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México (31 de diciembre).-
Todo comenzó el 10 de enero pasado, unos días después de que David Bowie lanzara su último álbum de estudio. La noticia de su muerte dejó helados a todos.
“Blackstar”, el disco en cuestión, parecía mostrar un Bowie “más vivo que nunca”; pero no contábamos con que la grandeza de su música era el último adiós, el canto del cisne antes de partir. Así abrió la carpeta de las muertes de celebridades este 2016, marcado por un alto índice de decesos de famosos en todos los ámbitos: de la música al cine, escritores, políticos y deportistas.
Estadísticamente, el auge de la televisión internacional comenzó hacia la década de los años 1950, cuando el concepto de “popularidad” apenas tocaba a pocas personas elegidas (cine y música, con un censo muy reducido). Fue a partir de esos años donde la noción de alguien “famoso” se extendió poblacionalmente; y como todo en la vida tiene un auge y un final, es ahora cuando buena parte de los que se hicieron famosos en esos años están partiendo. Por lo menos esa es la explicación “lógica” que proponen algunos ante esa sensación de indefensión por ver a tantos famosos partir. Por ejemplo, la BBC de Londres utilizó cinco veces más sus obituarios de famosos en 2016 en relación a 2012. De ser cierta esa propuesta, 2017 lucirá relativamente parecido.
En enero también partió el cineasta italiano Ettore Scola (19) y el escritor francés Michel Tournier (18). El 19 de febrero murieron dos escritores: el prolífico crítico literario y novelista Umberto Eco y la estadounidense Harper Lee, autora del best seller “Matar a un ruiseñor”; el 16 del mismo mes lo hizo Boutros Boutros-Ghali (ex secretario general de la ONU).
George Martin, el quinto Beatle, se nos fue en marzo (8), mismo mes en que el aclamado futbolista Johan Cruyff (24) falleció (fue miembro fundamental en la llamada “Naranja Mecánica”, selección holandesa de los setenta). Nancy Reagan, actriz y primera dama estadounidense, murió el 6 de marzo. También el tercer mes del año nos enteramos del suicidio de Keith Emerson (10), ícono del rock progresivo en su grupo Emerson, Lake & Palmer; las cosas empeorarían justo el 7 de diciembre pasado, con la muerte de Greg Lake, también del ensamble. Zaha Hadid (premio Pritzker de arquitectura) y Imre Kertész (premio Nobel de Literatura) murieron el último día de ese aciago mes.
Para el 21 de abril el mundo de la música popular se colapsaría con obituarios y tributos, tal como sucedió con Bowie: esta vez fue Prince, quien murió en circunstancias sospechosas por su uso de medicamentos.
Fue un junio 3 cuando el mundo deportivo fue el que tuvo que detenerse para honrar a uno de los más grandes: el polémico boxeador Muhammad Ali falleció a los 74 años de edad. El escritor francés Yves Bonnefoy, longevo Premio FIL de Literatura, se fue el primer día de julio, el mes más pesado para los artistas de la pluma, pues también se marcharon Elie Wiesel (2) y Péter Esterházy (14). Agosto se llevaría al autor francés Michel Butor (24). El 28 de septiembre la cultura judía estuvo de luto por la muerte de Shimon Peres, ex primer ministro israelí y premio Nobel de la Paz. También en este mes (16) el arquitecto Teodoro González de León murió a los noventa años.
El cineasta Andrzej Wajda murió el 9 de octubre: el Nobel italiano Dario Fo lo haría el 13 de octubre. El escritor y cantante Leonard Cohen moriría en días recientes, apenas el 7 de noviembre: como Bowie o Prince, su deceso despertó un luto inusitado en los medios masivos y electrónicos. Pero sin duda quien se llevó los mayores obituarios ese mes fue Fidel Castro, cuya muerte el 25 de noviembre (dicen los analistas) marca el final del siglo XX.
En diciembre la muerte se campearía en el ámbito del espectáculo, pues en plenas fiestas navideñas se llevó a George Michael, reconocido cantante de pop, y al director de cine Eliseo Subiela (25); dos días después murió Carrie Fisher (27), quien interpretó al icónico personaje de la “Princesa Leia”, y unas horas más tarde a su madre, Debbie Reynolds (28), quien quedó inmortalizada en la cinta “Cantando bajo la lluvia”.