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México (28 de abril).- La muerte es un viaje incierto, experimentar la pérdida de alguien amado es un proceso fortísimo, si bien la memoria puede en algún momento fallar, hoy en día existe una técnica peculiar: convertir una parte de este ser amado en un diamante.
Arturo Lozano, director para Norteamérica, México y Canadá de Algordanza nos detalla el proceso por el cual deben pasar unas cenizas para convertirse en un bello diamante. Despúes del servicio funerario se procede a la cremación del cuerpo, las cenizas son llevadas a Suiza para un proceso muy complejo.
“Se extrae el carbono de las cenizas es un proceso muy complejo, desde que se reciben las cenizas las analizamos para saber la cantidad de carbono que contiene, en ese primer punto nosotros tenemos una huella dactilar de lo que va a ser el diamante. Todos ellos son únicos e irrepetibles sacamos un análisis completo y después empieza una fase de ir purificando y purificando las cenizas hasta obtener carbono, una vez que se obtiene el 95 o el 98 por ciento lo hacemos purificar aún más hasta quedar como grafito. A partir de esta fase se pasa por distintas etapas de purificación que después de compresión se convierten en un 99,99 por ciento de átomos de carbono” señala Lozano.
Cuando ya se tiene el carbono necesario, el siguiente paso, con Tecnología HTHP (High Temperature High Pressure), es crear el ambiente adecuado que debe ser constante, monitoreado y de máximo cuidado para llevar a cabo un cultivo y conseguir, en cuestión de semanas, la gema deseada. Alianza funeraria J. García con Algordanza Actualmente Algordanza ha formalizado una alianza con la funeraria J. García López para ofrecer dicho servicio.
“Buscamos a la gente de Algordanza, ellos al momento de conocer la historia de J. García López y el número de cremaciones que hacemos, apostaron por nosotros para que tuvieran presencia en México, ya que nos consideraron la empresa más sólida y consolidada con proyección a nivel nacional e internacional” asegura Óscar Padilla, director general de J. García López.
En un primer punto firmaron una carta de exclusividad, en ese primer mes concretaron la venta de tres diamantes, “suceso que no había sucedido en los diez años de presencia en México”.
“Tuvimos la oportunidad de recibir a Rinaldo Willy, CEO de Algordanza, y nos confió a nosotros, convertir a México en una plataforma importante para que se convierta en el centro de distribución de Algordanza para el resto de América Latina” apuntó Padilla.
En el caso de México, este tipo de servicio ha tenido gran aceptación. “Teniendo en cuenta la presencia de este servicio en 29 países del mundo, México representa el cinco por ciento de la producción total que representa mil diamantes al año” asegura Lozano.
“A través de nuestros medios digitales al menos recibimos de tres a cuatro solicitudes semanales de gente que está interesada en los diamantes” apunta Padilla.
Aunque el proceso ha sido sumamente popular, la principal barrera que se tiene al adquirirlo es principalmente el costo ya que va desde los 60 mil a 80 mil pesos. “El precio ahora es una de las barreras, es un reto para que podamos tener más accesibilidad para nuestros clientes, como facilidades de pago” señala Lozano. Por otra parte, el gobierno no ayuda mucho, pues a decir de Padilla, con respecto a la legislación que hoy en día se tiene en México, las autoridades no alcanzan a comprender que el diamante que regresa de Suiza no es para comercialización sino para uso de una persona.