880 palabras
Dos estrellas
Enfundado en un traje que lleva los colores de la bandera estadounidense, una "A" en la frente del casco y un escudo con una estrella grabada; el Capitán América es el superhéroe más propagandístico del universo Marvel. La imagen del Tío Sam apuntando, casi obligando a enrolarse al ejército, es la síntesis precisa del filme dirigido por Joe Johnston y que se estrena esta semana en las salas de nuestro país.
Desde su creación en 1941 por Joe Simon y Jack Kirby, el personaje fue concebido como propaganda política para convencer a los jóvenes de ingresar a las filas de la milicia. Ambientada durante la Segunda Guerra Mundial la historieta presentaba a Steve Rogers, un chico que se somete a un experimento para convertirse en un "supersoldado". Rogers obtiene capacidades físicas sorprendentes y bajo el nombre de Capitán América se enfrenta —desde su primera aparición en comic— al Comandante Nazi Red Skull y sus tropas HYDRA.
Su carácter panfletario le hizo poco atractivo y no fue hasta que en 1964, retomado por Stan Lee —creador de Spiderman—, el Capitán América pudo ser relanzado y alcanzó cierto éxito a través de una caricatura. Recuerdo aquella vieja serie animada que utilizaba técnicas rústicas, que repetían, en un mismo capítulo, escenarios y cuadros completos; pero los argumentos eran bastante ingeniosos, como cuando Red Skull obtiene un cubo que daba la facultad de convertir los pensamientos en realidad. Pero hablemos de la película.
La historia se centra en los orígenes del Capitán América (Chris Evans), desde los sueños bélicos de un diminuto y flaco Steve Rogers que anhela pelear en la Segunda Guerra Mundial. La película refuerza la idea fascista de que la gente débil no sirve para la nación. Se persigue la instauración de un modelo atléticamente perfecto y, por ende, la anulación de lo que no sea físicamente útil. Recordemos que esas mismas ideas las aplicó Adolfo Hitler en Alemania y provocaron el asesinato de miles de ancianos y gente enferma. Que ironía que los norteamericanos, supuestamente contrarios al nazismo, mantengan vivo el ideario social del superhombre y lo promuevan a través de su cine y televisión.
Red Skull, archienemigo del héroe del escudo, aparece interpretado por Hugo Weaving y con una caracterización muy cercana al cómic. La fuerte presencia del villano se desperdicia ante un guión incapaz de sostener y desarrollar una trama insustancial. El relato se sirve de fórmulas y estructuras cansinas que, a fuerza de tantas películas iguales, ya han sido memorizadas por los espectadores: Origen del héroe/creación del villano/el héroe obtiene superpoderes/asesinato de un familiar o amigo que infunde en el protagonista una sed de justicia/primera misión como superhéroe/primer enfrentamiento con el villano/etc... La receta ya está muy vista y el problema es que "El Capitán América" la aplica al pie de la letra sin proponer u ofrecer algo de más.
La película también carece de la espectacularidad propia del género, las secuencias de acción son escasas y no tiene el ritmo hollywoodense al que estamos acostumbrados. El guión es poco creativo y está escrito con demasiada simpleza. Hay situaciones planteadas con impericia, diálogos innecesarios que retrasan la narración y un clímax que llega a saltos. Pero el colmo es la burda e insignificante batalla final entre el Capitán América y Red Skull. El peor combate del verano.
El responsable de este descalabro es Joe Johnston, autor de "Parque Jurásico 3", "Jumanji", "Rocketeer" y el último remake de "El hombre lobo". "El Capitán América" se perfila como una de las mayores decepciones cinematográficas del 2011. Y ya ni hablemos de sus imprecisiones históricas, utilizando elementos decorativos de los años 20 y 30 a pesar de que la trama está ubicada en los 40's. Otra falla cronológica es poner a una mujer oficial dentro del ejército estadounidense. El motivo es darle una novia al Capitán América, sin embargo durante la Segunda Guerra Mundial los únicos países que admitieron mujeres en sus tropas fueron Francia e Inglaterra. Estados Unidos siempre ha sido bastante misógino y es impensable la existencia de Peggy Carter (la actriz Hayley Atwell). Intentan hacer pasar como progresista a un país que aceptó hasta 1970 a su primera mujer general y desempeñándose únicamente en labores de enfermera.
Lo mejor: Chris Evans se libera del estereotipo de modelo anabolizado que le dejó interpretar a la Antorcha Humana y por fin puede actuar un poco más.
Lo peor: el guión tiene serios problemas y no llega ni siquiera a ser un buen espectáculo palomero.