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Deseosa, urgida de hacerse del gobierno y del presupuesto de Mérida, la gobernadora Ortega Pacheco ha gastado decenas, tal vez cientos de millones de pesos en una estrategia mediática que conjuga el golpeteo a la actual administración municipal y al PAN con la presentación del priísmo como seguro ganador en las próximas elecciones.
Son varios los y las priístas que han declarado sentirse llamados a ocupar la candidatura de su partido para la alcaldía de Mérida. Pero, entre todos ellos, destaca la diputada Araujo Lara, quien a los afectos personales de la Ñora del Justam suma el irrestricto apoyo de la pandilla de especuladores urbanos que han hecho de Mérida su feudo empresarial.
Con Araujo Lara ( o con Rolando Zapata, por parte del PRI; y con la Rata Zavala, por el PAN) se estaría dando un caso más de CHAPULINISMO, ya que dejaría el cargo para el que fue electa y, con él, abandonaría las promesas de legislación que hizo a los votantes, para buscar un nuevo cargo fundándose primordialmente en el alto grado de recordación que alcanzó gracias a la campaña multimillonaria que realizó recientemente y que conserva con dinero de origen desconocido, sí, pero de turbio color.
La bronca no es sólo que los políticos pasen de un cargo a otro, con mexicana alegría y repartiendo millones a los medios de comunicación. La verdadera bronca es que el predominio de la propaganda sobre los argumentos propicia la elección de funcionarios sin la suficiente preparación para ejercer el cargo. Personas que llegan a los puestos públicos a seguir sirviéndose de los recursos para promover sus carreras personales y para pagar favores a los cuates y a sus promotores. Ni más, ni menos, lo que hemos tenido ocasión de conocer durante el gobierno de la Seño de los Cochis.
Mérida se merece y reclama más que una muñequita de mostrador, un corredor de maratones o una modelo de trajes caros. Mérida no puede, no debe convertirse en vivero de chapulines, menos aún cuando los saltos de éstos están normados por caprichos de alcoba o por los intereses de los Barones del Poder que agobian a la economía y a la política del país y de Yucatán. Intereses a los que yá sirven, por desgracia, los legisladores que aspiran a la Alcaldía meridana.
Para evitar que los intereses bastardos sigan imperando, valiéndose de FIGURAS DECORATIVAS que pueden imponer gracias a las campañas electorales mediáticas, para impedir que los poderes fácticos se hagan también de la Alcaldía de Mérida y del presupuesto de la ciudad, los posibles votantes deben contar con información fidedigna, suficiente para conocer y valorar cabalmente a los candidatos. Por eso se hace necesario, indispensable, que quienes ejercemos la crítica y quienes tenemos acceso a información privilegiada la hagamos del dominio público, que hagamos llegar nuestras observaciones a quienes podamos, que sigamos llamando las cosas por su nombre y a los políticos y las políticas con los sustantivos o los adjetivos que mejor los describa por lo que han hecho o dejado de hacer, por lo que tratan de esconder, por lo que niegan apelando al “derecho a una vida privada” o haciéndose pasar por víctimas de “violencia ética”.