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México (15 de febrero).-
Ayer Tixtla, hoy Ciudad de Guerrero, ese el lugar en el que vio la luz, cuarenta y ocho años se dice que es la edad a la que llegó, en tiempos cuando la monarquía española aún podía condenar los excesos cometidos por los revolucionarios franceses.
En aquella región de sociedad heterogénea, donde abundaban los descendientes de africanos; como el caso de Guerrero, la clase social a la que pertenecía carecía de privilegios, pagaba diezmos y otros impuestos de los que los indígenas nativos se hallaban exentos, no podían organizar gobiernos locales, ni tampoco tenían tribunales especiales.
Combinada con la baja densidad demográfica de la zona y la casi nula presencia de las instituciones virreinales, se creaban ventajas para quienes querían prosperar, como algunos terratenientes, transportistas de mercancías y arrieros, que escapaban de la pobreza gracias a sus esfuerzos en medio de un orden jurídico y político que no los protegía.
La combinación de esas circunstancias con cada vez mayores exigencias fiscales a los habitantes del Sur de Nueva España; que para ese entonces ya resentían dichas presiones impositivas, germinaron el inicio de un proceso de erosión en la legitimidad de la corona.
En aquellos grupos que encontraban en su esfuerzo la prosperidad, estaba el joven arriero Vicente Guerrero, que debía su posición al esfuerzo en el trabajo propio y no a las generosas concesiones que la corona otorgaba a otros sectores de Nueva España. De tal forma, que Guerrero ya había conseguido unos cuantos, pero importantes privilegios, como el de portar armas e integrar milicias como las que tenían Leonardo Bravo y Hermenegildo Galeana, terratenientes de esa zona.
Es así como comienza su historia, historia que no es ajena a la de muchos ilustres mexicanos que han formado esta Patria, el 16 de septiembre de 1810 dio inició el levantamiento independentista de Miguel Hidalgo, un mes después, Hidalgo encargó a José María Morelos llevar la insurrección al sur del país, zona en la que muchos se unieron a él, entre ellos se hallaban Hermenegildo Galeana y Don Vicente Guerrero.
Los resultados obtenidos por cada batalla le valieron a Morelos para reconocer los méritos de Guerrero, a quien le otorgó el grado de capitán, detenido y ejecutado el cura Hidalgo en julio de 1811, el liderazgo de la revuelta pasó a manos de Ignacio López Rayón y José María Morelos, ya en 1812 una vez hecha la conquista de Oaxaca y después de una continua demostración de valor, Guerrero es ascendido a teniente coronel.
En 1814 Vicente Guerrero es comisionado por Morelos para reforzar la zona costera del sur, en donde conquistó Puerto Escondido y Santa Cruz de Huatulco, además participó en la toma de Acapulco, sus tácticas de combate le dieron gran fama por su efectividad. Ya para 1815 y tras la aprehensión y fusilamiento de Morelos, Guerrero se replegó a la sierra del Sur, convirtiéndose en la última cabeza visible de un levantamiento que parecía ya definitivamente sofocado. Fue hasta 1818 que Guerrero fue reconocido como general en jefe del ejército del Sur.