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Llegan por donde pueden. Desorientados, con hambre, sed, sin fuerzas y, a veces, dolor por la pérdida de niños y ancianos en el camino. También adultos. Son los más de mil refugiados que, según cifras de Naciones Unidas, aterrizan a diario en los campos de Dadaab, Kenia, al este de Nairobi y junto a la frontera con Somalia.
La Unicef calcula que en Somalia, Kenia y Etiopía, países parte del Cuerno de África, hay más de 2 millones de niños con desnutrición severa. (AP)
Una vez localizados, las agencias de la ONU les entregan una ayuda alimenticia para sus primeros 21 días en el campamento. Una asistencia que, hasta la oleada de desplazados del sur de Somalia a principios de junio, cubría el periodo de registro, requisito imprescindible para la asignación de un pedazo de terreno y de una cartilla de alimentación.
En Dadaab, Kenia, un niño mira la tumba en la que reposa el cuerpo de otro niño que murió de hambre.
La ONG Save the Children ha denunciado hoy, sin embargo, que más de 16,000 personas "viven en medio de la nada" por la falta de funcionarios kenianos en este proceso.
Según la ONG, que trabaja en los campos de Dadaab, "los refugiados somalíes se ven obligados a vivir fuera de las instalaciones, en medio de la maleza", debido a las dificultades en el registro, a cargo de las autoridades de Kenia, país que acoge ya a casi 400,000 personas llegadas de la vecina Somalia. Este limbo temporal obliga a los recién llegados a vivir "sin las mínimas condiciones de higiene y lejos de las clínicas, las escuelas y otros servicios".
La agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) eleva, no obstante, la cifra de casos pendientes de registro a 30,000. Un portavoz de ACNUR en Dadaab, William Spindler, explica que la oleada de refugiados desatada desde el pasado 6 de junio (71,000 en dos meses) ha desbordado los trabajos en Kenia.
El sol se ponde en la localidad keniata de Dadaab, cerca de la frontera somalí. (REUTERS)
Según los cálculos de Spindler, los recién llegados a este campamento, el mayor albergue de refugiados del mundo en la actualidad, pueden esperar "de cuatro a cinco semanas" antes de ser registrados. La travesía de la asistencia es la siguiente: el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y ACNUR proveen a aquellos que llegan a los campos de un primer paquete de "ayuda inmediata" para 21 días (harina de trigo y maíz, frijol, aceite, azúcar, sal, galletas, material de cocina, recipientes para llevar el agua, colchonetas, mantas y un plástico).
A partir de ahí se abre el proceso de registro. Hasta el repunte de la actual crisis humanitaria, los refugiados somalíes que llegaban a Kenia tenían que ser inscritos antes de recibir asistencia alguna. Ahora, el PMA está trabajando para sumar a esa primera "ayuda inmediata" un segundo paquete mientras dura el registro. "No podemos garantizar", explica William Spindler, "que los 100,000 refugiados que han llegado este año hayan recibido asistencia". "Algunos pasan hambre", reconoce este portavoz de ACNUR, quien además señala que las autoridades kenianas "no cuentan con el material necesario" para la afluencia actual de personas a los campos. Según sus cálculos, 700 personas son inscritas a diario.
"Hay una gran infraestructura que lleva 20 años atendiendo en Dadaab", prosigue Spindler, "pero no da abasto con las llegadas".
Y en esa travesía, los más vulnerables, los niños llevan las de perder.
Adán Ibrahim es consolado por su padre, Ibrahim Abdulle, después del tratamiento en el Comité Internacional de Rescate.(AP)
Mientras, los musulmanes en todo el mundo cenan con abundancia para romper el ayuno diario durante el mes sagrado del ramadán, festines nocturnos impensables este año para muchos en Somalia sumidos en una hambruna atroz.
"Hoy es el peor día que he enfrentado. Toda mi familia tiene hambre y no tengo nada que darles", dijo el refugiado Abdule ayer lunes, el primer día del mes sagrado musulmán.
Los somalíes que escapan de la hambruna simplemente no tienen suficiente comida para preparar el festín tradicional del fin del día de ayuno. Los refugiados dicen que han estado en ayuno no intencional durante semanas y meses, pero sin la comida al final del día para recuperar fuerzas.
"No puedo ayunar porque no puedo conseguir suficiente comida para romper el ayuno y comer antes de la mañana", dijo Nur Ahmed, padre de cinco, en un campamento para refugiados en Mogadiscio llamado Badbado. La esposa de Ahmed murió el año pasado al dar a luz.
Según datos divulgados por ACNUR, más de 800,000 somalíes están fuera de su país: el 90 por ciento de ellos ha huido hacia Kenia. (AP)
Las Naciones Unidas dicen que más de 11 millones de personas en el Cuerno de Africa necesitan ayuda alimentaria, 2.2 millones de ellas en la región sur-central de Somalia controlada por la milicia al-Shabab, un grupo extremista musulmán vinculado con al-Qaeda que no permite a muchas agencias internacionales de socorro operar en su territorio, incluyendo al Programa Mundial de Alimentos.
En una nota positiva, el Comité Internacional de la Cruz Roja informó el lunes que está distribuyendo comida a unas 162,000 personas en el sur y el centro de Somalia afectadas por la sequía y la violencia armada. Las distribuciones de comida en la región son las primeras a gran escala allí desde el principio del año, señaló la Cruz Roja.