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Ciudad de México, México, abril 17 de 2018
A continuación reproducimos el texto de la columna “La pluma ecléctica”, de Héctor Mendoza, experto en bioética, publicado en el portal El Semanario (https://elsemanario.com). El autor es Doctor en Derecho, integrante del Sistema Nacional de Investigadores, profesor investigador en temas bioéticos y biojurídicos, abogado postulante desde hace más de tres décadas, miembro del Colegio de Bioética, A.C., y de la Asociación Nacional de Profesores de Derecho Internacional Privado.
De cuando en cuando, legisladores que se dicen “conservadores”, presentan iniciativas mediante las cuales aseguran querer proteger la vida desde la concepción. De hecho, en al menos 17 Constituciones de los estados de la República esto ya se hizo.
Considerar persona a un óvulo fecundado o un pre-embrión, es un absurdo desde donde se le quiera ver. Lo anterior es tanto como afirmar que una nuez es el equivalente a un nogal que ya da fruto, o que la semilla de cualquier planta es la planta en sí misma.
Estas aseveraciones no son más que patrañas y mentiras, basadas en prejuicios y principios pseudo-morales, diría yo, de dudosa procedencia. Equiparar al pre-embrión con un ser humano ya nacido, nos lleva a múltiples absurdos, veamos algunos de ellos.
Si partimos de la base de que un óvulo fecundado es el equivalente a una persona nacida, las consecuencias de ello serían catastróficas. Una de las más grandes promesas de la ciencia moderna es la medicina genómica, hoy más que nunca, nos guste o no, hemos sido capaces de escudriñar en lo más íntimo del ser humano. En ese orden de ideas, aceptar derechos desde la fecundación, implicaría frenar de un solo golpe a la ciencia nacional, ya que se haría necesario prohibir toda investigación embriológica, porque supondríamos que investigar con embriones sería tanto como investigar con personas que no pueden otorgar su consentimiento.
Pero vayamos más lejos, nos guste o no, en México se utilizan las biotecnologías, y al menos en las grandes ciudades de nuestra República, existe una vasta oferta respecto de las mismas. Así en ciudades como Guadalajara, Puebla, la Ciudad de México o Monterrey [por citar algunas] se están generando embriones, e incluso por razones técnicas, muchos de ellos están congelados y almacenados para su posterior utilización.
Pensemos nuevamente que estos embriones son personas, pues déjenme decir entonces que son personas privadas ilegalmente de su libertad y peor aún, son personas secuestradas a menos 196 grados centígrados, que es la temperatura del nitrógeno líquido en donde se conservan/congelan los embriones. Un dato adicional, como en este proceso intervienen más de tres personas, de acuerdo con nuestra legislación vigente, deberían ser acusadas también por el delito de “delincuencia organizada”.
Pero aquí no acaba la historia, pensemos en la posibilidad de que alguien (una mujer mexicana), decide llevarse sus embriones congelados, por ejemplo a Chicago, para allá continuar con algún procedimiento de implantación de los mismos en su cuerpo, esto dado que en esa ciudad [en la opinión de esta mujer hipotética] están los mejores médicos. Pues resulta que esa mujer que se llevó a esas personitas microscópicas, está cometiendo el delito de tráfico de personas, ya que esos embrioncitos/personitas seguramente no tienen, ni pasaporte ni visa americana.
En realidad, lo dicho en el párrafo anterior, aunque parece broma, podría ser cierto de asumirse, como se ha dicho, que un embrión es persona. Y qué me dicen de la donación de embriones, práctica común en muchos países. Estaríamos hablando del delito de trata de personas. Insistimos en que, de asumir este tipo de posiciones, sólo podemos llegar al absurdo.
Y este absurdo existe plena y legalmente pues, por ejemplo, en al menos 17 estados de la República, se ha legislado a nivel constitucional en relación a la protección de la vida desde la fecundación o concepción.
Por eso titulé esta entrega con un: “dejemos de ser hipócritas”, llamemos a las cosas por su nombre, somos el producto de la fusión de un espermatozoide con un óvulo, eso nadie lo discute, pero después de ese momento originario, somos como la nuez de la que líneas arriba hablé, no podemos saber en qué terminará la historia, no sabemos si, como la nuez, ésta será un nogal frondoso, o en nuestro caso, terminaremos siendo una persona tal y como conceptualizamos a los ya nacidos.
Y dejemos claro que, además, esto no tiene nada que ver con “La Familia”, particularmente cuando dicha expresión se usa pomposamente al utilizar esa expresión de “La Familia” como un escudo detrás del cual se esconden nuestros prejuicios, nuestras ideologías, e incluso nuestros intereses personales, en muchos casos inconfesables.
Si aceptamos la idea de que el óvulo fecundado posee derechos equivalentes a los de una persona ya nacida, aparte de frenar la ciencia en términos de investigación, tendríamos que cerrar también las puertas a todos los avances biomédicos en materia de reproducción humana asistida.
La fecundación in vitro, por ejemplo, requiere en muchos de los casos, la congelación de embriones, asumir que estos tienen los mismos derechos que una persona nacida; como ya lo adelantamos, suponer que son personas secuestradas.
Ahora bien, por razones técnicas, en países como España, Francia, Inglaterra o Estados Unidos, tales embriones han tenido que ser desechados después de un período de tiempo determinado, lo cual significaría que esos países y esas sociedades están tolerando no sólo homicidios, sino genocidios en masa. Otro absurdo, ¿no creen?
Considerar al embrión como persona es, por tanto, un sin sentido. Concluyo con un último dato: el porcentaje de anidación de los embriones en el endometrio de la mujer, de manera natural, no supera el 20%. Dicho en otros términos, 20 de cada 100 óvulos fecundados, son desechados de manera natural en la menstruación de las mujeres. Siendo así y si consideramos a los pre-embriones como personas, ¿acaso tendríamos que hacerles un funeral y expedir un acta de defunción?, locura que, por cierto, fue propuesta en 2015 por la Senadora Cristina Díaz Salazar.
Véase al respecto el siguiente link: http://colegiodebioetica.org.mx/desplegados/Posicionamiento-08-03-2015.pdf