgaron el año pasado, con una vigencia de veinte años, en promedio. El inventor resaltó que son múltiples las ventajas que ofrece este sistema que desaliniza el agua de mar para convertirla en potable y cuya característica es la técnica de ósmosis inversa centrífuga con vórtices de Dean, lo que reduce costos de producción, de energía eléctrica, así como de impactos ambientales. En ese sentido, explicó que una de las características de alto impacto es que el sistema es centrífugo, lo que permite reducir el consumo de energía, casi en un 80% respecto de otros que se utilizan en Europa y Medio Oriente. Adicionalmente, los costos de producción son menores porque el mismo sistema permite que haya una limpieza sistemática de las membranas, lo cual en otros procesos se debe realizar de manera manual, lo que implica tiempo dedicado a la limpieza y no a la producción. Y más aún, resaltó, este sistema centrífugo reduce impactos ambientales, pues una vez teniendo el agua de rechazo –como parte normal del proceso de desalinización-, ésta pasa por el filtrado de ósmosis para un post-tratamiento y sólo así, se regresa al mar, con tal de evitar el impacto a la flora y fauna marina. En otros procesos que se utilizan en Islas Canarias y Medio Oriente, comentó, la desalinización de agua de mar, requiere un elevado consumo de energía, provoca impactos ambientales y el proceso debe detenerse para limpiar los sistemas y poder continuar. Como parte de su investigación, el yucateco viajó a las Islas Canarias para conocer los procesos que se hacían en las desalinizadoras existentes. En ese tiempo se percató que tanto en Europa como en Medio Oriente había mayor aceptación de la ósmosis inversa convencional. El costo de energía y la contaminación ambiental era alto, ya que se usaban energías a base de combustibles fósiles como el petróleo. Por lo anterior, Lechuga Andrade empezó a pensar en un proyecto no solo innovador sino también sustentable. Recordó que la investigación fue resultado de su Doctorado en Procesos de Innovación en Ingeniería de Producto y de Proceso que estudió ante la Universidad Politécnica de Cataluña, en España y el Instituto Politécnico Nacional de Toulouse, Francia. Durante el proceso, dijo el investigador, ha sido fundamental compartir los conocimientos con los jóvenes, ya que “lo que buscamos es que los jóvenes puedan involucrarse en el proceso científico y no sólo se queden con la teoría”. -Mientras más sentidos entren en el proceso de innovación, más se aprende, por eso es fundamental que se activen ojos, oídos, tacto, para despertar más la creatividad en el proceso científico y de investigación, dijo. Consideró que es importante que los estudiantes encuentren oportunidades para involucrarse más en estos procesos de investigación, “hay que activar los sentidos y sudar en los laboratorios para seguir aprendiendo y para aplicar el conocimiento y desarrollar competencias”. En el proceso científico es vital cometer errores, de ahí que sean experimentos, y aunque haya fallas, eso permitirá que cada vez sean menos y se refuerce la valentía y la innovación, subrayó. El investigador yucateco resaltó que en México hay una base sólida de científicos, capaces de generar conocimientos y desarrollo de propuestas innovadoras aplicables para diferentes áreas. Dijo que hay que apostarle más a la ciencia hecha en el país, esa que se sostiene de investigadores convencidos de que la innovación es un proceso sistemático y continuo. El investigador cuenta con 28 años de experiencia como docente en la Facultad de Ingeniería Química de la UADY, cuenta con dos maestrías en esta disciplina y una más, en Administración. Su proceso de desalinización del agua durante su doctorado, le valió para recibir el Premio Nacional del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos 2015.